Correr se ha convertido en una especie de fiebre. En principio, no es un deporte muy caro, se puede practicar prácticamente en cualquier sitio y a cualquier hora y tiene múltiples beneficios para la salud. Sin embargo, y casi con la misma intensidad que los runners defienden las bondades de correr, existe otra corriente de personas que no le encuentran el más mínimo atractivo o que, por diversas circunstancias, no puede engancharse al ejercicio de moda.
Tanto si estás entre los primeros como si perteneces a ese grupo de personas que se decantan por otra actividad, ahí van algunas sugerencias.
Caminar
Sin duda, se trata de la alternativa más habitual para quienes no acaban de sucumbir a los encantos del running. Salir a andar reduce la presión arterial y el colesterol, contribuye a controlar el peso corporal y ayuda a regular las cifras de glucosa en sangre.
Asimismo, las caminatas habituales ayudan a tonificar la musculatura y a fortalecer los huesos sin impacto excesivo, lo que concede a esta actividad un extra de seguridad para el sistema locomotor.
Por otro lado, salir a andar tiene un efecto muy positivo sobre el estado de ánimo y la concentración, además de constituir una oportunidad excelente para disfrutar de todos los beneficios de hacer ejercicio al aire libre.
Eso sí, aunque caminar no requiere de un equipamiento costoso ni específico, sí es necesario invertir en un buen calzado para llevarlo a cabo. De esta manera, se evitan tendinitis, sobrecargas y dolores derivados de llevar zapatos poco apropiados. En líneas generales, cualquier zapatilla deportiva que sirva para correr también será adecuada para salir a andar. Si no se tienen zapatillas específicas de running, al menos hay que decantarse por calzado flexible que sujete el pie sin oprimirlo y que cuente con una buena amortiguación en la suela. Asimismo, es conveniente llevar calcetines deportivos para evitar ampollas y rozaduras.
Bailar
El baile redunda en beneficios cardiovasculares, trabaja la flexibilidad, la coordinación y repercute en una mayor agilidad y en una mejoría de la postura. Asimismo, el baile representa una oportunidad perfecta para desconectar de la tensión y los problemas del día a día, ya que seguir los pasos de las diferentes coreografías requiere una especial concentración en lo que se está haciendo.
Una de sus mayores bazas es la ausencia total de monotonía y del amplio abanico que ofrece a los aficionados (bailes de salón, ritmos latinos, danza moderna…), tanto es así, que muchos gimnasios han ampliado su oferta tanto con clases convencionales para bailar como con actividades deportivas que introducen rutinas procedentes del baile, tales como el zumba (ejercicio aeróbico con ritmo latino), el FitBarre (mezcla de danza, yoga y pilates), el Beat Fit (combina actividad física y baile moderno) y muchos más.
Se trata de una actividad física idónea para cualquiera persona a cualquier edad, ya que puede decantarse por un estilo u otro en función de sus preferencias y de su forma física. Finalmente, bailar ofrece la oportunidad de entablar relaciones sociales y de disfrutar de grandes momentos de ocio saludable.
Nadar
La natación sigue reivindicando su etiqueta de ser “el deporte más completo” y razones no le faltan. Nadando se trabajan todos los grupos musculares del cuerpo y se mejora considerablemente la capacidad pulmonar y la salud cardiovascular. Sus beneficios se notan fundamentalmente en los brazos y en la espalda.
Nadar es, además, un gran aliado de la flexibilidad y de los que quieran perder peso, ya que se trata de uno de los deportes que más gasto calórico acarrea. Por si todo esto fuera poco, hacer ejercicio dentro del agua repercute en un menor impacto articular, lo que convierte a la natación en un deporte especialmente recomendable para quieres sufren daños de este tipo.
Eso sí, la natación requiere de una buena técnica para prevenir lesiones de hombro, muy frecuentes en este deporte, especialmente entre los adeptos el estilo crol, que son la mayoría de los nadadores. El denominado hombro del nadador es bastante doloroso y se da tanto en aficionados como en profesionales. Su tratamiento se basa en fisioterapia y ejercicios para fortalecer la musculatura del manguito rotador y del deltoides, además de mejorar la técnica de la brazada.
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