La pérdida auditiva relacionada con la edad se asocia a efectos negativos como la depresión, el deterioro cognitivo o el aislamiento social, entre otros. Para minimizar el impacto en los afectados, es recomendable hacerse revisiones periódicas, acudir al especialista y aplicar las medidas necesarias para mejorar el desempeño diario del oído.
La pérdida auditiva vinculada al envejecimiento se denomina presbiacusia o hipoacusia. Puede producirse a partir de los 50 años, presenta en general una progresión lenta y el grado de pérdida es diferente en cada oído y varía de una persona a otra. En cuanto a las causas, no hay ninguna causa única conocida para la presbiacusia relacionada con la edad. Con mucha frecuencia, se debe a cambios en el oído interno a medida que se envejece. Sin embargo, los genes y ruidos fuertes pueden influir. Así, entre los factores que predisponen se encuentran los antecedentes familiares y la exposición repetitiva a ruidos fuertes pero también el tabaquismo, afecciones como la diabetes o ciertos medicamentos.
Sobre las consecuencias, la presbiacusia resta calidad de vida a las personas afectadas ya que la audición es clave para que las personas mayores puedan desenvolverse con total autonomía, disfrutar de su entorno familiar y mantener relaciones sociales. Entre los efectos negativos, se asocia a un mayor número de personas con depresión, deterioro cognitivo, alteraciones de la conducta y del sueño, disminución de la actividad social, problemas de comunicación y otras alteraciones de la memoria.
Además, en ciertas ocasiones los casos se complican porque se suman otros problemas auditivos propios del envejecimiento como los tinnitus o acúfenos, es decir, la presencia de ruidos y sonidos que se generan en el propio oído.
¿Cuándo acudir al especialista?
La pérdida auditiva asociada a la edad debe evaluarse lo antes posible. Esto ayuda a minimizar su impacto, así como a descartar causas como cerumen en el oído o efectos secundarios de medicamentos. Las señales ante las que acudir al especialista son:
- Dificultad para escuchar al interlocutor cuando habla por teléfono.
- No seguir correctamente la conversación si están hablando dos o más personas al mismo tiempo.
- El ruido de fondo mitiga la voz de la persona con la que se habla.
- Oír muy bajo a otras personas o tener la impresión de que no modulan.
- No entender lo que le dicen.
- Distorsión en los sonidos.
La pérdida auditiva está asociada al envejecimiento, no existe cura y el tratamiento se dirige a mejorar el desempeño diario con la ayuda de recursos externos como el uso de audífonos.
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