La fotoprotección es el mantra que repiten los dermatólogos cuando dan sus consejos básicos para cuidar la piel. Estos especialistas insisten siempre en lo nocivos que resultan los rayos ultravioleta para la dermis, tanto a nivel estético como de salud, ya que la exposición solar sin la protección adecuada favorece la aparición de arrugas, estropea la piel y, además, eleva el riesgo de cáncer de piel o cataratas, por poner solo un par de ejemplos.
Aunque lo idóneo es que el hábito de proteger la piel del sol se mantenga durante todo el año, lo cierto es que hay una serie de consejos que conviene seguir en primavera para que la llegada del calor no nos pille desprevenidos. Son estos:
- Nutrición. Los estragos del sol en una piel desprotegida pueden mitigarse desde dentro prestando atención a que la alimentación diaria tenga el aporte suficiente de vitaminas, minerales y antioxidantes, unos elementos presentes en las frutas y las verduras que ayudan a reducir los radicales libres, elementos responsables de la oxidación de los tejidos y del daño celular. Son especialmente recomendables las verduras de hoja verde oscuro, los cítricos y las frutas y hortalizas amarillas, rojas y anaranjadas para asegurarnos el aporte óptimo de vitamina C y betacarotenos.
- Suplementación. Hay suplementos nutricionales en cápsulas que pueden empezar a tomarse desde un par de meses antes de la exposición solar más intensiva para proteger la piel de los rayos solares. Estos productos se venden en farmacias y parafarmacias y están compuestos, básicamente, de antioxidantes, licopeno, betacarotenos y vitaminas, y algunos incorporan Polypodium leucotomus (que mejora la fotoprotección solar). No obstante, este tratamiento no excluye el resto de medidas de fotoprotección que siguen siendo necesarias para evitar quemaduras y otros daños cutáneos por sobreexposición solar.
- Exfoliación. Una limpieza más profunda de la piel contribuye a eliminar grasa, residuos y células muertas, dejando una piel más sedosa y fina, además de mucho más receptiva a los cuidados que se le apliquen con posterioridad. Además, favorece que el bronceado que se vaya adquiriendo sea uniforme. En primavera, es el momento de modificar las rutinas de limpieza facial (haciéndolas más frecuentes para eliminar los restos de sudor o cremas) y cuidado de la piel.
- Hidratación. La subida de las temperaturas incrementa la deshidratación de la piel. Es hora de empezar a compensar este factor con cremas hidratantes faciales y corporales que aporten mayor hidratación a la piel. Además, es conveniente incrementar la ingesta de agua o recurrir a los vaporizadores de agua termal para refrescar e hidratar la piel cuando la notemos algo más seca. Algunas de estas formulaciones incluyen factor de protección solar.
- Fotoprotección. A medida que avanza la primavera, vamos desprendiéndonos de los abrigos, los jerséis de cuello vuelto, las bufandas… para dar lugar a las mangas cortas, los tirantes y las prendas más ligeras. Esto hace que buena parte de la piel que normalmente mantenemos a salvo de los rayos solares quede al descubierto. Para protegerla, es necesario usar cremas ligeras con un factor de protección solar de, al menos, 30. Para el rostro es conveniente usar, bien una hidratante que contenga ya el filtro solar, bien usar una crema solar antes de la hidratante diaria. Si te vas a maquillar, el orden correcto es: fotoprotector, crema hidratante y base de maquillaje. Existen bases de maquillaje que también incorporan protección solar. Si el filtro es suficientemente alto (en torno a 30) se puede prescindir de la crema solar específica. Para la exposición de la piel en los meses de verano, se recomienda utilizar filtros solares con FP 50. Existen filtros adecuados para cada tipo de piel (seca, grasa, reactiva, infantil…) así como adaptados a las necesidades individuales de cada paciente en función de la edad, sexo, historia clínica previa de cáncer de piel o incluso preferencias cosméticas.
Además de estas medidas, los especialistas recomiendan usar siempre gafas de sol con lentes adecuadas para proteger los ojos de la radiación ultravioleta. Asimismo, a medida que avanza el calor es recomendable llevar gorras, sombreros o viseras como barrera física que impida que los rayos solares dañen nuestra piel, especialmente en las horas centrales del día y cuando vamos a la playa, a la montaña, a la piscina o a hacer actividades al aire libre.
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