En realidad, no existe mucha diferencia respecto a las necesidades de autoestima que pueden existir en la tercera edad o en el resto de las edades. Por ello, pueden aplicarse medidas similares.
Lo que sí es diferente durante la tercera edad, es que en ella se produce un declive de las funciones físicas, una pérdida de energía… de forma natural. Y, este tipo de cambios, exigen un tiempo para digerirse adecuadamente. Se trata simplemente de una etapa más de la vida, y, como en las demás, cada uno hace las cosas lo mejor que puede, dentro de sus posibilidades. No tiene sentido pasarse el tiempo comparando lo que se puede hacer ahora con lo que se hacía antes, como tampoco lo que uno hace con lo que hacen otros. Nunca lo tiene.
Fomenta la autoestima de los mayores: que tengan un motor o un propósito en la vida
Cada persona, mayor o pequeña, necesita un motor o propósito en su vida. No importa cuál sea. De hecho, varía mucho dependiendo de las personas, pero es suficiente para que nos levantemos contentos cada mañana. O la mayoría de ellas. Esto simplemente te hace más feliz, mejora tu salud y alarga tu vida.
Las personas que viven más tiempo tienen en común, entre otras cosas, precisamente que tienen este motor o propósito.
Por ello, si la persona mayor no lo tiene, o lo ha olvidado temporalmente, o lo tenía y lo ha perdido, es esencial ayudarle a que encuentre uno. Motivar a los mayores a hacer cosas que le gusten, cosas de las que estuvo orgulloso u orgullosa en algún momento de su vida, o cosas que le hubiese gustado hacer y que, simplemente, se quedaron en el tintero. Bien, ahora es un buen momento para realizarlas.
Tener retos, sueños… es absolutamente esencial a todas las edades. Por tanto, también durante la tercera edad.
Que sean autónomos o lo más autónomos posible
Sin embargo, quizá hay una tendencia por parte de familiares y cuidadores a no dejar a la persona mayor hacer las cosas a su manera, o a adelantarse porque creen que le ayudan porque la persona mayor tarda más tiempo.
No importa el tiempo. A menos que lo pida, es mejor dejarle que haga las cosas por sí mismo/a. Además, como en todas las edades hay ciclos y rachas, y puede ocurrir que antes le costase mucho hacer algo, y, después, con un poco de práctica y/o una mejora de su estado físico o psicológico, no le cueste tanto. Hay que darle la oportunidad de hacerlo por sí mismo/a. Seguramente la cara de felicidad que ponga cuando supere algunos retos, será suficiente para que su familia o cuidador/a, tenga claro cuál es el camino.
Mantenerse activos mental y físicamente
También, como en todas las edades, pero especialmente al final de la vida, es importante mantenerse activos, no solo física, sino también mentalmente. Cuanto más usen el cuerpo y la mente, se verán menos afectados por el natural proceso de envejecimiento.
Una de las cosas que lamentan las personas que están próximas a la muerte es no haberse atrevido a realizar determinadas cosas. Siempre suelen lamentar más lo que no se hizo que lo que sí se hizo. Y la tercera edad también es una buena etapa para arriesgarse a hacer cosas, atreverse, no dejar pasar las oportunidades o pasar a la acción.
Amarse y respetarse
También es importante mantener a raya cualquier complejo de inferioridad. La tercera edad no supone, de ninguna manera, que se es menos que antes. Es importante ayudar a la persona mayor a amarse y respetarse. A cuidar su cuerpo y cultivar su mente, a mantener un buen aspecto físico y socializar.
Si él o ella no toma la iniciativa, siempre se pueden introducir pequeños cambios, aunque solo sea en el aspecto exterior, que le hagan sentirse mejor, para que, cuando sea el momento correcto para él o ella, simplemente lo haga.
Seguramente la persona mayor habrá vivido lo suficiente para saber que es responsable de su vida y que el victimismo solo sirve para generar atención. Pero, si no adopta la actitud adecuada, simplemente recuérdaselo y ayúdale a tomar de nuevo las riendas de su vida.
Otra cosa importante es, si no lo hace por sí mismo/a, ayudarle a adoptar una actitud positiva y a comprometerse, a no ser un/a mero espectador de la vida, sino a vivirla. A expresar su opinión y adoptar sus decisiones, que, desde luego, han de ser tenidas en cuenta.
La tercera edad es simplemente una etapa más en la vida, con sus ventajas e inconvenientes. Por ello, como familia o cuidador/a es esencial que le ayudes a ver esto, en el caso de que no lo haga por sí mismo/a.
maria