Llega el calor y, con él, uno de los terrores del verano: los mosquitos, sobre todo para aquellas personas a las que estos insectos acribillan, lo que puede resultar tremendamente molesto.
Por regla general, son las hembras las que pican, pues han de alimentarse de sangre para obtener los nutrientes necesarios para que sus huevos sean fértiles. Para ello, disponen de un tipo especial de trompa larga y delgada, parecida a una pequeña aguja, que les permite perforar la piel y llegar hasta algún vaso sanguíneo. Para obtener su alimento, cuentan en su saliva con un anticoagulante que introducen en nuestro torrente sanguíneo al picar, bloqueando la acción solidificante de las plaquetas. Nuestro sistema inmunitario reconoce esa sustancia como algo ajeno y la ataca, lo que provoca la inflamación característica de la zona afectada y picazón.
Síntomas y tratamiento
Generalmente las picaduras de insectos tienden a resolverse por sí solas en horas o días, sin precisar un tratamiento específico. Sin embargo, en determinadas personas las picaduras de mosquitos, al igual que las de otros insectos, pueden provocar reacciones alérgicas a la saliva que los mosquitos liberan al picar.
Además, en zonas tropicales, las picaduras pueden suponer una vía de contagio de enfermedades peligrosas como la malaria, el dengue o la fiebre amarilla, por lo que quienes tengan previsto viajar próximamente a estas áreas deberán informarse adecuadamente de las vacunas y los tratamientos preventivos necesarios.
En España, los mosquitos más habituales son el trompetero y, desde 2004, el tigre (Aedes albopictus), cuya presencia se extiende ya por toda la costa mediterránea. Las picaduras de los mosquitos tigre suelen ser más molestas, dolorosas y causar reacciones alérgicas más severas que en el caso de los mosquitos autóctonos de la Península Ibérica.
En lo que se refiere a los diferentes tipos de tratamientos, en la mayoría de los casos las picaduras de mosquito se pueden tratar fácilmente. Habitualmente, se utiliza frío local (durante 10 minutos y repetir según necesidad) o cualquier agente antiinflamatorio. Por ejemplo, la aplicación tópica de amoniaco es eficaz para aliviar las molestias.
Por el contrario, si la reacción local es muy intensa se pueden aplicar corticoides en la zona de la picadura y, si hay molestias generales, se puede administrar un antiinflamatorio oral, a dosis terapéuticas. Por último, si hay picor, se puede recurrir a un antihistamínico oral.
Prevención y consejos
Para no vérselas con los temidos mosquitos, los especialistas enumeran una serie de consejos:
- Evitar las áreas donde tienen sus nidos o hasta donde acuden: cubos de basura, balsas con agua, comidas y dulces sin tapar y jardines en flor.
- Intentar no salir, en la medida de lo posible, entre el anochecer y el amanecer, ya que es cuando los mosquitos pican normalmente.
- No utilizar colonias que desprendan olores dulces, ni jabones con perfumes o aerosoles para el pelo, ya que atraen a los insectos.
- Mantener una correcta higiene corporal porque también la sudoración y los olores fuertes invitan a estos insectos a picarnos.
- Usar ropa que cubra la piel: de manga larga, pantalones largos y calcetines, así como evitar los colores oscuros y brillantes, que atraen a los mosquitos.
- Sacudir la ropa antes de usarla si la hemos tendido en el exterior.
- Dejar la luz apagada si tenemos la ventana abierta, ya que atrae a los mosquitos.
- Emplear mosquiteras para la cama o cuna fijándolas bajo el colchón y asegurándonos de que no estén rotas, porque constituyen una barrera física de alta eficacia contra los insectos que atacan por la noche. El aire acondicionado también impide su aparición.
- Seguir estrictamente las recomendaciones sobre el modo de aplicación y la frecuencia de empleo de los repelentes de mosquitos.
- Consultar al farmacéutico o al médico acerca del tratamiento más adecuado, sobre todo si se trata de niños, los más susceptibles a las picaduras por sus características biológicas, por su tamaño y por la dificultad de prevenirlas. Aplique lociones repelentes en la cara y las extremidades, evitando la boca, los ojos y las heridas. En los bebés tampoco se deben usar en las manos y pies por el riesgo de que los chupen. Hay que tener precaución con los repelentes que contienen dietiltoluamida (DEET), que puede absorberse y pasar a la sangre si se aplican en exceso. En las farmacias venden preparados con repelentes naturales que resultan menos tóxicos, aunque duran menos tiempo.
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