La ortorexia, también conocida como ortorexia nerviosa, se denomina a la obsesión patológica por consumir alimentos saludables. La persona que padece esta enfermedad se preocupa de manera enfermiza de lo que come, por qué lo come y cuánto. No está preocupada por el sobrepeso, ni tiene una percepción equivocada de su apariencia física, sino que su preocupación se centra en mantener una dieta «equilibrada y sana», al igual que en otros trastornos alimentarios tienen el deseo de verse con una «figura perfecta».
Cómo afecta a su personalidad
Generalmente son personas muy estrictas, controladoras y exigentes consigo mismas y con los demás. Su vida gira en torno a este tema lo que le crea un problema de relaciones interpersonales y sociales muy importante. Además su autoestima estará basada en comer alimentos sanos, mientras que cuando transgrede puntualmente la dieta tienen un sentimiento de culpa que les lleva a un verdadero sufrimiento psicológico.
Para la persona ortoréxica no hay otras actividades que sean tan importantes como el dedicarse a «comer sano» y emplea todo el tiempo que puede en planificar, comprar y, por supuesto, comer alimentos saludables. Se creen superiores por actuar así, pero no es sino una falsa autoestima.
Planifican su dieta tanto en composición como en cantidad. Tienden a eliminar de su dieta alimentos con conservantes o colorantes artificiales, además de las carnes rojas, huevos, lácteos, azúcares. Esto les lleva a que en la mayoría de las ocasiones no sigan una dieta equilibrada.
Esta es una enfermedad que se suele dar entre personas de una clase social media alta ya que el tipo de comida que consume es más cara que la habitual.
Qué hacer para evitar esta enfermedad
En cuanto se detecten los primeros síntomas de esta enfermedad se debe buscar la ayuda de un profesional especializado en trastornos de las conductas alimentarias.
Pero lo que es más importante es prevenir su aparición, trabajando juntos desde la familia, la escuela y, por supuesto, la propia sociedad.
Es fundamental enseñar al niño desde muy pequeño lo importante que es seguir unos hábitos alimentarios saludables, comiendo a su hora, evitando saltarse comidas, que sea variada, sana y equilibrada, donde no deben faltar las frutas y verduras. Estos hábitos sanos deben incluir también la realización de actividad deportiva y el respeto a las horas de sueño.
Además se debe trabajar mucho, sobre todo con jóvenes y adolescentes, para evitar la aparición de esta y otros trastornos de la conducta alimentaria fomentando la autoestima, aprendiendo a aceptarse con sus virtudes, pero también con sus limitaciones, es decir, enseñarle a sentirse bien consigo mismo.
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