Parecen gestos simples hasta que, de tanto repetirlos, nos pasan factura en forma de dolores, tendinopatías, sobrecargas, contracturas musculares… estos son los más nocivos.
Llevar tacones
Juanetes, dedos en garra, durezas, callos, ampollas, esguinces de tobillo, dolores en el tendón de Aquiles, caídas, artrosis de rodilla, dolores de cadera y de espalda, problemas circulatorios que derivan en hinchazón de las piernas, retención de líquidos, varices… los problemas asociados a los zapatos de tacón afectan prácticamente a todo el sistema locomotor, además de suponer una agresión a la piel de los pies.
Usar tacones demasiado altos altera toda la postura del cuerpo, de tal forma que, tanto en reposo como al caminar, hay que hacer esfuerzos para mantener el equilibrio, compensar la inercia de irse hacia adelante y sobrellevar la presión en los dedos de los pies y en el metatarso. Para evitarlo, los podólogos recomiendan usar tacones más moderados, de base ancha o en cuña y prestar atención a la calidad de los materiales, a la amortiguación de la plantilla y a la sujeción tanto en el tobillo como en el antepié.
Usar mucho los dispositivos móviles
Teclear en el móvil con los pulgares sujetándolo en el aire, incluso con una sola mano, es uno de los hábitos modernos que han resucitado patologías antiguas. De esta manera, la artrosis de las costureras ha renacido en forma de WhatsAppitis o dedo de Blackberry. Esta se debe a la sobrecarga de la articulación de la base del pulgar, lo que acaba ocasionando tenosinovitis de Quervain y desgaste prematuro de la articulación (rizartrosis). Cuando este problema se agrava o se vuelve crónico, hay problemas para abrir botes, hacer fuerza con la mano o, incluso, sostener objetos livianos, como tazas y vasos. Recurrir a las notas de voz, apoyar el móvil en la mesa para escribir y procurar no usarlo para redactar mensajes largos ayudan a evitarlo.
Por otro lado, bajar la cabeza para leer la pantalla del smartphone o de la tablet causa lo que los especialistas denominan text neck (cuello lector), un trastorno caracterizado por rigidez, dolores de cuello y cefaleas derivados de mantener la cabeza gacha y la parte superior de la espalda encorvada durante demasiado tiempo. Para evitarlo, hay que procurar leer con apoyo en la espalda y el cuello y acostumbrarse a poner el dispositivo a la altura de los ojos en lugar de bajar la cabeza.
Abusar del ratón
La irrupción del ratón informático trajo consigo el resurgimiento del síndrome del túnel carpiano, una patología derivada de cambios hormonales asociados a la menopausia o bien propia de trabajadores manuales que deben hacer movimientos repetitivos cogiendo instrumental y herramientas.
El síndrome del túnel carpiano se debe al estrechamiento del canal por el que pasa el nervio mediano al atravesar la muñeca. Este nervio es el que transmite al cerebro la sensibilidad de los dedos pulgar, índice, corazón y anular por la parte de la palma de la mano. Además, transmite las órdenes para aplicar diferente fuerza y presión según el objeto que tengamos que sujetar o manejar. El paciente que sufre un atrapamiento de este nervio suele quejarse de acorchamiento, hormigueo y falta de sensibilidad en la mano.
A veces, estas sensaciones desaparecen cambiando de postura, pero otras pueden hacerse crónicas e interferir en la vida cotidiana, ya que impiden hacer la pinza con la mano (sujetar los cubiertos, los vasos, manejar el ratón, coger objetos…) y causan dolores y molestias que incluso interrumpen el sueño.
La solución es usar ratones ergonómicos, hacer descansos para mover los dedos y abrir y cerrar la mano… y acudir a un fisioterapeuta si los síntomas no mejoran o se agravan. En ocasiones, es necesario pasar por quirófano para resolverlo.
Llevar bolsos XXL
Las largas jornadas fuera de casa hacen que la mayoría de las mujeres opten por llevar bolsos grandes. Sin embargo, lo que en principio representa una ventaja, puede convertirse en un perjuicio para el cuello, la espalda, los hombros, las manos, las muñecas e, incluso, los codos.
El consejo de los especialistas al respecto es reducir al máximo el peso total del bolso, no meter todo en un mismo bolso separando, por ejemplo, los documentos y la agenda de trabajo de los efectos personales, llevarlo un rato en cada hombro, apoyarlo en alguna superficie para hacer descansos… y no cogerlo durante periodos prolongados con el codo.
Lo mejor es optar por bolsos cruzados sobre el pecho con bandoleras anchas y acolchadas. Eso sí, en caso de llevar bastante peso, es conveniente usar mochilas que queden centradas en la espalda, a media altura y con las hombreras ajustadas para que la carga quede próxima al cuerpo y no se mueva.
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