Salud

Protección solar: ¿aceite o crema solar?

Comenzamos a utilizar cremas de protección solar: ¿cómo sé cuál es la que más me conviene? ¿Qué es lo que tengo que mirar en el envase?

Con la llegada del verano a la vuelta de la esquina y la mayor incidencia de los rayos solares, protegerse adecuadamente del astro rey cobra todavía más importancia, en especial si contamos con una piel blanca y delicada. Sin embargo, decantarse por el producto adecuado no siempre resulta sencillo, pues no solo existen múltiples factores de protección, sino diferentes formatos y texturas.

Es el caso, por ejemplo, de las cremas y aceites, estos últimos muy de moda durante los últimos años. Pero, ¿nos aíslan igual? ¿Son mejores que las cremas tradicionales? Hoy os contamos en qué se diferencian y tratamos de resolver a estas cuestiones.

Tipos y niveles de protección

Antes de entrar en mayores vicisitudes no podemos dejar de hablar de los factores de protección (SPF), cuyo número indica el tiempo que se puede permanecer bajo el sol. La idea es determinar cuál es el adecuado para tu fototipo de piel, es decir, aquellas características innatas que determinan tu capacidad para broncearte. Hay hasta seis distintos, determinados no solo por el color de la piel, sino también por el del pelo y los ojos.

Al primer grupo pertenecen las personas con piel muy clara, ojos claros, pelirrojos y con pecas; y deberían optar por un SPF de al menos 50,asi como también se recomienda un 50 para el fototipo II : las pieles claras, cabellos rubios o pelirrojos y pecas. Las pieles pieles  menos blancas que no se queman y pigmentan fácilmente no deberían bajar de los 30 SPF. El tipo cinco se corresponde con los individuos de piel oscura que se queman muy difícilmente y que se broncean rápidamente. Aquí un factor 15 será apropiado, así como en las pieles negras.

Qué son los aceites y cremas solares

Dicho lo cual, cabe preguntarse qué son el aceite y la crema solar. En realidad ambos son protectores o bloqueadores solares (como podrían serlo los sprays, lociones, geles u otros productos tópicos) cuya función principal es la de evitar o disminuir las quemaduras causadas por la exposición al sol es la forma de presentación, el vehículo que porta el fotoprotector.

Los primeros suelen aplicarse con la ayuda de un difusor y ser más ligeros, líquidos, y cuentan con la base oleosa que promete su nombre, se caracterizan porque  son emolientes ( Evitan la evaporación del agua eliminada por la piel)

Los excipientes de las cremas son más ligeros,y habitualmente hidratan también, es decir, aportan agua. Su aspecto es más ligero..

Cómo saber cuál utilizar

Llegados a este punto podemos decir que, básicamente, la diferencia radica en la textura y que esta, en ningún caso, condiciona su efectividad. Lo que varía es la composición, y esta será más o menos adecuada en función del tipo de piel que tengamos. Pero aquí no nos estamos refiriendo a la sensibilidad al sol, sino a cuestiones como si es muy seca,  o grasa ,o acneiforme….

Por ejemplo, estas primeras suelen responder mejor a los aceites, o texturas en crema, mientras que para las pieles  grasas son mejor las fórmulas más ligeras, lo que conocemos como cremas “oil free” o libres de aceite..

Las partes del cuerpo también pueden influir. Por ejemplo, el rostro siempre agradecerá una solución mas ligera e hidratante. Los aceites, por otra parte, son ideales para extremidades, tronco, y además están pensados para desaparecer sin dejar residuos desagradables. Incluso los hay secos o” dry oil,” de tacto seco y sin sensación grasa.

En todo caso, la decisión final dependerá también en gran medida de los gustos de cada consumidor. Y es que, a pesar de nuestros conocimientos, las sensaciones también juegan un gran papel. Por ejemplo, puedes sentirte más “ligero” si te inclinas por un aceite o, sencillamente, más protegido si utilizas una espesa crema. Otro punto a favor de estas últimas es que se extienden muy bien,  y además resulta fácil ver aquellas partes “olvidadas”.

En qué deberías fijarte

Más allá del SPF, que protege contra los rayos ultravioleta B, deberías comprobar que presta protección contra los ultravioleta A o UVA. Es recomendable acudir a la farmacia o para farmacia, pero fíjate bien que en el envase aparezca el sello CE, que identifica aquellos productos que han superado los controles de la Unión Europea y que, por lo tanto, han cumplido con las exigencias de salud mínimas.

Importante  también en si resulta resistente al agua. Aquí puedes encontrarte ante dos supuestos: que sea Water Resistant o Water Proof. En el primero de los casos únicamente mantendrá el nivel de protección hasta dos baños de unos veinte minutos, mientras que en el segundo, aguantará hasta cuatro. Eso sí, siempre que no te frotes ni te seques con la toalla.

Lo más recomendable, no obstante, es volverse a aplicar producto inmediatamente y cuantas veces sea necesario, sobre todo en las zonas más delicadas como el escote, la cara, las mamas y los hombros. Y si puedes realizar la primera aplicación media hora antes de salir de casa, tanto mejor. El tiempo de absorción es clave para lograr que sean completamente efectivas.

Tampoco debería contener perfume (a no ser que se encuentre muy testado), pues muchas de estas fragancias son fotosensibilizantes, es decir, incrementan la sensibilidad de la piel a la luz. Razón de más para tampoco ponerte colonia ni aroma alguno antes de exponerte al sol.