Echar una cabezada a lo largo del día no es un invento español para librarse de trabajar, sino una buena manera de reponer fuerzas y continuar con un trabajo bien hecho. Está probado que descansar alrededor de 30 minutos a lo largo del día, especialmente por la tarde, puede aumentar nuestra memoria, nuestra capacidad de concentración y nuestra creatividad. En definitiva, nos ayuda a reponer pilas para mejorar el rendimiento en nuestro trabajo.
Una siesta de más de 60 minutos es síntoma de otros problemas de salud
Pero, ¿qué pasa si, por costumbre, las siestas duran más de lo debido? El límite de una siesta saludable se establece en un máximo de 45 minutos. Si prefieres ser de los que echa siestas de un par de horas, quizás estés poniendo en riesgo tu salud sin necesidad. Cuando aparece ese nivel de cansancio durante el día, quizás se deba a una falta evidente de descanso durante la noche, por la cual es recomendable acudir a un especialista para que te ayude a obtener un mínimo de 7 horas de sueño reparador cada noche.
Tener por costumbre echar siestas de más de 1 hora puede traducirse en problemas de salud de todo tipo. En el año 2014, un estudio publicado en el American Journal of Epidemiology afirmó que una siesta de una hora o más a diario incrementa en un 32% el riesgo de mortalidad. Quizás se deba a que la necesidad de un descanso tan prolongado es síntoma de que algo no va bien y no el causante del problema en sí mismo.
Si duermo una siesta tan larga por gusto, ¿qué me puede pasar?
Las personas que deciden (y pueden) realizar una siesta de más de 1 hora sumergen tanto a su cerebro como a su cuerpo en una fase de sueño profundo. ¿Qué significa? Que cuando se despierten estarán más aturdidas y desorientadas, teniendo que luchar contra esa sensación hasta recuperar su energía y niveles de concentración normales para continuar con su trabajo. Si tu objetivo era recuperar fuerzas antes de afrontar el resto del día, tu desempeño se verá truncado por un atontamiento propio del sueño profundo de las ondas lentas que se produce cuando se lleva a la fase REM.
Además, estas siestas excesivas pueden interrumpir el reloj circadiano interno, afectando de manera directa a tu apetito y niveles de energía, pudiendo aumentar las causas de muerte por enfermedades cardiovasculares y de padecer síndrome metabólico según un estudio realizado por Tomohide Yamada publicado en la publicación médica Sleep en junio de 2015.
Lo que queda claro es que una siesta que se prolongue más de 30 minutos tiene efectos importantes tanto en nuestro cerebro como en nuestra salud. Si bien una siesta corta puede ayudarnos a restablecer nuestros niveles de energía y ser una ayuda para afrontar el día a día, una siesta diaria de 1 hora o más tendrá efectos negativos sobre nuestra salud, no solo afectando a nuestra productividad de manera inmediata, sino elevando nuestras posibilidades de padecer una enfermedad cardiovascular.
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