Llega el mes de diciembre y con él las ganas de comenzar nuevos retos, mejorar la salud y cuidarnos más. Los propósitos de Año Nuevo son ilusionantes y están cargados de buenas intenciones, pero a veces no pasan del mes de febrero. ¿Cómo conseguir sacarlos adelante? No existen fórmulas mágicas, pero sí recursos motivacionales que te ayudarán a cumplirlos.
Esta vez va en serio, ¿por dónde empiezo?
Hay dos tipos de motivación, la extrínseca en la que lo que nos estimula son los factores externos, y la intrínseca que nace de nuestro interior. En la primera los actos se realizan con el fin de obtener un incentivo externo (por ejemplo, un reconocimiento social), pero en la segunda, se disfruta del proceso, se realiza la acción por el mero hecho de disfrutarla, no solo se valora el resultado final.
La motivación intrínseca se relaciona con los deseos de desarrollo personal y autorrealización. Si la encontramos, nuestros propósitos resistirán mejor el paso del tiempo. Aunque en ocasiones la extrínseca nos puede ayudar a cumplir algunas tareas que no nos apasionan, pero que son imprescindibles para lograr algún objetivo que nos planteemos.
Teniendo esto en cuenta, antes de empezar la lista de propósitos de Año Nuevo, tiene mejor resultado formularlos como una pregunta. En lugar de escribir, “Voy a apuntarme al gimnasio”, cuestionarnos primero, “¿Quiero apuntarme al gimnasio?” Y ser sinceros en nuestra repuesta. Quizá queremos iniciarnos en el deporte, pero el gimnasio no nos motiva especialmente. En ese caso es recomendable seguir preguntando, hasta encontrar la opción que realmente nos dé ganas de movernos.
Además, al contestar afirmativamente a cada cuestión, adquirimos un compromiso mayor. La Universidad de California publicó en julio de 2016 una revisión de 51 estudios en la que observó que cuando expresamos nuestros propósitos como preguntas tenemos más probabilidades de éxito en su realización, porque identificamos mejor cuales son nuestras metas y lo que implica orientarnos hacia ellas.
El bienestar emocional es clave cuando necesitamos vencer la pereza o tenemos ganas de tirar la toalla. En este sentido, la práctica de mindfulness también nos ayuda a clarificar nuestros objetivos, y centrar nuestra atención para llevarlos a cabo. Si este año queremos una transformación real, cambiar de actitud frente a las dificultades y aprender a parar la mente cuando empieza a vagar de un lado a otro, es el mejor punto de partida.
Propósitos de año nuevo, con fundamento
Pensar propósitos de año nuevo es algo muy común, aunque realizarlos ya no tanto. Un ejemplo nos lo da el Instituto de Investigación Statistic Brain, que cuenta que solo un 8% de los americanos logra cumplirlos con éxito. La propia experiencia nos puede dar datos similares, y cuando esto ocurre la falta de concreción o de realismo tiene mucho que ver.
Cómo preparar la lista
Factores a tener en cuenta al elegir nuestros objetivos:
- Pocos y bien definidos: fijar más de dos objetivos a cumplir suele acabar en abandono. Es mejor quedarse con uno que realmente nos motive y ser lo más concretos posibles al definirlo. En lugar de “Voy a hacer deporte” o “Voy a adelgazar”, mejor especificar: “Voy a apuntarme a natación e iré todos los martes y jueves a las ocho de la mañana” o “Voy a visitar al nutricionista para que me asesore y me guíe en una dieta saludable, con la que perder cinco kilos este año”.
- Realistas: abandonar nuestra zona de confort está muy bien, pero algunos retos (salir a correr, meditar…) necesitan un aumento de tiempo progresivo. Intentar empezar por una hora al día es probable que nos agote y nos desmotive.
- Divide y vencerás: Establecer objetivos intermedios es fundamental para tener éxito, piensa en algo que quieras lograr a largo plazo, y después divídelo en todos los pequeños pasos que te ayudarán a llegar a la meta. Céntrate en ir completando cada vez el siguiente paso que te toca, así evitarás agobios y te resultará más fácil.
Qué hacer para conseguirlos
Ya tienes tus propósitos definidos, lo siguiente que toca es un poco de organización:
- Escribe lo que quieres: una buena planificación pasa por anotar lo que quieres y los pasos que vas a dar para lograrlo. No dejes que la rutina diaria te haga olvidar tus deseos. Escríbelos bien grandes, con letras llamativas, y ponlos en lugar visible.
- Fija un horario: en lugar de marcar una fecha límite final, resulta mucho más efectivo fijar un horario y seguirlo. De esta forma, cumpliendo cada semana, conseguiremos llegar a nuestro objetivo. No importa si es un poco más tarde o más temprano de lo previsto. Si fijamos una fecha límite, sin un plan de acción, es probable que lo dejemos todo para el final… o para nunca. Aplicaciones para el móvil como Timetable nos ayudan a organizarnos mejor, mandan recordatorios e incluso silencian el móvil cuando necesitamos concentrarnos.
- Registra tus progresos: anotar lo que hacemos e ir comprobando nuestros progresos es motivador y contribuye a adquirir un mayor compromiso. Da igual si es en una libreta, una hoja de cálculo o una app. Apúntalo todo y disfruta de la satisfacción de cada pequeño logro.
Un extra de apoyo y motivación
Hay propósitos que resultan más fáciles que otros, pero la dificultad no es razón para renunciar. A veces solo hace falta recordar que no estamos solos en esto:
- Comparte tu propósito: cuéntaselo a las personas que te importan, así será más difícil caer en la tentación de abandonar. Por otra parte, actualmente puedes encontrar multitud de asociaciones y comunidades online (grupos de Facebook, de Whatsapp, foros…) en los que apoyarte y compartir la experiencia, ya sea dejar de fumar, practicar yoga o aprender un idioma.
- Busca ayuda profesional: si todos los años intentas perder peso y no lo consigues, o quieres reducir el estrés pero luego el día a día te sobrepasa, contar con la ayuda profesional de nutricionistas, entrenadores personales o psicólogos, es una opción recomendable para lograr, esta vez sí, tus metas.
- No te rindas: fallar una vez no es motivo para tirar la toalla, al contrario, nos sirve de aprendizaje para hacerlo mejor la siguiente. Como hemos comentado, para conseguir nuestro propósito unas veces disfrutaremos con lo que hacemos (motivación intrínseca), pero otras nos puede requerir un esfuerzo extra (motivación extrínseca). Planificar una recompensa saludable cuando es necesario también ayuda: un masaje, un día de excursión por la montaña, quedar con un amigo, regalarnos un libro… piensa algo que te inspire.
Antes de que te des cuenta habrás convertido tus nuevas rutinas en un hábito y el cambio que antes parecía imposible se ha hecho realidad y nos resulta incluso fácil mantenerlo en nuestro día a día.
¿Ya sabes cuáles van a ser tus propósitos de año nuevo?
Joaquín Carlos
Joaquín Carlos
Joaquín Carlos
Joaquín Carlos
Joaquín Carlos