Esto es un problema, ya que este miedo (la mayoría de las veces irracional) a la consulta de odontología hace que pospongamos las citas más de lo necesario, que nos saltemos revisiones y que solo acudamos a solicitar la ayuda de un profesional cuando tenemos un problema grave. Problema que seguramente no estaría ahí de haber acudido antes.
Las visitas al dentista pueden ser molestas: a nadie le gusta estar media hora con la boca abierta y con otra persona mirando o trabajando en ella. La verdad es que no suelen ser dolorosas, mucho menos en la actualidad con todos los medios de los que disponemos para ser tratados y para hacer de la visita algo no placentero pero sí indoloro. Sin embargo, muchos seguimos aterrados ante la mera idea de pedir una cita, ¿cómo podemos relajarnos antes de entrar a consulta?
Convéncete: el dentista está ahí para ayudarte
Lo primero de lo que nos tenemos que convencer es que el dentista no es un ser malvado cuyo trabajo consiste en hacernos sufrir. Como cualquier otro sanitario, es un profesional de la salud y su cometido es ayudarnos a sentirnos mejor. Una de las cosas más útiles que podemos hacer para perder el miedo al dentista, sobre todo si no le conocemos, es acudir a ver cómo trabaja. Si hablas previamente con él y con el paciente con el que esté y les explicas tu situación seguro que son comprensivos y pueden ayudarte.
Ver cómo se comporta con otros pacientes, cómo se dirige a ellos y cómo realiza su trabajo nos ayudará a ganar confianza en nuestro médico. Recuerda: él o ella están ahí para ayudarte, solo tienes que confiar en que van a ser unos buenos profesionales en su trabajo y van a hacer lo mejor para ti.
Relájate antes de llegar a consulta
Llegar nervioso a la consulta del dentista, sobre todo cuando vamos a exponernos a una intervención delicada como una extracción o una endodoncia, a veces es inevitable. Por eso es importante conocer en qué consiste el procedimiento al que nos vamos a someter: saber cómo y por qué se realiza una endodoncia nos hará estar más tranquilos a la hora de entrar en consulta. Esta información se la puedes pedir previamente a tu dentista, que te informará de cómo se llevará a cabo el proceso. No tengas miedo de hacer preguntas: ellos están ahí para informarte y para ayudarte.
Puedes, además, utilizar algunos métodos de relajación para controlar la ansiedad que nos puede provocar esta situación. Controlar tu respiración y llevarla a un ritmo pausado, sintiendo cómo el aire entra en tu cuerpo a través de las fosas nasales y cómo recorre tu interior hasta los pulmones para después ser expulsado suavemente por la boca es un buen truco que nos ayuda a ser más conscientes de nuestro propio cuerpo y a tener un mayor control.
Si es necesario ve acompañado a la consulta: ir con tu pareja, con un amigo o con tus padres te distraerá y hará que te sientas más seguro. Si te ves en la necesidad de tomar relajantes consulta siempre primero a tu dentista (para saber que no interferirá en el proceso) y a tu médico (para estar seguro de que puedes tomarlos sin peligro). Los relajantes naturales como las infusiones de tila, pasiflora o valeriana también pueden ser una buena ayuda.
La música amansa a las fieras
Una de las recomendaciones que suelen hacer los dentistas a los pacientes que ven muy nerviosos es que se lleven unos cascos para escuchar música durante la intervención. Algunos de los instrumentos utilizados por los dentistas, como la turbina, hacen un ruido que puede resultar preocupante y molesto, a pesar de que sea perfectamente seguro: la música evitará que oigamos esos ruidos desagradables y al mismo tiempo puede ayudar a mantenernos relajados y a tener la sensación de que el tiempo pasa más rápido.
Pregunta sin temor a tu dentista si le importa que utilices los cascos: es un recurso muy útil y que da muy buenos resultados. En cuanto al repertorio, puedes elegir alguna playlist de música relajante, de sonidos de la naturaleza o alguna con tus canciones favoritas, que te recuerden buenos momentos y te puedan evadir de la situación.
Esperanza
Fernanda Arias