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Impacto de los microplásticos sobre la salud ¿qué sabemos?

Aunque cada vez hay más datos que revelan que estamos expuestos a una cantidad creciente de microplásticos, lo cierto es que por ahora no hay datos concluyentes acerca de sus posibles riesgos para la salud.

¿Qué son los microplásticos?

Los microplásticos son partículas de plásticos de tamaño inferior a cinco micras que se derivan de la destrucción o desgaste de piezas plásticas más grandes. En ocasiones, pueden fabricarse directamente con este tamaño tan pequeño para, por ejemplo, incorporar estas partículas a los cosméticos exfoliantes, controlar el espesor de un producto o mejorar su textura.

Según los análisis obtenidos en diversos seguimientos, estos microplásticos están presentes en nuestra cadena alimentaria, ya que una vez que se liberan al medio ambiente pueden ser ingeridos con facilidad por los peces, el ganado o las aves de corral. Asimismo, se han encontrado partículas de microplásticos en el agua potable (embotellada o no) y una prueba de que pueden entrar en nuestro organismo es que se ha comprobado su presencia en las heces de voluntarios que han formado parte de las muestras de varios trabajos de investigación.

¿Son peligrosos?

A pesar de que su presencia en nuestro entorno y en nuestro organismo es un hecho, y de que hace un par de años la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) considerase que los microplásticos son un “riesgo potencial emergente”, lo cierto es que por ahora no hay datos al respecto de cómo puede o no absorber el cuerpo estos elementos y cuál es el efecto de estos subproductos en la función respiratoria, intestinal o digestiva, como tampoco se ha establecido en qué medida se acumulan o no en los tejidos o si existe un nivel seguro por encima del cual haya que empezar a preocuparse.

Por el momento se estima que los microplásticos con un tamaño superior a 150 micras no suelen ser absorbidos, mientras que las partículas más pequeñas lo hacen en muy poca cantidad.

No obstante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cree que se trata de un asunto que hay que estudiar en profundidad y que es necesario investigar no solo la presencia de microplásticos en el ambiente que nos rodea, el agua que bebemos o los alimentos que tomamos. Este llamamiento ha sido formulado después de que se haya publicado un trabajo acerca de lo que se conoce hasta la fecha sobre la presencia de este material en el agua potable.

En cualquier caso, la institución cree que las empresas que gestionan y suministran agua potable, deben priorizar la eliminación de microbios patógenos y productos químicos peligrosos para la salud de las personas, como los que causan enfermedades diarreicas mortales, ya que los sistemas de tratamiento de aguas residuales no solo acaban con estos patógenos, sino que además separan los microplásticos, con lo cual el beneficio es doble.

Según la OMS, el impacto del plástico sobre el medioambiente está fuera de toda discusión y por lo tanto ha pedido a los gobiernos de todo el mundo que pongan en marcha iniciativas para reducir la contaminación por este material y la exposición de la población al mismo independientemente de si los microplásticos resultan ser o no dañinos para la salud.

Prudencia

En la misma línea se encuentra la Agencia Europea de Sustancias Químicas, quien a comienzos de año propuso restringir la utilización de microplásticos añadidos de forma deliberada en artículos tanto de uso industrial como de consumo diario tales como detergentes, cosméticos o productos agrícolas.

Aunque esta entidad insiste en que los posibles efectos de estos materiales sobre la salud humana todavía no se conocen bien, sugiere que a la vista de los datos que ya se van sabiendo, lo más conveniente, por prudencia, sería reducir al máximo la cantidad de partículas de plástico que entra en contacto con el organismo de forma fragmentada, sobre todo evitando añadirlos a productos de uso cotidiano.

Actualmente, no existe legislación española o europea que regule la presencia de microplásticos y nanoplásticos (aún más pequeños que los primeros) como contaminantes en los alimentos, aunque sí están disponibles diferentes sistemas para su detección y evaluación en la cadena alimentaria. Las autoridades sanitarias españolas ya han anunciado que una vez finalizada la etapa de investigación y se llegue a conclusiones más sólidas, pondrán en marcha todas las medidas de gestión del riesgo necesarias para descartar cualquier riesgo para la salud de los consumidores.