La mayoría de los consumidores mira la fecha de caducidad de los alimentos que adquiere en el supermercado. Sin embargo, muy pocos prestan atención a la que figura en el etiquetado de sus productos de cosmética y maquillaje, lo que conduce a la acumulación de montones de envases en estanterías y cajones durante años.
En realidad, las consecuencias de este despiste no son graves ya que no van más allá de irritaciones, eccemas o picores pasajeros. No obstante, sí es conveniente tener en cuenta que, una vez abierto, el cosmético empieza a perder eficacia progresivamente como consecuencia de la oxidación que se produce en contacto con el aire.
De esta manera, si usamos una crema para un problema específico de la piel o un protector solar fuera de la fecha recomendada, no tendremos garantías de que los principios activos vayan a surtir el efecto deseado.
Qué es el PAO
El índice PAO (Period After Opening) hace referencia al número de meses que el producto conserva sus propiedades después de ser abierto. Esta cifra figura en el interior de un icono que representa un tarro abierto impreso en la etiqueta del producto. Esta cifra puede oscilar desde los seis meses en desmaquillantes, tónicos, cremas faciales, máscaras de pestañas o contornos de ojos, hasta los 36 meses del colorete en polvo, pasando por los 24 de polvos compactos, bases de maquillaje y correctores o los 12 de los lápices de labios y ojos o las lacas de uñas.
Hay que tener en cuenta que estas cifras se acortan considerablemente en el caso de los cosméticos que no llevan conservantes. La mayoría de ellos tiene un PAO en torno a los seis meses.
En este sentido, cabe destacar que las cremas solares tienen un rango muy amplio de duración (entre seis y 24 meses) que depende del filtro protector que lleven incorporado. Los dermatólogos recomiendan, por regla general, no aprovechar los fotoprotectores de un verano para otro, no porque hacerlo vaya a causar dermatitis o alergias, sino porque en ese periodo de tiempo no hay garantías de que los filtros sigan siendo eficaces, una circunstancia que sí representa un riesgo claro para la piel (quemaduras, eritema y cáncer de piel).
No obstante, independientemente de la cifra que figura en la etiqueta, existen algunos signos que indican que el producto ya no es apto para ser aplicado: textura grumosa o demasiado líquida, separación de los ingredientes (el aceite, el agua y la parte sólida están disgregados), cambios en la coloración y/o mal olor.
Consejos para conservar los cosméticos
A pesar de la tendencia a guardar los productos de cuidado y belleza de la piel en el cuarto de baño, lo cierto es que las condiciones que se suelen dar en esta zona de la casa no parecen las más adecuadas para su conservación. Según los especialistas, la humedad, el calor y la falta de ventilación que suele concentrarse en los cuartos de baño después de baños y duchas degrada los principios activos y además favorece la proliferación de moho en los envases.
Lo mejor es mantener estos artículos bien cerrados en lugares frescos, secos y protegidos de la incidencia directa de luz intensa. Asimismo, lo mejor es no meter los dedos dentro de botes y tarros para evitar contaminar los productos con las bacterias que podemos tener bajo las uñas. La alternativa es utilizar son envases con dispensadores, espátulas o, simplemente, bastoncillos desechables de algodón.
Asimismo, es recomendable lavar frecuentemente las brochas y pinceles de maquillaje para prevenir contaminaciones bacterianas.
Los especialistas insisten en que en la mayoría de las ocasiones, aplicar un cosmético después de su fecha de caducidad únicamente implica que ese producto ha perdido eficacia, pero no representa un riesgo serio para la salud. No obstante, es conveniente tener este dato en cuenta especialmente en el caso de los fotoprotectores, por el peligro que representa exponerse a la radiación solar sin los filtros adecuados.
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