Desde hace años la patología conocida como hígado graso o esteatosis hepática se relacionaba generalmente con el consumo elevado de alcohol, debido al cual se tendía a almacenar ácidos grasos y triglicéridos en las células hepáticas. Sin embargo, a día de hoy muchos expertos coinciden en que esta patología está mucho más relacionada con nuestro estilo de vida, con el aumento de la obesidad y con una gran acumulación de ácidos grasos y triglicéridos.
Esto es preocupante hasta el punto de que el hígado graso (en este caso «hígado graso no alcohólico», ya que no está relacionado con el consumo de alcohol) es una patología frecuente en los niños: más de seis millones de niños en Estados Unidos lo sufren, y las cifras van en aumento.
¿Qué es el hígado graso no alcohólico?
El hígado graso no alcohólico es una patología que se produce cuando la acumulación de grasa en el hígado es mayor al 10% de su peso y no tiene relación con el consumo de alcohol, a quien se ha ido culpando tradicionalmente de esta condición. Los síntomas que presenta en muchas de las personas que lo sufren suelen ser dolor en el costado derecho (la zona en la que se encuentra el hígado) y aparición de fatiga. Si se llega al punto de que se produce un fallo hepático pueden aparecer también otros síntomas como náuseas, ictericia, picazón, confusión mental o hinchazón en las piernas y el abdomen.
Si detectamos alguno de estos síntomas es importante que acudamos a nuestro centro de salud donde nos someterán a las pruebas necesarias (generalmente análisis de sangre para comprobar el estado del hígado) y nos remitirán al especialista indicado. El hígado graso no alcohólico no es una enfermedad grave y su tratamiento es relativamente sencillo, consistiendo este en remitir las causas que han favorecido su aparición; pero es muy importante la prevención para evitar que aparezca, sobre todo a edades tempranas.
¿Por qué el hígado graso no alcohólico aparece en los niños?
Esto es lo que más debería preocuparnos cuando hablamos del hígado graso no alcohólico. Esta es una patología directamente relacionada con la obesidad y el sobrepeso, y también con la cantidad de triglicéridos y de ácidos grasos en nuestro cuerpo. Los niños que comienzan a presentar esta patología lo hacen generalmente porque ya están sufriendo de obesidad o sobrepeso, condiciones que pueden afectar directamente a su calidad de vida.
El sedentarismo y la alimentación inadecuada en los niños de hoy en día juegan en su contra a la hora de prevenir este tipo de patologías. Es necesario que desde pequeños reciban una buena educación nutricional por parte de los padres y que además, se les motive para practicar deporte cada día y a moverse durante la jornada.
Actualmente entre el 15 y el 18% de los niños en España presentan obesidad: un niño obeso, además de tener muchas más posibilidades de desarrollar patologías como el hígado graso no alcohólico, diabetes o enfermedades cardiovasculares, tiene más riesgo de convertirse en un adulto obeso, con todos los riesgos para la salud que eso conlleva.
Prevención y tratamientos del hígado graso
La prevención es nuestra mejor arma a la hora de luchar contra el hígado graso, haya o no sido diagnosticado: mantener un peso saludable con una dieta sana y equilibrada, incluir el ejercicio físico como una parte más de nuestra vida diaria y reducir la acumulación de ácidos grasos y triglicéridos a través de la dieta son las medidas de prevención antes de que el hígado graso aparezca y el tratamiento una vez que ya se ha reconocido.
En el caso de que hayamos sido diagnosticados de hígado graso no alcohólico, una de las medidas más habituales es la de rebajar nuestro peso corporal: para ello lo mejor que podemos hacer es acudir a un especialista en dietética y nutrición que nos pueda pautar una dieta personalizada y adecuada a nuestros gustos y necesidades. Además, comenzar a practicar actividad física, tanto trabajo de fuerza como entrenamiento cardiovascular, puede ser de ayuda para huir del sendentarismo y mantenernos activos a lo largo del día.
Por supuesto, reducir y controlar nuestro consumo de alcohol es otra de las medidas más importantes que podemos tomar a la hora de prevenir la aparición del hígado graso.
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