La diástasis abdominal o diástasis de rectos es la separación de los músculos rectos del abdomen como consecuencia de un daño en el tejido que los mantiene unidos entre sí y a la línea media del cuerpo, la llamada línea alba. Como consecuencia de esta separación, aumenta el volumen del vientre, que adquiere un aspecto flácido.
Aunque todos podemos llegar a tener una separación de rectos, independientemente del sexo, la edad o el estilo de vida, ésta ocurre de forma natural en todos los embarazos por el crecimiento del útero. Durante la gestación, se produce una respuesta fisiológica natural en el cuerpo de la mujer para adaptarse a los cambios que genera el desarrollo del bebé.
A fin de brindarle el espacio que necesita para crecer, tiene lugar una gran distensión en los tejidos de la pared abdominal. Esto se une, además, a un importante cambio hormonal, que eleva la concentración de hormonas como la progesterona o los estrógenos, que alteran la composición del colágeno, haciendo que se debilite el tejido que conecta los rectos.
Un problema funcional y estético
Después de dar a luz, la teoría dice que todo debería volver a su sitio, pero a veces esto no ocurre, no resolviéndose esta alteración de forma espontánea en muchos casos y pudiendo persistir durante años. Según el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM), entre los factores de riesgo están una edad materna superior a 34 años, hijos grandes, ganancia excesiva de peso, flacidez abdominal, falta de ejercicio, multiparidad, gestación múltiple o cesáreas previas. De hecho, la cesárea es una de las principales causas de diástasis, pues es una intervención que requiere la separación de los rectos abdominales en la línea alba.
No obstante, la diástasis, una gran desconocida porque no se habla de ella ni en las clases preparto ni en las consultas rutinarias del embarazo, va más allá de ser un problema estético. Esta lesión puede provocar la debilidad del suelo pélvico y generar incontinencia urinaria, prolapso de útero, vejiga y/o recto a causa de la relajación de los músculos o ligamentos que los sostienen, molestias en la espalda, dolor pélvico o problemas digestivos como gases, estreñimiento y malas digestiones.
Cómo combatir la diástasis
Aunque lo recomendable es comenzar, tras el parto, con los ejercicios para combatir la diástasis y hacerlo con la ayuda de un fisioterapeuta, nunca es tarde. Las mujeres que hayan dado a luz hace unos años y aún no han hecho frente al problema, todavía pueden intentar corregir esa separación de los músculos rectos. Estas recomendaciones pueden ayudar a paliar el problema:
- Cuidado con los ejercicios abdominales tradicionales. En muchas ocasiones, la diástasis se confunde con sobrepeso y, para combatirla, es habitual hacer ejercicios abdominales como la flexión del tronco aproximando las costillas a la pelvis, lo que empeora la diástasis al aumentar la separación de los músculos rectos del abdomen. También hay que huir de las posturas de torsión y tener mucha precaución con el pilates y el yoga, pues su práctica incorrecta puede empeorar la lesión.
- Realizar ejercicios para fortalecer el abdomen, como los encaminados a tonificar el transverso abdominal, un músculo profundo que constituye una especie de faja natural que rodea el área central del cuerpo permitiéndonos tener una buena postura y contener cada uno de los órganos situados en el abdomen. El objetivo es recuperar la funcionalidad abdominal.
- Evitar los esfuerzos en apnea inspiratoria (aguantando la respiración), que implican un aumento de la presión sobre el abdomen como, por ejemplo, coger peso, realizar pujos para defecar, levantarse de la cama sin ponerse de lado previamente o realizar cualquier tipo de actividad física intensa que ejercite la zona.
- Evitar, siempre que sea posible, el estreñimiento, pues los esfuerzos que las personas estreñidas realizan en la evacuación suponen una hiperpresión abdominal que puede incrementar aún más la separación entre los rectos del abdomen, así como perjudicar los músculos del periné.
- Un nuevo embarazo antes de la recuperación no es buena idea. Si se puede evitar, es conveniente que la mujer dé a su diástasis el tiempo y los cuidados necesarios para recuperarse antes de volver a quedarse embarazada.
- Los abdominales hipopresivos son efectivos para recuperar la musculatura abdominal tras el parto, aunque existen métodos más específicos para corregir la diástasis. La gimnasia abdominal hipopresiva consigue beneficios tanto a nivel de la musculatura profunda del abdomen como en los músculos y tejidos del suelo pélvico.
- Usar fajas especialmente diseñadas para el tratamiento de la diástasis en caso de que el transverso abdominal esté muy debilitado y el tejido fascial seriamente lesionado. Su función es aproximar los rectos del abdomen para que cicatrice el tejido dañado.
- Recurrir a la abdominoplastia. La intervención quirúrgica será el tratamiento de elección solo en los casos más severos, aquellos que no avanzan tras un programa de recuperación guiado por un especialista, cuando existe dolor al contraer la musculatura abdominal, si los problemas de incontinencia persisten o si la lesión de la pared abdominal es importante. En caso de abdominoplastia, la fisioterapia seguirá teniendo un importante papel tanto antes como después de la cirugía.
Aunque durante muchos años solo una operación curaba esta alteración, en la actualidad se puede restituir el abdomen y prevenir lesiones sin tener que pasar por el quirófano. Para ello, como hemos visto, es fundamental interiorizar lo que no se debe hacer, evitando todos aquellos ejercicios y circunstancias que aumenten la presión abdominal. Hay que realizar ejercicios para fortalecer el abdomen previa valoración por un especialista que nos indique los que son adecuados en cada caso y aprender a moverse en el día a día sin dañarlo.
Fotos | iStock / grinvalds / fizkes
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