Durante la adolescencia tienen lugar una serie de cambios hormonales, físicos, sociales, emocionales y psicológicos que alteran por completo el comportamiento y los hábitos de los chicos y chicas en este tramo de edad.
El sueño es uno de los factores que más se ve afectado por esta transformación. Por una parte, en esta etapa de la vida es necesario dormir más horas. Sin embargo, por regla general los adolescentes tardan más en cansarse por el día y el inicio del sueño nocturno llega más tarde. Además, a estas edades los chicos y chicas comienzan a salir con sus amigos por la noche, lo que también interfiere en un patrón de sueño suficiente y regular.
Según los expertos en sueño, los adolescentes deberían dormir al menos nueve horas diarias para asegurarse un buen desarrollo físico y mental. Según los datos, muy pocos chicos y chicas en estas edades cumplen con esta recomendación.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que una mala higiene del sueño tiene consecuencias muy negativas en el desarrollo físico y cognitivo de las personas. De hecho, está comprobado que los adolescentes que duermen peor o menos horas tienen peor rendimiento académico y, en general, llevan hábitos menos saludables que sus homólogos que descansan más y mejor por las noches.
Qué ocurre si no duermen
Las consecuencias de la falta de sueño nocturno son muy parecidas en la población adolescente con respecto a la edad adulta. Cansancio diurno, falta de reflejos, dificultades para concentrarse, mal humor, problemas de convivencia, tendencia a comer compulsivamente y a ganar peso…
La diferencia fundamental con respecto a los adultos es que los adolescentes no suelen compensar adecuadamente la falta de sueño durante los días previos, ya que precisamente el fin de semana es cuando salen por la noche con sus amistades. De esta forma, solo les queda el domingo para tratar de vencer el cansancio acumulado.
Este día tampoco suele ser fácil recuperarse, ya que si duermen demasiado y se levantan cerca del mediodía o directamente a la hora de comer no tendrá sueño por la noche, se volverán a acostar tarde y estarán cansados por la mañana. Si este proceso de repite o se prolonga demasiado resulta prácticamente imposible restablecer un patrón de sueño regular.
Consejos para que los adolescentes duerman mejor
Regularidad. Con las variaciones lógicas de fines de semana y vacaciones, lo mejor para una buena higiene del sueño es levantarse y acostarse siempre, más o menos, a la misma hora.
Cafeína. Bebidas energéticas, refrescos de cola, café, té… tienen un alto contenido en cafeína que interfiere con el sueño. Es conveniente limitar su consumo, especialmente por la tarde y por la noche.
Fuera pantallas. El uso de pantallas en las horas previas a irse a dormir es contraproducente con el sueño. Dado el uso constante que hacen los adolescentes de estas nuevas tecnologías, este es, en opinión de los especialistas, uno de los puntos más importantes a la hora de preservar el sueño de la población en este tramo de edad.
Por ese motivo, recomiendan no usar dispositivos electrónicos antes de acostarse. Es más, los expertos aconsejan no meterlos en el dormitorio, ya que la luz que desprenden las pantallas retroiluminadas son suficientes para desvelarnos.
Existen otras medidas generales para mejorar la calidad del sueño, independientemente de la edad, que también les van estupendamente a los adolescentes, como hacer deporte (pero no a última hora de la tarde o por la noche), evitar las siestas largas (no dormir más de 30 minutos durante el día) y crear un ambiente agradable que induzca a conciliar el sueño; una habitación bien ventilada, ropa cómoda, luces suaves, nada de ruido… y usar el dormitorio para dormir, no para jugar a la consola o ver la tele antes de acostarse.
María Elena Peña