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Prueba de esfuerzo; para qué sirve y en qué consiste

La prueba de esfuerzo mide la función cardiaca mientras se hace un esfuerzo considerable. Se prescribe para detectar anomalías cardiovasculares o antes de iniciarse en algún deporte exigente.

La prueba de esfuerzo, también denominada ergometría, es un test de carácter diagnóstico que evalúa la resistencia cardiovascular de un paciente. Gracias a esta prueba, el facultativo que la prescribe puede detectar o atajar posibles anomalías o trastornos cardiovasculares relacionados con el flujo de sangre al corazón que no se aprecian en reposo al hacer un electrocardiograma convencional.

De esta forma, y dado que el corazón se somete a un esfuerzo intenso mientras se lleva a cabo la prueba, también sirve para comprobar el estado físico de una persona que ha decidido someterse a un plan de entrenamiento físico o se va a iniciar en la práctica de algún deporte exigente. Prácticamente la totalidad de los especialistas en medicina deportiva recomiendan llevar a cabo una prueba de esfuerzo dentro de un reconocimiento médico previo exhaustivo antes de empezar a hacer ejercicio para determinar si la actividad elegida es adecuada para el paciente en función de su forma física y de su situación clínica.

Asimismo, esta prueba sirve para planificar el plan de entrenamiento en cuanto a frecuencia, intensidad, periodos de descanso, nutrición… ya que aporta información muy valiosa acerca de la resistencia cardiovascular del sujeto y de los logros que puede ir alcanzando sin poner en riesgo su salud.

¿En qué consiste la prueba de esfuerzo?

  • El paciente se conecta a un monitor que permite visualizar en tiempo real los parámetros del electrocardiograma mientras el usuario lleva a cabo la prueba; previamente se le habrán realizado otros dos electrocardiogramas en reposo; uno tumbado y otro de pie. Asimismo, al paciente se le acopla un dispositivo para medir su presión arterial en todo momento antes, durante y después de la prueba de esfuerzo.
  • A continuación, el paciente sube a una cinta de correr o a una bicicleta estática y comienza a andar, trotar, correr o pedalear según las indicaciones del especialista que supervisa la prueba de esfuerzo.
  • Cada tres minutos el especialista da instrucciones para incrementar la intensidad de la prueba de forma que el corazón del paciente tenga que hacer, progresivamente, un esfuerzo mayor para continuar.
  • La prueba se interrumpe cuando el paciente, que debe esforzarse al máximo durante el test, avisa al especialista de que ya no puede seguir adelante, o bien cuando ya se ha superado el 80 % de la frecuencia cardíaca máxima teórica. En ese instante se pasa a la fase de recuperación, que dura en torno a cinco minutos, en la que también se llevan a cabo mediciones de los valores cardiovasculares.
  • Si durante la prueba de esfuerzo se produce alguna arritmia grave, algún pico en la presión arterial o alguna oscilación anómala en el electrocardiograma, la máquina lo detecta y el facultativo ordena parar la prueba.

Cómo prepararse para una prueba de esfuerzo

Para que los resultados de la prueba de esfuerzo sean fieles a la realidad clínica del paciente, este debe llevarla a cabo siguiendo las instrucciones del especialista tratando, además, de esforzarse al máximo para probar la resistencia cardiovascular de su organismo. En este sentido, debe tener la tranquilidad de que tanto la máquina como el personal que supervisa el test está preparado para hacer frente a cualquier eventualidad que pudiera presentarse y que la prueba se interrumpe en cuanto se detecta algún riesgo o síntoma (mareo, palidez, boca seca, náuseas, sudoración fría, falta de aliento, opresión en el pecho…).

De esta forma, el usuario debe llevar a cabo la prueba de esfuerzo con la misma ropa y calzado que llevaría para entrenar. Por otro lado, es conveniente evitar comidas copiosas o beber alcohol antes de hacer la prueba, como tampoco es recomendable acudir a ella después de muchas horas sin ingerir ningún tipo de alimento. Es preferible evitar la cafeína en las horas previas y no hacer actividad física intensa o esfuerzos excesivos desde el día anterior a la realización de la ergometría.

Los varones que tengan mucho vello en el pecho quizá reciban instrucciones para rasurárselo antes de la prueba y así permitir que los electrodos se adhieran correctamente a la piel. De lo contrario, pueden caerse o no registrar adecuadamente los valores. Por su parte, si la que va a realizar la prueba es una mujer, conviene evitar lociones corporales y cremas demasiado untuosas por el mismo motivo. Por otro lado, el facultativo que haya prescrito la prueba puede indicar que se interrumpa algún tipo de medicación en los días previos a realizar este test. En todo caso, para asegurarse es conveniente que el paciente pregunte por esta cuestión.

Según los resultados obtenidos en la ergometría, el facultativo puede hacer diferentes recomendaciones al respecto. Si los resultados sugieren la existencia de arritmias graves o bloqueos en las arterias coronarias seguramente se recomendará al paciente la realización de otras pruebas, como un cateterismo cardiaco, una prueba de esfuerzo nuclear (mismo método con imágenes isotópicas) o una ecocardiografía de esfuerzo para determinar el alcance de las alteraciones y la necesidad de aplicar tratamientos (implantación de un marcapasos, por ejemplo) o recomendaciones para la vida cotidiana (no hacer determinados deportes, modificar ciertos hábitos…).