Cada vez más personas son las que, para conciliar el sueño, se ponen la televisión y se quedan dormidos con ella hasta el día siguiente. Una costumbre que los últimos científicos desaconsejan para prevenir un buen número de enfermedades y desórdenes relacionados con el sueño. Y es que, aunque la única iluminación del dormitorio donde dormimos sea el cambiante brillo de la pantalla, ésta es suficiente para afectar negativamente a nuestra salud.
Dormir rodeados de fuentes lumínicas está convirtiéndose en algo casi universal con la proliferación del smartphone, la tablet o incluso el ordenador portátil. Ahora la mayoría de nosotros se duerme viendo algún vídeo en una pantalla que, en ocasiones, se mezcla con nuestras sábanas. O respondemos algún Whatsapp. O sencillamente consultamos Twitter antes de dormir (o incluso si nos despertamos en mitad de la noche).
Una encuesta de la Fundación Nacional del Sueño señala que cuatro de cada diez estadounidenses se llevan sus teléfonos móviles a la habitación cuando van a acostarse. Entre los adolescentes de 13 a 18 años el porcentaje asciende hasta un 72 %. El 61% de los estadounidenses también usa su ordenador o portátil al menos cinco noches a la semana en la hora en la que se van a dormir.
Estas perturbaciones lumínicas, incluso las casi insignificantes que producen los pilotos que indican el stand by o el nivel de carga de los diversos dispositivos, también tienen un efecto considerable no solo en la calidad de nuestro sueño, sino en el desarrollo de enfermedades futuras como la diabetes, la obesidad o la depresión.
El delicado ritmo circadiano
Nuestro descanso, y la consiguiente desactivación y posterior activación de nuestro organismo, está sincronizado con la luz ambiental, es decir, con la luz del Sol. Sin embargo, debido a la invención de la luz eléctrica, cada vez resulta más difícil dormir completamente a oscuras. Lo que parece confundir nuestra sincronización con la luz ambiental, alterando la secreción de melatonina (la hormona inductora del sueño) y haciendo disminuir nuestro sueño REM (el período en el que soñamos, que es el momento en que el cerebro se reorganiza).
Incluso una actividad tan cotidiana como leer un libro para conciliar el sueño ahora resulta más perjudicial para nuestro sueño, porque cada vez leemos menos libros en formato tradicional y los sustituimos por ebooks retroiluminados.
Y aunque apaguemos todas las luces para dormir, también resulta nocivo que nuestros ojos hayan estado expuestos a una luz tan cerca de la cara. Porque la concentración de la melatonina también se altera debido a un fotopigmento de algunas células de la retina, la melanopsina, que es particularmente sensible a la luz violeta y azul, el tipo de luz que emiten las pantallas de nuestros dispositivos.
Un estudio al respecto realizado por el Instituto Politécnico Rensselaer sugería que la melatonina se reduce en un 23% con dos horas de exposición a los dispositivos tecnológicos que emiten luz. La investigadora principal del estudio, Mariana Figueiro recomendaba a los fabricantes la creación de dispositivos más «amigables» con nuestro reloj circadiano.
Además, muchos de nosotros se sentirán perturbados por las vibraciones del smartphone cada vez que recibe un mensaje o un correo. Lo que en muchos casos incluso se traduce en encender el dispositivo y responder. Según la Encuesta Nacional del Sueño, un 10% se levanta unas cuantas veces durante la noche por el teléfono, y en el caso de los adolescentes el porcentaje aumenta hasta un 18 %.
Otros efectos secundarios: depresión y obesidad
No dormir en completa oscuridad incluso podría estar vinculado a episodios de obesidad y depresión.
Según un estudio de la Universidad Estatal de Ohio presentado en el encuentro anual de la Sociedad Americana de Neurociencia en San Diego, la luz de la televisión mientras dormimos puede deprimir nuestro estado de ánimo.
El investigador principal Rand Nelson y sus colegas usaron 16 hámsters, de los cuales la mitad durmió en absoluta oscuridad mientras los demás eran expuestos cada noche a un nivel de luz de 5 lux, el equivalente al que produce el brillo de un televisor encendido. En los que durmieron con luz, se observó que la zona del hipocampo presentaba una menor densidad de vellosidades (espinas dendríticas) en las neuronas, lo que reducía la comunicación entre las células.
Un estudio realizado por Cathy Wyse, de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), y publicado en la revista BioEssays, también sugiere que la luz eléctrica que cada vez resulta más omnipresente en las ciudades, podría ser uno de los desencadenantes de la epidemia de obesidad y diabetes: la desincronía circadiana alteraría los sistemas del cerebro que regulan el metabolismo. Otro estudio publicado en Nature también ponía de relieve cuán gravoso para nuestra salud circadiana ha sido el desarrollo de la luz eléctrica.
No todo el mundo es tan sensible a la luz durante la noche, pero todos nosotros parecemos serlo en algún grado. Así que conviene tomar algunas medidas esenciales antes de irnos a dormir, como evitar el uso de ordenadores, tablets y smartphones, leer ebooks en dispositivos sin retroiluminación y, finalmente, dejar completamente a oscuras el dormitorio donde vamos a pasar nuestras próximas horas de sueño.
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Antonio Trabado Vega
Carmen
Mari Carmen Luna Berlanga