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Beneficios de dejar de fumar en los que no habías pensado

La lista de las ventajas de no volver a encender un cigarrillo es casi infinita. Reducir el riesgo de cáncer de pulmón, mejorar la salud cardiovascular… pero hay mucho más.

Nadie duda a estas alturas de que el tabaquismo es uno de los hábitos más perjudiciales para la salud. El cáncer de pulmón y el infarto de miocardio son los riesgos más notables o más conocidos. Dejar de fumar tiene un efecto positivo inmediato sobre el riesgo de sufrir tumores y mejora notablemente todos y cada uno de los factores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, el hecho de apagar el cigarrillo para siempre también tiene otras ventajas que, aunque son menos conocidas, también son importantes.

Menos riesgo de sufrir otros tumores. Además del de pulmón, el tabaco está directamente relacionado con otros tipos de cáncer, como el de vejiga, esófago, boca y garganta. Dejar de fumar reduce el riesgo de desarrollar alguno de estos tumores a la mitad en tan solo cinco años.

Disfrutar más de la comida. Los fumadores tienen atenuados los sentidos del olfato y del gusto, de manera que abandonar el tabaco hace que los recuperen. En apenas 48 horas los restos de nicotina se han eliminado por completo del organismo y eso hace que los olores y los sabores sean más intensos y más reales.

Beneficios para la fertilidad. El tabaco multiplica el riesgo de aborto, de parto prematuro y de bajo peso al nacer. Pero no solo eso, también perjudica la fertilidad, tanto femenina como masculina, ya que afecta al proceso de maduración de los folículos de los ovarios, empeora la calidad de los ovocitos, dificulta la implantación del embrión y reduce la calidad del semen.

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Mejora la salud bucodental. Apagar el cigarrillo para siempre mejora el aliento y el aspecto de los dientes y encías. Además, restablece la flora bacteriana que habita en la boca y en la saliva que se encarga de combatir los patógenos responsables de la caries.

Piel más joven. El tabaco produce una gran cantidad de radicales libres que oxidan las células y afectan a la piel de todo el cuerpo, pero las consecuencias son especialmente llamativas en el caso de la cara. Tanto es así, que existe el término rostro de fumador para describir los estragos que este hábito causa en el óvalo facial: arrugas prematuras, pérdida de firmeza por la degradación del colágeno y la elastina, deshidratación (lo que también repercute en un deterioro del cabello), apariencia demacrada y color grisáceo. En algunas mujeres, dado que el tabaco merma la producción de estrógenos, puede aparecer más vello facial.

Mejora la cicatrización. La nicotina eleva los niveles de una hormona llamada vasopresina, lo que se traduce en una estimulación de la contracción de las fibras musculares. Este efecto de vasoconstricción aumenta la presión sanguínea y dificulta la cicatrización de las heridas. Por ese motivo, los especialistas recomiendan dejar de fumar antes de una intervención quirúrgica y, si no se puede aprovechar la operación para tratar de dejarlo definitivamente, al menos no volver a fumar hasta pasado un mes de haber pasado por quirófano.

Hay muchas más razones para no empezar a fumar nunca y para dejarlo cuanto antes. La adicción que crea la nicotina no es fácil de vencer, pero los especialistas animan a buscar ayuda especializada y a no dejar de intentarlo.