Ya está aquí el verano y con él llegan las largas horas tirados al sol en la playa o en la piscina, y es necesario preparar nuestra piel para que llegue en perfecto estado para disfrutar de los rayos solares y conseguir un bronceado uniforme y seguro. Unos cuantos consejos que pueden ayudarnos a cuidar nuestra piel para la estación estival.
Exfoliación para limpiar nuestra piel
Durante los meses de invierno parece que no prestamos tanta atención a nuestra piel, ya que se encuentra tapada por capas y capas de ropa. Por eso es importante que antes de someterla a los primeros rayos de sol la limpiemos y eliminemos las impurezas que puedan encontrarse en ella.
Lo ideal es realizar una exfoliación tanto corporal como facial. Para realizarla disponemos de distintos métodos: por un lado tenemos los productos cosméticos destinados a tal fin en forma de cremas, geles o incluso de toallitas. Por otro, podemos elaborar nuestra propia crema exfoliante casera a base de azúcar, avena, miel o aceite. Debemos extender la crema o gel uniformemente por toda la piel y trabajarla en círculos para retirar la piel muerta, haciendo especial hincapié en zonas como los codos y los hombros. Los guantes de crin también son una buena opción para exfoliar nuestra piel bajo la ducha, ayudándonos además a mejorar la circulación.
Para el cuerpo podemos realizar una exfoliación cada semana o cada dos semanas, mientras que para el rostro una vez al mes es suficiente. De este modo limpiamos la epidermis arrastrando las células muertas y dejando paso para la piel nueva.
Hidratación de la piel
La hidratación de nuestra piel es muy importante, sobre todo después de la exfoliación, cuando está perfectamente preparada para absorber todos los nutrientes de las cremas hidratantes. Necesitaremos una crema especial para el rostro y otra para el resto del cuerpo, ya que no todas las partes del cuerpo tienen las mismas necesidades. Elige una crema adecuada para tu tipo de piel: ten en cuenta si es muy seca, si es delicada…
Al realizar la exfoliación, los poros de la piel quedan abiertos y es el mejor momento para hidratar la dermis de forma profunda. Una piel bien hidratada resiste mejor los efectos del sol.
Pon atención a tu alimentación
Las frutas y verduras deben ser una parte importante de nuestra alimentación durante todo el año, pero mucho más en el verano y en los meses previos ya que son una magnífica fuente de vitaminas, antioxidantes y agua. El estado de nuestra piel es un fiel reflejo de lo que comemos, y aumentar el consumo de vegetales la hará lucir firme y bien hidratada.
En esta época es buena idea añadir a nuestros platos frutas, verduras y hortalizas ricas en betacarotenos como la calabaza, la zanahoria, las espinacas, el rábano, la papaya, el tomate o el mango. También algunos cereales como la avena o la cebada tienen una buena cantidad de estos pigmentos. Otro compuesto a tener en cuenta es el licopeno, un antioxidante que se encuentra en fresas, frambuesas, grosellas, cerezas y, por supuesto, en el tomate. La vitamina C, otro potente antioxidante, también nos ayudará a preparar nuestra piel: podemos encontrarla en la clásica naranja, pero otros alimentos que la contienen en mayor cantidad son el perejil, el pimiento rojo o el brócoli.
Protege tu piel antes de ponerte al sol
No podemos olvidar la protección de la piel antes de nuestras sesiones de bronceado: es necesario que apliquemos un protector solar para tomar el sol de forma segura, ya estemos en la playa, en la montaña o en la piscina de nuestra ciudad. Aplica tu protector solar (que debe contar con protección para los rayos UVA y UVB) unos 30 minutos antes de exponerte al sol y ve renovándolo siempre que lo necesites. El factor de protección solar de una crema nos indica el tiempo que podemos pasar al sol sin necesidad de renovarlo: los factores de protección más altos nos permiten una exposición más larga a los rayos solares.
Recuerda que los productos de protección solar, ya sea en spray, gel o crema, tienen una vida útil corta, y generalmente tenemos que renovarlos de un año para otro. Comprueba siempre cuánto tiempo puede utilizarse un producto después de haber abierto el envase (puedes ver el número de meses que puedes utilizarlo dentro del dibujo de un pequeño frasco) para asegurarte de que protegerá tu piel de manera adecuada.
Cuando te apliques la protección solar haz hincapié en las zonas más expuestas al sol como los hombros, la parte superior de las orejas y los brazos, y aquellas donde la piel es más delicada, como la de la zona del escote.
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