El aumento de la esperanza de vida unido a la baja natalidad se traduce en un envejecimiento importante de la población y convierte la demencia en un gran reto presente y futuro, tanto para los profesionales de la salud como para la sociedad en general. Sin embargo, aunque tenemos en mente más o menos qué es la demencia, todavía está rodeada de mitos e ideas erróneas.
Demencia es la palabra que se utiliza para nombrar de forma genérica un deterioro de las capacidades cognitivas (atención, percepción, memoria…) y aunque a menudo se confunde con el Alzheimer, no son sinónimos. La enfermedad del Alzheimer es una de las que más comúnmente puede provocar los síntomas de la demencia, pero también hay otras frecuentes como la demencia vascular, la demencia por cuerpos de Lewy o la enfermedad de Pick.
Teniendo en cuenta que actualmente la demencia afecta a más de 46 millones de personas en todo el mundo y que está previsto que esta cifra se duplique cada 20 años, hoy vamos a examinar algunas de las falsas creencias más extendidas.
Es parte del envejecimiento
El término “demencia senil” da a entender que la demencia es algo inevitablemente ligado con la vejez, y aunque este es un factor de riesgo importante (el 40% se produce a partir de los 85 años), la demencia es el resultado de enfermedades neurodegenerativas, no de cumplir años.
No todo el mundo envejece de la misma forma ni al mismo ritmo. Al hacernos mayores es normal que disminuyan ciertas aptitudes como la velocidad de procesamiento, la habilidad para aprender tareas nuevas o la memoria a corto plazo, pero también se conservan y potencian otras relacionadas con la experiencia y todo lo que se ha aprendido a lo largo de los años.
Por otra parte, enfermedades como el Alzheimer de inicio precoz, afectan a personas menores de 65 años y pueden iniciarse incluso antes de cumplir los 40.
La falta de memoria es determinante
El deterioro de la memoria es uno de los síntomas principales del Alzheimer, y al ser esta enfermedad la más frecuente se suele asociar la pérdida de memoria con la demencia, pero otros tipos como la enfermedad de Pick no siempre manifiestan este problema.
Por otra parte, sufrir lapsus de memoria tiene cabida dentro de un envejecimiento sano, o bien puede deberse a otras causas como una medicación determinada, depresión u otras patologías. No saber dónde hemos dejado las llaves de casa no tiene que indicar forzosamente un inicio de demencia, aunque no recordar para qué sirven las llaves sí que es una señal de alarma. En cualquier caso, ante la duda, lo mejor es consultar con un especialista para que pueda valorar la situación y aplicar el diagnóstico y tratamiento correcto.
Todos los pacientes con demencia…
Hay muchos mitos que se inician con esta frase, “Todos los pacientes con demencia…” y pueden completarse con: “se comportan de forma violenta”, “no se dan cuenta de lo que pasa”, “han sufrido depresión alguna vez”, “han heredado su enfermedad”, etc.
Ninguna puede ser cierta porque la demencia es generalmente multifactorial. Suele producirse por varias causas, tanto genéticas como ambientales, y también puede cursar de muy distintas formas, empezando por que según el tipo de demencia se verán afectadas diferentes áreas del cerebro. Aunque en el curso de una demencia la tolerancia al estrés por lo general es baja, no todos los pacientes se comportan de forma violenta, al igual que no todas las demencias evolucionan al mismo tiempo, ni afectan por igual al habla, las emociones, la memoria o la motricidad.
Por eso es tan importante contar con médicos y centros expertos en demencia, que tengan en cuenta cada caso de forma particular, y proporcionen el tratamiento y los cuidados más adecuados mediante una atención individualizada.
Tiene cura o no vale la pena el tratamiento
Aquí tenemos dos creencias totalmente opuestas pero ambas equivocadas. Aunque la investigación al respecto sigue avanzando, actualmente no se conoce ningún tratamiento farmacológico o de otro tipo, que cure o ponga fin al avance de las diversas formas de demencia, que son irreversibles.
Aunque esto no nos puede llevar a caer en el otro extremo del mito y pensar que al no existir cura no vale la pena seguir un tratamiento, y hay que tener presente que este es imprescindible como paliativo, para aliviar las molestias y síntomas derivados.
Un plan de cuidados personalizado contribuye a mejorar las actividades de la vida diaria del enfermo, y su rendimiento general. Existen diversas terapias, como la asistida con mascotas, enfocadas a prestar apoyo psicológico y emocional, que aumentan la autoestima y el ánimo de los pacientes, al igual que, por ejemplo, la fisioterapia les puede ayudar en su movilidad o en la reducción de dolores musculares.
Mantener las capacidades de los pacientes el máximo de tiempo posible, así como preservar su integridad y dignidad, son el objetivo principal de este tipo de tratamientos. Todavía queda mucho por avanzar y descubrir, tanto en el diagnóstico precoz para detectar la demencia, como en la forma de detener su avance, pero también hay cada vez más medios y especialistas que contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas con demencia y de sus familiares. Contar con su trabajo y disponer de información completa y correcta sobre la demencia son dos de los mejores recursos de los que disponemos hoy en día.
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