El índice de masa corporal es un cálculo para determinar el grado de obesidad de una persona usando su talla y su masa. Reducir este valor, pues, resulta fundamental para mantener una vida saludable.
Y, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, junto con las universidades de Tennessee, Arkansas y el Instituto de Investigación de Economía Agrícola de Noruega, el simple hecho de analizar el etiquetado de los alimentos que vamos a consumir ya es una forma de reducir nuestro índice de masa corporal. Por eso es muy importante conocer cómo leer las etiquetas de los alimentos.
Qué dicen los datos
Según la investigación, los individuos que leen las etiquetas pueden llegar a tener un IMC 1,49 puntos menor que el de quienes nunca tienen en cuenta dicha información a la hora de hacer la compra. En un ejemplo práctico, esto supondría una disminución de 3,91 kg para una mujer estadounidense de 1,62 cm de altura y 74 kg de peso.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores tuvieron en cuenta 25.640 observaciones con indicadores de salud, hábitos de consumo y de compra basados en datos que tomaron de la encuesta anual National Health Interview Survey (NHIS), recogida por los Centro Americanos para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC).
Según explica María Loureiro, autora principal del estudio que publica la revista Agricultural Economics:
Sabemos que esta información puede ser utilizada como un mecanismo de prevención hacia la obesidad. Hemos observado que leen más las etiquetas nutricionales las personas que viven en un ámbito urbano, con educación media o alta, como cabría esperar y, por tanto, se podrían diseñar campañas o políticas públicas que promuevan el uso del etiquetado nutricional también en menús de restaurantes y otros establecimientos públicos, para que se beneficie la población que come habitualmente fuera de casa.
Diferencias entre personas
Los hombres y las mujeres no atienden por igual a las etiquetas con información nutricional de los alimentos. El 58% de los hombres lee habitualmente o siempre la información presentada en las etiquetas nutricionales, mientras que este porcentaje se incrementa hasta el 74% en las mujeres.
Con independencia del sexo, quienes examinan más esta información del etiquetado son las personas que viven en ciudades y quienes tienen estudios de enseñanza media y universitaria.
La población fumadora examina mucho menos esta información. Según Loureiro, “su estilo de vida contiene ciertos hábitos poco saludables y, como consecuencia, nuestros resultados indican que puede ser que no se preocupen tanto del contenido nutricional de lo que comen”.
La prevención de la obesidad
Aunque consultar el etiquetado de los alimentos produzca una reducción muy pequeña en el índice de masa corporal, cualquier preocupación extra que incida en este sentido siempre será bienvenida en un mundo donde el sobrepeso y la obesidad se ha convertido en una epidemia mundial. En 2009-2010, más de un tercio de la población adulta en Estados Unidos era obesa y en niños y adolescentes este porcentaje alcanzaba un 17%.
Por ejemplo, cuando realicemos la compra es importante tener en cuenta algunos consejos:
- Comprar sin tener hambre.
- Con la lista de lo que necesitamos elaborada previamente.
- Evitar platos preparados o precocinados.
El sobrepeso y la obesidad son uno de los principales problemas médicos en los países del Primer Mundo, y pueden producir un gran número de enfermedades. Por ello, no solo debemos cuidar lo que comemos y la información nutricional de lo que compramos, sino también mantener una serie de hábitos saludables.
Los fundamentales son mantener una dieta rica y variada en la que abunden las frutas y las verduras y evitar los alimentos ricos en grasas saturadas y bollería industrial. Una buena alimentación también debe complementarse con la práctica de ejercicio regular, al menos media hora tres días a la semana. No solo así sufriremos menos enfermedades, sino que además luciremos un aspecto más saludable.
fina
ASCENSION DE LA ORDEN LOZANO.
Rosalía
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M. Jesús