Lo más valioso que tenemos al final de nuestra vida son nuestros recuerdos: es algo que nada ni nadie nos puede robar y que debemos esforzarnos por mantener el mayor tiempo posible. Estos son especialmente importantes cuando entramos en una edad avanzada: esos recuerdos nos ayudan a saber quiénes somos y quiénes son los que se encuentran a nuestro alrededor. Para mantenerlos, una buena idea es realizar un mapa de vida, ¿sabes hacerlo?
¿Qué es un mapa de vida?
Imagina que tienes que preparar tu propio curriculum vitae, pero con unas cuantas modificaciones: en lugar de hablar solo de formación y de trabajo, hablarás de distintos aspectos de tu vida que han sido y son importantes para ti, de los hitos que han marcado tu vida y tu historia y que te han convertido en lo que eres ahora mismo. Además, el mapa de vida, a diferencia del curriculum, es algo exclusivamente para ti que puedes compartir con quien tú quieras. Es un documento muy personal, pero también muy bonito para compartir con tus seres queridos.
El mapa de vida habla de tu historia, ya sea reciente o de hace años, y te ayuda a situarte en el espacio y en el tiempo y a ubicarte en el momento actual. Puede servir no solo para repasar aquello que has hecho y todo lo que has conseguido, sino también para plantear nuevas metas y para dirigir tu vida personal, laboral y social hacia los propósitos que deseas alcanzar.
¿Para qué sirve elaborar el mapa de vida a las personas mayores?
Según va pasando el tiempo y una vez que nuestra vida ya está asentada parece que los años se van haciendo más similares y monótonos, y terminamos por olvidar las pequeñas cosas que los hacen especiales. Todos recordamos con facilidad la época de la adolescencia o de la universidad, pero al comenzar a trabajar la rutina hace que los días sean entre sí demasiado parecidos. Ocurre lo mismo tras la jubilación: cada día es más de lo mismo y corremos el riesgo de olvidar qué hemos logrado, quiénes somos y qué queremos conseguir a partir de ahora.
En el caso de las personas mayores, ayudarles a elaborar su propio mapa de vida puede, por un lado, asistirles a recordar y compartir ciertos detalles de épocas pasadas que quizás habían quedado en el baúl de los recuerdos. Por otro lado, conocer cuáles han sido los hitos en su vida (¿Ha practicado deporte? ¿Ha ganado un campeonato de dominó? ¿Le gusta cuidar de sus nietos? ¿Ha tenido hermanos?) es una fuente de información importantísima para los trabajadores de los centros de día o de las residencias, si acuden a alguno de estos lugares.
Teniendo en cuenta las aficiones, los hábitos y los gustos de las personas mayores, los trabajadores de los centros de día o de las residencias podrán elaborar un calendario de actividades adecuado a sus gustos. Así será más fácil para ellos pasarlo bien y socializar con otras personas del centro.
¿Cómo elaboramos un mapa de vida?
Es muy sencillo: lo único que necesitaremos es una hoja en blanco y un lápiz. Nos sentaremos con tiempo y en un lugar tranquilo con la persona a la que queramos ayudar a elaborar su mapa de vida: puede ser nuestra abuela o abuelo, una vecina, un conocido del barrio con el que siempre coincides al sacar al perro… Cualquiera puede hacerlo.
En el centro de la hoja dibujamos un rectángulo en el que escribimos el nombre de la persona a la que pertenece ese mapa de vida; si tenemos mucho arte podemos incluso hacer un pequeño dibujito que le represente: ese es su «yo» del presente. Trazamos una línea hacia arriba que representa el pasado y escogemos el período de tiempo que vamos a tratar. En los mapas de vida que se elaboran para dibujar nuevas metas o propósitos el tiempo que se trata suele ser de cinco años como máximo, pero como lo que queremos es ayudar a esa persona a recordar lo más posible, puede ser tanto tiempo como queramos. Recuerda que es algo personal y que no tiene por qué atenerse a unas reglas rígidas.
A partir de aquí, pedimos a la persona del mapa que nos diga cuáles han sido los momentos más importantes de su vida en cuanto a la familia: pueden ser la fecha de su boda, el día que supo que iba a ser madre o padre, el día en que su hijo o hija se graduó… Vamos colocando cada uno de estos momentos por orden cronológico en la línea que hemos tirado hacia arriba. Después pasamos a otros temas como el trabajo, las amistades, los viajes, etc. Y vamos rellenando así la línea del tiempo.
Si queremos hacerlo muy visual podemos escribir cada uno de los hitos relativos a un mismo grupo (familia, trabajo, viajes) con un color diferente, y también incluir fotografías o recuerdos que tengan que ver con esos momentos.
La parte que queda en la parte de abajo de la hoja es para apuntar las metas y propósitos que la persona tiene a partir de ahora. Es importante tener metas y un proyecto de vida, sea cual sea nuestra edad. Pueden ser cosas sencillas como aprender a jugar al mus, leer cada año el premio Planeta, pasar más tiempo al aire libre… La idea es que, basándose en las aficiones y gustos que ha tenido a lo largo de los años, esa persona vea que ha habido una evolución y que todavía le queda mucho por vivir. Una forma de mantenerse joven y activo aún con el paso de los años.
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