La sexualidad es fuente de salud, placer, afecto, intimidad y creatividad, y está presente a lo largo de toda nuestra vida, aunque se manifieste de forma diferente según las etapas que atravesamos. Una de las más importantes en la vida de una mujer y su pareja es el nacimiento de un hijo, y en este periodo, como en los demás, la sexualidad tiene una expresión propia.
Son muchas las mujeres que, tras dar a luz, aseguran haber perdido el deseo sexual. Un estudio publicado en 2015 que se realizó en Australia con 1.507 madres primerizas, a las que se hizo un seguimiento a los 3, 6 y 12 meses después del parto, arrojó que el 89% describía problemas de salud sexual en los primeros tres meses tras dar a luz y que el 51% continuaba con ellos a los 12 meses.
Factores que dificultan el coito
“La pérdida del deseo sexual se explica porque en el puerperio confluyen una serie de factores”, señala Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS). “Por un lado, están los cambios fisiológicos: hay una disminución de las hormonas sexuales –estrógenos y testosterona- y una liberación de prolactina, causante de la producción de leche materna y antagonista de las hormonas sexuales para que toda la atención de la madre esté centrada en el cuidado del bebé. Por eso el cuerpo no responde”, explica la doctora Molero.
“Por otro lado, se dan también cambios hormonales, pero a nivel cerebral, que influyen en el estado emocional de la mujer –siente tristeza, ansiedad, pérdida de energía, inquietud…-, que de agravarse puede desembocar en la conocida como depresión posparto”.
A esto hay que añadir las posibles secuelas del parto que provocan un malestar físico en la mujer que dificulta el coito, como la episiotomía (incisión en el perineo para facilitar la salida de la cabeza del bebé), las hemorroides o los desgarros a nivel de vagina y/o vulva. Sin olvidar el temor al dolor durante las relaciones sexuales y a un nuevo embarazo, así como el cansancio -las primeras semanas después del nacimiento del niño son, por lo general, agotadoras-.
“El deseo erótico de la mujer va a depender también de la historia sexual previa”, apunta Molero. “Cada vez es más frecuente encontrarse con parejas que han tenido problemas de esterilidad y presentan disfunciones sexuales. Unas disfunciones que se iniciaron por el estrés de tener una actividad sexual programada con fines reproductivos y normalmente sin deseo, y que acaban manteniéndose y cronificándose después de la llegada del hijo”.
En la mayoría de los casos, la respuesta sexual se va recuperando progresivamente. Según la doctora, “a los tres meses del parto la capacidad orgásmica es igual o ligeramente superior a la que existía”. Eso sí, “debido al clima hormonal, las mujeres que dan el pecho tienen peor respuesta sexual que las que no lo hacen”. En las lactantes, la recuperación de la libido no se producirá hasta unos seis meses después del parto. Tras ese periodo, la prolactina ya no alcanzará valores tan altos como durante el puerperio y, por lo tanto, el nivel de estrógenos y testosterona regresará a su estado normal.
La comunicación, clave para retomar la actividad sexual
Aunque por lo general la actividad sexual se acabará recuperando paulatinamente, Molero ofrece una serie de pautas para reavivar el fuego. “En primer lugar, tanto el hombre como la mujer deben mostrar una actitud positiva de querer retomar los momentos de intimidad y los encuentros sexuales”.
En este punto, destaca que si el diálogo entre la pareja siempre es importante, lo es mucho más en una situación tan especial como la que sigue al parto. “Cuanto mayor es la comunicación, con más plenitud se disfruta de la vida sexual». Molero recomienda a la mujer compartir con su pareja lo que siente para que esta conozca qué está pasando por su cuerpo y su mente. «El otro no es adivino y necesitará una guía para que la experiencia sexual sea placentera nuevamente».
Una vez están las cosas claras, la sexóloga insta a ambos a hacer verdaderos esfuerzos por hallar espacios de pareja adulta, en los que vuelvan a encontrarse y reconocerse, ya sea dejando al bebé con otra persona de confianza para salir a dar un paseo o preparando al otro una cena romántica sorpresa. “Que se incorpore un nuevo miembro no significa que la pareja deje de serlo».
Llegado el momento de expresar la sexualidad, esta no tiene por qué consistir solamente en el coito. Son válidas las caricias, los besos, los masajes corporales, las palabras de amor y ternura entre ambos… Aquí Molero se muestra taxativa: «En una relación sexual interviene todo el cuerpo y cuando una pareja desea compartir sentimientos de intimidad, amor y sexo, lo puede hacer sin la obligatoriedad de la penetración. La sexualidad no es solo genitalidad».
Actualmente no hay ningún comentario sobre este tema.
¡Sé el primero en hacerlo!