La manicura permanente y semipermanente ha experimentado un gran auge en los últimos años. Su acabado perfecto, su duración prolongada, la rapidez de secado, su gran resistencia y su precio, cada vez más asequible, han convertido este tratamiento en el modo infalible de llevar siempre las manos en perfecto estado de revista.
No obstante, los dermatólogos están observando en sus consultas la cara menos amable de esta manicura de larga duración: la dermatitis de contacto, cuya incidencia se ha multiplicado en los últimos años en paralelo a la proliferación de centros que ofrecen este tratamiento cosmético y, sobre todo, a la comercialización de kits domésticos para hacerse la manicura en casa. Tanto es así, que los especialistas están reclamando a las autoridades sanitarias la elaboración y promulgación de una normativa que regule la venta de este tipo de productos cosméticos.
El problema de los acrilatos
Según los especialistas, los ingredientes responsables de este incremento de casos de dermatitis de contacto son los acrilatos, un componente de los polímeros acrílicos, presente en endurecedores, pinturas, lacas y materiales plásticos.
En estado puro, los acrilatos son incoloros, tienen un olor muy penetrante y gran poder corrosivo. Tradicionalmente, se han asociado a daños en la piel, irritación, hinchazón, edema y sensaciones de picor o ardor cutáneo.
La cuestión es que sin bien sí que existe cierta percepción del riesgo que supone exponerse de forma excesiva a estos productos, cuando se trata de acrilatos contenidos en los cosméticos, esta sensación de riesgo para la salud desaparece por completo, lo que está directamente asociado al aumento de alergias y dermatitis no solo entre usuarios, sino también entre los profesionales del sector.
El problema fundamental de desarrollar sensibilización a los componentes de estas lacas permanentes o semipermanentes reside en que en muchas ocasiones se agravan hasta el punto de hacerse recurrentes cada vez que el paciente se expone de nuevo al elemento problemático.
Esto puede representar un obstáculo no solo a la hora de desempeñar ciertos trabajos, entre ellos el de hacer la manicura y la pedicura con estas lacas, sino que además puede interferir en la aplicación de algunos procedimientos médicos que requieran adhesivos o pegamentos quirúrgicos, cementos como los que se emplean en traumatología y odontología o dispositivos tecnológicos de monitorización como los nuevos sensores de glucosa que emplean muchos diabéticos, que también contienen acrilatos.
Asimismo, los especialistas señalan que en muchas ocasiones la reacción alérgica no se produce exactamente en el lugar en el que se ha aplicado el producto con acrilato, de forma que el diagnóstico y el tratamiento suele demorarse y complicarse. Esto ocurre porque las sustancias que generan reacción se pueden trasladar, a través de las manos o vía aerotransportada, a otras localizaciones que el paciente no identifica, ya que no es la misma que el área donde se ha aplicado el producto.
Por si todo esto fuera poco, el etiquetado de los cosméticos empleados en buena parte de los centros de manicura y pedicura no especifican de manera detallada los ingredientes en su composición, algo que debería cambiar con una normativa más exigente, en opinión de los expertos.
Por todos estos motivos, los dermatólogos abogan por desarrollar una regulación al respecto de estos ingredientes, tal y como ya se ha hecho en otras ocasiones con otros ingredientes problemáticos, como por ejemplo, las tiazolinonas, unos conservantes muy presentes en productos de higiene y limpieza o toallitas limpiadoras de todo tipo.
Actualmente no hay ningún comentario sobre este tema.
¡Sé el primero en hacerlo!