Prevención, Salud

Rutinas para el cuidado de la piel que sí funcionan

Limpieza, hidratación, nutrición, descanso… descubre lo que de verdad te hace tener una piel sana y bonita.

Una simple búsqueda en Internet puede trasmitir la sensación de que el cuidado de la piel es algo complicado, caro y lleno de misterios insondables a los que hay que dedicar mucho tiempo cada día. Sin embargo, la mayoría de los especialistas coinciden en señalar que la mayoría de los factores que influyen en que la piel presente un aspecto saludable tienen más relación con rutinas sencillas; algunas de las cuales no consisten en aplicarse cremas.

Limpieza

Ni la crema más cara ni el tratamiento dermatológico más sofisticado sirve de nada si suspendemos en términos de limpieza. Desde la más tierna infancia debemos acostumbrarnos a limpiar nuestra piel por la mañana y por la noche.
La limpieza matutina sirve para retirar el exceso de sebo que segregamos durante el sueño y preparar la piel para los productos que vayamos a aplicar después.

Por su parte, la limpieza nocturna es fundamental para retirar el maquillaje y la suciedad que haya podido acumularse en la piel durante todo el día. Además, también facilita la actuación de los tratamientos que vayamos a aplicar posteriormente.

El mercado ofrece una amplia gama de productos limpiadores para cada tipo de piel y formulaciones en crema, loción, líquido, aceite, bruma, espuma… El asesoramiento profesional facilita la elección de uno u otro en función de las necesidades específicas de cada usuario.

En líneas generales, para la rutina diaria hay que decantarse por productos hipoalergénicos sin detergentes que limpien la piel con suavidad, dejando los más agresivos (peelings, mascarillas…) para llevar a cabo una limpieza más profunda una o dos veces a la semana.

Hidratación

La deshidratación de la dermis repercute en su descamación, tirantez, irritación, aparición de arrugas… y por ello, hidratar la piel es un punto fundamental para tener una piel saludable y con buen aspecto. La hidratación debe llevarse a cabo después de la rutina de limpieza, mañana y noche.

Es conveniente escoger un producto adaptado no tanto a la edad como a las necesidades específicas de cada quien y contar con asesoramiento profesional para decantarse por el amplio abanico disponible en el mercado.

Por regla general, es conveniente adquirir hidratantes hipoalergénicas sin perfume. Las fórmulas oil-free (sin aceites) son más adecuadas para pieles grasas o con tendencia acneica, mientras que las presentaciones más densas van mejor para las pieles más secas. A medida que las necesidades de la piel van cambiando, también debe hacerlo la elección de la hidratante, que irá incorporando ingredientes antioxidantes o antiarrugas.

Protección

Es necesario protegerse la piel de agresiones externas como el frío, el viento, el calor… pero sobre todo del sol. La radiación ultravioleta es una causa fundamental de fotoenvejecimiento cutáneo, caracterizado por la aparición prematura de arrugas, pérdida de firmeza y manchas que dan a la piel un aspecto apagado y poco lozano.

Si bien los rayos solares tienen una función muy positiva en el estado de ánimo, la absorción de vitamina D y la salud ósea, lo cierto es que pasarse con los baños de sol tiene repercusiones muy negativas para la piel. Además de las arrugas y el envejecimiento, hay que tener en cuenta que la radiación ultravioleta está relacionada de manera directa con el riesgo de sufrir cáncer de piel.

Además de barreras físicas frente a los rayos solares (gorras, viseras, gafas de sol…) hay que recurrir a fotoprotectores en crema con un índice de, al menos, 15. Algunas cremas de uso diario incluyen este SFP (Solar Factor Protection), pero a veces es necesario uno mayor. En ese caso, o si la crema de uso habitual no incluye este filtro, hay que aplicar un producto específico después de la rutina matutina.

Hábitos de vida

Decir ‘no’ al tabaco y llevar una dieta saludable tiene beneficios muy notables para la salud de la piel. Junto con la radiación ultravioleta, el tabaco es uno de los mayores enemigos de la piel, ya que produce radicales libres, disminuye los niveles de vitamina A y produce cambios en la cantidad y calidad del colágeno, elastina y fibroblastos responsables de que la piel presente arrugas marcadas, aspecto macilento y rojeces anómalas propias de lo que los especialistas denominan ‘cara del fumador’.

Por su parte, una dieta mediterránea rica en frutas, verduras, carnes magras, pescados, frutos secos, huevos… aporta la cantidad adecuada de antioxidantes y proteínas de calidad necesarios para que la piel luzca sana y radiante.