La vejez es una etapa de la vida a la que todos esperamos llegar, pero que sin embargo está asociada a un montón de mitos y prejuicios. Estos suelen dar una imagen negativa de los ancianos en la sociedad y perjudica la autopercepción que tienen de sí mismos.
Cada persona es diferente, al igual que lo es la experiencia de envejecer de cada uno. Pensar que nuestra vida va a empeorar puede predisponernos a que así sea. Por eso hoy vamos a hablar de cinco mitos sobre envejecer que nos conviene desterrar.
Los mayores están siempre enfermos
A veces se confunden las limitaciones propias de la edad, con estar enfermo. Es probable que pasados los 60 nuestra vista o nuestros huesos no estén al 100%, pero eso no tiene por qué impedirnos cuidar nuestra salud y seguir un envejecimiento activo. Llevando una dieta sana y realizando algo de ejercicio moderado de forma habitual.
Es cierto que los ancianos son más propensos a enfermar, pero también lo son los niños y no por eso se tiene la idea de que pasamos toda la infancia convalecientes. Este mito nos puede hacer temer la llegada de la vejez, o incluso repercutir negativamente en la recuperación de los mayores. ¿Para qué cuidarnos si siempre vamos a estar enfermos? Y entonces la profecía no hace más que cumplirse. Es mucho más recomendable trabajar por mantener nuestra calidad de vida a cualquier edad, y preocuparnos de lo que sí podemos hacer por estar bien.
La vejez produce demencia
Como ya comentamos al hablar de los mitos sobre la demencia, aunque la edad es un factor de riesgo, no son los años los que producen demencia, si no las enfermedades neurodegenerativas.
Es normal, con el paso del tiempo, notar una cierta disminución de la memoria a corto plazo, pero un cerebro que envejece, no es sinónimo de un cerebro con demencia. Los cambios que se producen son distintos. Los primeros síntomas del Alzheimer van más allá de los olvidos comunes y son claramente diferenciadores.
Se pierden capacidades cognitivas al envejecer
Este prejuicio está bastante relacionado con el anterior. En la vejez puede fallar la memoria o la rapidez mental, pero solemos desarrollar estrategias funcionales compensatorias para suplir estas carencias, si es que ocurren.
A partir de los setenta años, se calcula que la pérdida de neuronas diaria es de cientos de miles, pero si pensamos que el cerebro humano tiene unos 86 mil millones de neuronas, esta reducción no parece tan importante.
Además no todas las que se pierden pertenecen a la misma área, en algunas zonas no se llegan a apreciar disminuciones significativas, y gracias a la plasticidad cerebral, las células que permanecen tienen la capacidad de aumentar sus conexiones sinápticas, equilibrando la disminución.
No es posible aprender nada nuevo
Teniendo en cuenta todo lo anterior, este mito queda también desbancado. En la vejez no solo podemos aprender cosas nuevas, también disponemos de más tiempo, menos presión y muchas más posibilidades de disfrutar con los nuevos estudios.
A veces se achaca a la edad lo que en realidad es falta de costumbre, o entrenamiento. La práctica, buscar nuestro propio ritmo, y apoyarnos en nuestra experiencia en la vida, puede hacer que el aprendizaje sea una experiencia muy gratificante. En otras etapas, los estudios pueden verse condicionados por expectativas laborales o sociales, pero al hacernos mayores, podemos dedicarnos a aprender aquello que simplemente nos gusta, nos produce curiosidad, o nos hace sentir bien.
Los ancianos no son felices
La felicidad está condicionada por muchos factores, entre los que destacan especialmente nuestros deseos y expectativas. Se tiende a pensar que las personas mayores no tienen motivaciones, que no disfrutan del sexo, o que a partir de una cierta edad ya no podemos ser felices.
Pero la realidad nos muestra ejemplos de lo contrario cada día y varias encuestas confirman que la felicidad subjetiva mejora con los años. Las personas mayores disponen de más habilidades cognitivas y emocionales para afrontar la vida, independientemente de su estado físico.
Cuando se trata de felicidad, es una actitud positiva (a la que se suele llegar con la experiencia), el factor que más la garantiza. Por eso vale la pena replantearnos la idea que tenemos de la vejez y no dejarnos llevar por los estereotipos negativos.
Como decía Rita Levi-Montalcini, neuróloga y Premio Nobel de Medicina que vivió hasta los 103 años: «En lugar de añadir años a la vida, es mejor añadir vida a los años».
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