En realidad, no hay una fecha o una edad concreta que marque el inicio de esta etapa de la vida. Lo más habitual es empezar a notar los síntomas a partir de los cuarenta años, aunque algunas mujeres los experimentan sin haber llegado a esa edad. En cualquier caso, no siempre es fácil detectar los cambios que se empiezan a producir, ya que a veces pueden ser muy sutiles y no representar un problema en la vida cotidiana.
Síntomas de la perimenopausia
La sintomatología propia de la perimenopausia está directamente relacionada con las oscilaciones en la producción de estrógenos, las hormonas sexuales femeninas por excelencia.
Menstruación irregular. Las oscilaciones hormonales hacen que la ovulación no se produzca con la regularidad acostumbrada, de manera que la mujer puede tener ciclos cada vez más cortos alternándose con ciclos más largos de lo habitual.
Asimismo, también se producen variaciones relativas al sangrado menstrual, que puede volverse más liviano o más abundante (normalmente sin un patrón específico y alternando ambos factores). Incluso empieza a haber meses en los que el periodo no se presenta, lo que suele indicar que la perimenopausia se está terminando para dar paso a la menopausia.
Cambios de humor. En esta etapa es muy frecuente experimentar estados depresivos, tristeza sin motivo aparente, irritabilidad, cambios bruscos en el estado de ánimo… los expertos recomiendan buscar ayuda especializada si los síntomas se agravan o si afectan a la convivencia con el entorno.
Infertilidad. Las posibilidades de lograr un embarazo de manera natural a esta edad son prácticamente nulas, aunque la posibilidad no se descarta por completo.
Sofocos. Los sofocos son incrementos bruscos de la temperatura corporal, acompañados de sudoración excesiva y enrojecimiento de la piel. Normalmente se asocian a la menopausia, pero lo cierto es que son más frecuentes en esta etapa previa a la misma.
Insomnio. Dormir menos, no tener un sueño reparador, despertarse frecuentemente por la noche… son síntomas habituales en la perimenopausia. Aunque muchas veces los problemas para conciliar el sueño están relacionados con los sofocos, no siempre van de la mano.
Problemas sexuales. Cuando los niveles de estrógenos van descendiendo, se producen cambios en los tejidos vaginales y en la musculatura del suelo pélvico. De esta forma, la zona se vuelve más laxa y lubrica peor, lo que puede representar un problema a la hora de mantener relaciones sexuales satisfactorias. Los tratamientos con láser para devolver el tono a los tejidos de la vagina y los lubricantes artificiales solventan estos problemas sexuales puramente fisiológicos.
Por el contrario, pueden surgir problemas en las relaciones íntimas relacionados con un estado de ánimo depresivo, triste o apático. En ocasiones, el deseo sexual puede disminuir si la mujer se siente poco atractiva o mayor. En estos casos, la ayuda profesional y al apoyo de la pareja es esencial para continuar con una vida sexual saludable y satisfactoria.
Pérdida de masa ósea. La caída estrogénica repercute directamente en la mineralización de los huesos. Es conveniente empezar a preocuparse de este tema antes de comprometer la densidad de los huesos y adoptar un estilo de vida saludable en lo referente a alimentación, consumo de alcohol y tabaco y ejercicio físico.
Riesgo cardiovascular. El descenso de estrógenos también debilita progresivamente el escudo cardioprotector del que gozan las mujeres durante su vida plenamente fértil. Es frecuente que aumenten los niveles de colesterol y que empiece a subir la tensión arterial. Es conveniente vigilar de cerca estos factores de riesgo.
¿Te puedes quedar embarazada en la perimenopausia?
Sí. A pesar de que en esta etapa de la vida la fertilidad está prácticamente acabada, lo cierto es que existen pequeñas posibilidades de que se produzca un embarazo. De hecho, según las cifras presentadas en el XXVI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) en 2017 se produjeron 587 interrupciones del embarazo en mujeres mayores de 44 años que no pensaban que podían quedarse en estado y que, por lo tanto, no habían empleado ningún método anticonceptivo.
Ginecólogos y expertos en reproducción abogan por consultar con un médico los síntomas relacionados con la perimenopausia para tomar medidas contraceptivas o iniciar tratamientos que mitiguen los posibles trastornos que puedan surgir en esta etapa tan delicada de la vida de la mujer.
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