Siguen siendo el patito feo, tanto de las personas que hacen deporte habitualmente, como de los que únicamente se ejercitan de manera ocasional: nos referimos a los estiramientos. Sin embargo, los especialistas en fisioterapia, medicina deportiva, traumatología… insisten en que la elasticidad es fundamental para la buena salud del sistema locomotor y que saltarse los estiramientos antes y después de una sesión de entrenamiento incrementa el riesgo de lesionarse.
Es más, estos expertos recomiendan hacer una pequeña rutina de estiramientos incluso si no se hace ejercicio para mejorar el tono muscular, evitar contracturas, vicios posturales y, en general, para no anquilosarse. Cinco minutos de estiramientos por la mañana ayudan a empezar el día con más energía, ya que mejoran la movilidad articular y alivian el entumecimiento que a veces se sufre nada más despertar.
Asimismo, consideran que es esencial tanto para las personas con ocupaciones sedentarias que se ven obligadas a permanecer mucho tiempo sentadas delante de un ordenador o de pie en una postura más o menos inmóvil; como para las que desempeñan labores más activas pero requieren cargar peso, adoptar posturas incómodas o hacer movimientos forzados.
Trabajar la elasticidad a cualquier edad
- En la infancia. Es importante que los niños hagan estiramientos para ayudar a que el desarrollo de la musculatura sea acorde al crecimiento óseo. Si los músculos no son lo suficientemente elásticos como para acompañar el crecimiento del hueso, aumenta el riesgo de desgarros musculares, tendinitis y lesiones de diversa índole. En caso de niños que practiquen mucho deporte es esencial inculcarles la importancia de los estiramientos desde pequeños para que los incluyan siempre en su rutina deportiva.
- En la adolescencia y juventud. Cuando el crecimiento cesa, la importancia de trabajar la elasticidad reside, fundamentalmente, en evitar lesiones derivadas de gestos deportivos bruscos, mitigar el impacto de choques y golpes durante el juego, reducir el riesgo de rotura de ligamentos y tendones derivada de arranques en carrera en frío… en caso de jóvenes no especialmente deportistas, la elasticidad es necesaria para mejorar la postura, movilizar los tejidos y evitar contracturas.
- En la edad adulta. Durante esta etapa de la vida, la elasticidad es fundamental para no sobrecargar las articulaciones, una parte del sistema locomotor que hay que mimar especialmente a partir de los 40 años porque los mecanismos de reparación empiezan a perder eficacia de manera evidente.
- En población mayor. Es ahora cuando los estiramientos son casi tan importantes como la actividad física en sí. Huir del sedentarismo es uno de los pilares del llamado envejecimiento saludable y, dentro de esta vida activa, la elasticidad tiene un papel protagonista. A medida que vamos cumpliendo años, los tejidos se van volviendo más rígidos y se nutren peor. Una buena elasticidad contribuye a mejorar la circulación sanguínea y el aporte de nutrientes que ello conlleva. De esta forma, se previene el anquilosamiento y la rigidez típica al despertarse cada mañana, al levantarse del sofá después de estar un rato sentados… Asimismo, la elasticidad mejora el equilibrio y la movilidad articular, lo que a su vez contribuye a evitar caídas que, en la población mayor.
Finalmente, los especialistas sostienen que, si bien los estiramientos que se hacen antes y después de una sesión de entrenamiento sí deben ser más específicos, no hay excusas para saltárselos en la vida cotidiana, ya que es posible trabajar la elasticidad en casa diariamente en una rutina sencilla que no lleva más de cinco minutos y que se puede llevar a cabo nada más despertarse, antes incluso de salir de la cama.
Basta con hacer una inspiración profunda y soltar el aire a medida que nos vamos desperezando moviendo y estirando poco a poco los dedos de manos y pies, la espalda, los brazos y las piernas. A continuación, después de levantarnos despacio de la cama, debemos hacer un par de respiraciones profundas, estirar los brazos levantándolos por encima de la cabeza, girar la cabeza erguida en ambas direcciones y hacer semicírculos dirigiendo la barbilla al pecho con el cuello estirado.
Entrecruza los dedos y con las palmas hacia arriba, arquea la espalda a izquierda y derecha, baja lentamente el tronco para tratar de tocar el suelo con las manos manteniendo las piernas estiradas… y listo.
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