Bienestar, Salud

Las alergias también aparecen en invierno

Cuando escuchamos la palabra alergia, automáticamente la relacionamos con la primavera. Pero, ¿has pensado alguna vez que la tos y la rinitis de invierno pueden ser síntomas de una alergia y no de un catarro común?

La alergia es una reacción de nuestro cuerpo cuando entra en contacto con una sustancia que considera dañina o extraña. Cuando se trata de una alergia alimenticia, como puede ser el glúten o a los frutos secos, es sencillo de evitar. En cambio, cuando se producen por factores medioambientales, la prevención se vuelve un desafío.

Aunque la palabra alergia, en la mayoría de los casos la relacionemos con la primavera, no tiene por qué ser así. Durante todo el año hay factores ambientales que influyen en nuestra salud. Si bien durante la primavera florecen muchas plantas y es el momento en el que más tipos de polen vuelan por el ambiente, no todo el mundo es alérgico al mismo tipo de polen. De esta manera, aquellas plantas que polinizan durante el invierno serán los causantes de los molestos síntomas de la alergia.

En invierno aumenta una de las alergias más agresivas

Este es el caso de cipreses y arizónicas, que pertenecen a la familia de las cupresáceas y cuyo polen es el segundo más agresivos en España; en primer lugar encontramos las gramíneas. Los alérgicos al polen de las cupresáceas padecerán alergia durante los meses de frío, viendo que sus síntomas empeoran cuando se dan días cálidos (dentro de lo que significa estar en invierno) y días con más viento.

No podemos olvidar que, durante el invierno, con el uso de calefacción se puede producir una mayor sequedad en el ambiente. Para combatirla, se recurren a aparatos como los humidificadores, para que el ambiente sea más agradable. El uso de este tipo de productos puede propiciar las alergias producidas por hongos, al igual que ocurre en zonas del litoral, donde esa humedad ya está presente de manera natural.

¿Cómo diferenciar los síntomas de la alergia y los del catarro?

Entre los síntomas más habituales de la alergia encontramos la rinitis y la conjuntivitis alérgica. La rinitis alérgica puede producir goteo y picor nasal, estornudos, congestión, tos, dificultades respiratorias, lagrimeo constante y picos de ojos y garganta. La conjuntivitis alérgica provoca hinchazón y enrojecimiento en la zona ocular. Estos síntomas se asemejan mucho a los que aparecen en un resfriado, ¿verdad?

La mejor forma de conocer la diferencia es informarse de los niveles de polen en su zona (hay paginas web como www.polenes.com impulsada por la Asociación Española de Alergología e Inmunología Clínica) y vigilar la relación entre los síntomas y los picos de polen en el ambiente. Los síntomas alérgicos aparecen unas 24 horas después de uno de estos picos y duran entre 2 y 3 días, siendo los periodos al aire libre aquellos en los que más se acusan estos síntomas. Por su parte, durante la noche y en interiores, la sintomatología disminuye. En el caso del catarro, la tos y la congestión no “atenderá a razones” y a lo largo de los días, la mucosidad pasará de simple goteo transparente a una sustancia más densa de color verdoso o amarillento.

Consejos para prevenir la alergia invernal

Ante la presencia de los primeros síntomas, acuda a su médico para establecer la causa y seguir un tratamiento de antihistamínicos que le ayuden a controlar las molestas reacciones alérgicas. Productos como sprays nasales y gotas para los ojos pueden ayudar a aliviar los síntomas y hacerlos más llevaderos, pero siempre bajo control y prescripción médica.

Además de tomar la medicación adecuada, puedes tomar ciertas medidas que te ayuden a mejorar tu salud durante estos días. Por ejemplo, si a pesar de la afluencia de polen en el ambiente, debes salir a la calle, te recomendamos que al volver a casa te des una ducha en la que laves tanto el cuerpo como el pelo y te cambies de ropa, dejando la que hayas usado para lavar. Así limitas tu contacto con los alérgenos. Y hablando de ropa, la mejor manera de evitar las alergias de invierno es no tenderla al aire libre, donde el polen puede pegarse a tu ropa limpia y acompañarte durante todo el día mientras la llevas puesta.

Evitar las ventanas abiertas y tener filtros de aire limpios y de calidad también ayudarán a pasar un invierno libre de estornudos.