Esta relevancia se ha puesto de manifiesto en diferentes publicaciones científicas, llegando a la misma conclusión un estudio español, recientemente publicado en la Revista Española de Cardiología, que observó cómo los pacientes que padecían de un síndrome coronario agudo, llámese infarto de miocardio o angina de pecho inestable, no desayunaban de manera correcta, en comparación a la población general.
Además se sabe que más de un 15% de la población española no desayuna, con lo cual parece que tienen una probabilidad de padecer un infarto del 25% más que los que sí lo hacen.

El problema, de todas formas, es mucho más amplio que el solo hecho de no desayunar. Se ha puesto en evidencia que los pacientes que no desayunan o desayunan incorrectamente son más fumadores y tienen peores hábitos de vida, son más sedentarios y presentan unos hábitos alimentarios que no son los recomendables para una dieta cardiosaludable, es decir, muchas grasas y poco pescado, muy alejados de la dieta mediterránea.

¿Por qué es tan importante el desayuno para nuestro organismo?

El organismo funciona, a lo largo del día, como un ciclo biológico que se pone en funcionamiento cuando nos levantamos, precisando en ese momento del combustible necesario para ponerlo en marcha, que es el desayuno. Cuando no se desayuna este ciclo biológico se ve alterado, por lo que el organismo intenta tomar la energía necesaria a partir de grasas depositadas en el hígado y los músculos; estos ácidos grasos son potencialmente dañinos para las arterias del corazón, riñón y cerebro.

Además, las personas que no desayunan o lo hacen incorrectamente porque sólo toman algo líquido, tienen un riesgo elevado de desarrollar diabetes, que no sólo es una enfermedad crónica que requiere de unos hábitos adecuados para tenerla mínimamente controlada, sino que también es el factor de riesgo mayor asociado con las enfermedades cardiovasculares.

¿Cuál es el desayuno recomendable?

El desayuno recomendable o saludable es el que se encuentra dentro de la denominada dieta mediterránea, considerada sin lugar a dudas como la más beneficiosa para el sistema cardiovascular, y que incluye el consumo habitual de frutos secos, fruta, verdura, legumbres y pescado. Un buen desayuno sería, por ejemplo, aquel en el que comamos una pieza de fruta, un lácteo y un par de tostadas o un bocadillo pequeño.

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