El más reciente hallazgo al respecto es un estudio que sugiere que la música podría ser útil para el tratamiento de enfermedades del sistema nervioso como la epilepsia. El estudio ha sido publicado en la revista de la American Psychological Association.
Tanto la corteza auditiva como las convulsiones causadas por la epilepsia tienen en común la misma zona del cerebro (el lóbulo temporal), así que en el estudio se comparó, mediante electroencefalograma, las capacidades de procesamiento musical del cerebro de 21 personas con y sin epilepsia. Los patrones de ondas cerebrales se registraban mientras los sujetos escuchaban periodos de silencio y periodos de piezas musicales como la sonata en Re mayor de Mozart o My Favorite Things de John Coltrane.
Lo que descubrieron los datos es que el cerebro de las personas que sufren epilepsia reacciona de forma distinta ante la música en comparación con aquellas personas sin epilepsia. Quienes tenían epilepsia tendían a sincronizar la actividad de sus ondas cerebrales con la música, lo que significa que la música podría usarse como terapia conjunta al tratamiento tradicional para prevenir las convulsiones en personas con epilepsia.
Según Christine Charyton, del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio y líder del estudio:
Nos sorprendieron los resultados. Nuestra hipótesis era que la música sería procesada en el cerebro de manera diferente que el silencio, pero no sabíamos si esto sería diferente para las personas con epilepsia. Creemos que la música podría ser utilizada para ayudar a las personas con epilepsia.
Otros beneficios de la música
La música también ejerce otros beneficios en nosotros. Por ejemplo, según una investigación de la Sociedad Estadounidense de Hipertensión, en Nueva Orleans, escuchar 30 minutos de música clásica es suficiente para reducir significativamente la presión arterial alta. Tal y como indica el neurólogo Anthony Smith en su libro La mente:
Aparentemente, la música puede: modificar el metabolismo del organismo, alterar la energía muscular, acelerar la frecuencia respiratoria y convertirla en menos regular, reducir el umbral para diversos estímulos sensoriales, afectar a la presión arterial, y con ello a la circulación sanguínea.
Según un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, escuchar sus piezas de música conocidas o favoritas reduce los niveles de ansiedad de los pacientes de la UCI.
Otra investigación publicada en The Journal of Surgery Cardiothoraic concluye que escuchar música clásica u ópera tras un trasplante de corazón reduce la ansiedad, el dolor y las nauseas.
La música también disminuye la ansiedad de los pacientes de cáncer, tal y como han demostrado investigadores de la Universidad Drexel.
Para acabar, y aunque no son estos los únicos beneficios de la música, después de un derrame cerebral la música también permite una mejor recuperación, como también se concluyó en un estudio publicado en 2008 en la revista Brain, que comparaba la memoria verbal de los pacientes que habían escuchado música con la de aquellos que escuchaban audiolibros o que no escuchaban nada.
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