Alimentos, Nutrición

Mantente hidratado todo el día, aunque te cueste beber agua

Beber agua es importante para mantenernos hidratados y para que nuestro cuerpo pueda llevar a cabo todos los procesos fundamentales. ¿Cuánto agua debo beber al día? ¿Dónde la consigo?

Uno de los propósitos que solemos hacernos de cara al nuevo curso es el de beber más agua de lo que hacemos habitualmente. Mantenernos bien hidratados es importante para nuestro organismo, ya que nuestro cuerpo utiliza el agua en muchos de sus procesos más importantes: regulación de la temperatura corporal, lubricación de las articulaciones, eliminación de los desechos… En buena medida dependemos del agua para sobrevivir.

Además, nuestro cuerpo igualmente pierde agua a través de otros procesos, y es necesario reponerla para asegurar el correcto funcionamiento del organismo: a través del sudor (sobre todo en ambientes cálidos o si estamos haciendo ejercicio), cada vez que vamos al baño e incluso al respirar perdemos agua que es necesario reponer.

¿Cuánto agua debo beber al día?

A pesar de que muchas veces hemos escuchado eso de que «hay que beber dos litros de agua diarios», esto no es más que una convención a la que se ha llegado, una recomendación para la población general. Ya en 2002, en un extenso trabajo en la publicación científica American Physiological Society, el doctor Heinz que encabezaba el mismo se preguntaba si realmente había una base científica para recomendar esos dos litros de agua diarios, y no la encontró.

Sí se llegó a la conclusión en este estudio de que para un adulto medio esos dos litros de agua diarios podrían llegar a ser demasiados, e incluso podría estar en riesgo de sufrir hiponatremia (baja concentración de sodio en la sangre debido al consumo excesivo de agua), mientras que para otras personas, como adultos deportistas que se mueven en climas cálidos, esas recomendaciones se quedarían cortas.

Entonces, ¿cuánto hay que beber al día? Lo más útil es que nos guiemos a través de nuestra sed: un mecanismo que poseemos para avisarnos de cuándo debemos beber agua. La sed es el mecanismo que poseemos para regular la cantidad de agua en nuestro cuerpo, y además es uno de los primeros síntomas de deshidratación. Si escuchamos a nuestro cuerpo y bebemos cuando tenemos sed, no tiene por qué haber ningún problema.

Hidrátate siempre con agua

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Este es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos a la hora de mantenernos hidratados: estamos tan acostumbrados a los sabores fuertes y artificiales (sobre todo dulces, conseguidos a través de azúcares añadidos) de los productos a nuestro alrededor, que a muchas personas les cuesta muchísimo beber agua, y alegan que «no sabe a nada». No es de extrañar ya que, entre las características del agua, se encuentra la de ser insípida.

Sin embargo, es importante que prioricemos el consumo de agua cuando queremos mantenernos hidratados, dejando de lado otras bebidas que, a pesar de que nos hacen ingerir líquidos, además nos proporcionan otros componentes menos deseables. Hablamos, por supuesto, del azúcar añadido en los refrescos o del alcohol de bebidas como la cerveza o los cócteles.

En caso de que nos cueste mucho beber agua, sí podemos intentar saborizarla introduciendo en una botella algunos pedazos de fruta fresca troceada, o algunas hojas machacadas de nuestra especia favorita. De este modo podemos conseguir agua con un ligero sabor a fresa, sandía, manzana o cualquier fruta que hayamos elegido, o bien agua fresca con un poco de sabor a menta. Otra buena idea en verano es fabricar nuestros propios cubitos de hielo con frutas en su interior para echarlos en nuestro vaso de agua: de este modo mantenemos el agua fresca y le damos un poco de sabor.

Otro modo de mantenernos hidratados que no podemos pasar por alto es el consumo de frutas, verduras y hortalizas, muy ricas en agua en su mayoría. Durante las estaciones más cálidas podemos probar a introducir frutas no solo en el postre, sino en diferentes platos de nuestra cocina: las ensaladas con trozos de frutas, las brochetas de pollo combinadas con trozos de piña a la plancha, los diferentes aderezos a los que podemos añadir distintas frutas… Es cuestión de echarle imaginación y no tener miedo de probar nuevas texturas y sabores.

También las infusiones, frías o calientes, pueden ser un buen modo de mantener nuestro organismo bien hidratado. Actualmente, no solo en tiendas especializadas sino también en grandes superficies, podemos encontrar una amplia variedad de infusiones de diferentes sabores que podemos ir probando y combinando.