El aislamiento social ha sido reconocido como una de las mayores causas de enfermedad y mortalidad durante más de un tercio de siglo. Al menos, eso es lo que afirma la revisión “Hacia la neurología de la soledad”, de la Universidad de Chicago, en la que se hace un análisis de cómo afecta a la mente el estado de completa separación.
La soledad se puede entender de muchas maneras. Hay quien puede pensar que el problema no está en vivir solo, sino en no tener gente con quien rodearse y compartir. Pero el problema, visto así, obvia a uno de los segmentos más vulnerables en la convivencia en el hogar: las personas mayores. Un tercio de las personas mayores en Europa vive en soledad según el Eurostat.
Este dato despierta algunas incógnitas que merecen ser planteadas entre todos: ¿cuántas personas viven solas? ¿Qué hacer para evitar el retiro social?
Cuánta gente vive sola
Se han dado las condiciones necesarias para que en el viejo continente crezca el número de personas que envejece en soledad. Por un lado están los países del Mediterráneo (España, Portugal, Grecia y España), que tienen proporciones bajas de personas que viven en soledad, aunque han crecido en los últimos años.
Por otro lado, los países nórdicos han tenido mayores índices de personas mayores viviendo en soledad, pero ha ido decreciendo en los últimos años. En el caso particular de España, el 24% de los mayores están solos en sus casas.
Cuando hablamos de personas mayores, nos referimos a aquellas que tienen 65 años o más. A partir de la tercera edad, las mujeres prácticamente doblan al número de hombres que viven solos en Europa (40,4% de mujeres respecto al 21,3% de hombres).
Algunas causas que explican no solo el envejecimiento de la población sino también el porqué envejecemos en soledad son la baja mortalidad, las rupturas familiares y el descenso de los índices de natalidad.
Ahora bien, como hemos dicho, detrás de estos datos hay personas cuya salud se ve afectada por una forma de vida que podría no ser tan dañina cuando se es joven o se está en la edad adulta, dado que el entorno laboral, la pareja y los amigos ayudan a mantener el equilibrio (el exceso de tiempo libre podría conllevar estrés). Entonces, ¿hasta qué edad conviene vivir en soledad?
Hasta qué edad conviene vivir solo
Nadie se salva del paso de los años, y prácticamente a nadie le gusta sentirse mayor. Si nos atenemos a las instituciones, la edad que suele considerarse “tercera edad” es a partir de los 65 años, sin embargo, no hay una edad establecida para el momento en el que conviene dejar de estar solos dado que depende mucho de las circunstancias, las elecciones personales y la forma en la que cada persona envejece.
Hay quienes llegan a la tercera edad en un estado de salud formidable, pudiendo hacer muchas actividades fuera de casa. Pero incluso esas personas pueden sufrir una de las lesiones más frecuentes entre los mayores: las caídas. Verse en una circunstancia así es desagradable para cualquiera, sobre todo si se vive en soledad.
Una caída o un despiste en casa son indicadores de que probablemente esa persona necesita compañía, así como gente que esté a su lado. De ahí que los familiares y allegados se planteen las residencias para que las personas mayores reciban la atención que necesitan. Si bien es cierto que detrás de ese pensamiento hay muchos mitos que han de ser derribados, y es que las residencias son instituciones gestionadas por profesionales que cada vez son más necesarias.
Además, los centros de la tercera edad también son espacios donde pueden compartir y relacionarse con más personas de su misma condición, aunque esta no es la única alternativa.
Qué alternativas hay para evitar la convivencia en solitario
El contacto social es fundamental para la salud. Esto es precisamente lo que fomenta la residencia Humanitas situada en el pueblo de Deventer (Holanda). En ella, los jóvenes estudiantes pueden quedarse gratis en la residencia siempre y cuando pasen un mínimo de 30 horas con los mayores que residen en el lugar.
De esta manera, se crea un intercambio que beneficia a ambas partes y que en la mayoría de casos desemboca en una relación de complicidad y amistad. Una iniciativa ejemplar cuyo coste se justifica por la mejora del bienestar social de quienes están pasando la última etapa de sus vidas.
Otras alternativas más cercanas responden al nombre de “cohousing” para personas mayores. Se trata de viviendas en urbanizaciones, comunidades o casas independientes gestionadas por los propios inquilinos y en las que se comparten zonas y servicios como la atención médica y la limpieza.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que esta alternativa se contempla entre las personas mayores que pueden valerse por sí mismas, ya que lo único que cambia es que están acompañadas por otras personas que están en las mismas circunstancias, y además, carecen de profesionales que puedan cuidarlas las 24 horas como ocurre en una residencia.
Mario Alberto Ybarra Matus.