Hay varios tipos de glaucoma, pero los más frecuentes son el de ángulo abierto y el de ángulo cerrado. De estos dos tipos, el que encabeza el ranking de prevalencia es el glaucoma de ángulo abierto, que se produce justo en el ángulo que forma el iris con la córnea cuando las vías de drenaje del ojo se obstruyen y se produce un aumento de la presión ocular que genera un daño en el nervio óptico.

Sin embargo, los síntomas de estos tipos de glaucoma son diferentes. Así, los del glaucoma abierto son:

• Puntos ciegos tanto en la visión periférica como en la central.
• Visión de túnel cuando ya está avanzado.

Los del glaucoma de ángulo cerrado son:

• Fuertes dolores de cabeza.
• Dolor de ojo.
• Náuseas y vómitos.
• Visión borrosa.
• Visión de halos de luces.
• Enrojecimiento de los ojos

Ante cualquiera de estos síntomas se debe acudir rápidamente a un especialista en ofltalmología para que valore la salud del ojo y pueda tomar las medidas necesarias para evitar que se pierda la visión, puesto que según la Sociedad Española de Glaucoma, esta patología afecta a más de un 3% de la población y es, junto con la diabetes, la principal causa evitable de ceguera en nuestro país.

Pero no solo los síntomas pueden dar una pista sobre el glaucoma. Hay una serie de factores que aumentan el riesgo de desarrollar esta enfermedad:

• Tener hipertensión ocular.
• Ser mayor de 60 años.
• Tener antecedentes familiares de glaucoma.
• Ser diabético.
• Tener hipertensión.
• Tener enfermedad cardiovascular.
• Lesiones oculares previas.
• Algunos tratamientos con corticosteroides, sobre todo, las gotas para los ojos.

De hecho, la Academia Americana de Oftalmología recomienda que se hagan revisiones oftalmológicas para saber si una persona tiene glaucoma en dos grupos concretos de edad, a partir de los 40 años si se tienen antecedentes familiares o factores de riesgo y cada dos años una vez que se han cumplido los 65.

Una vez diagnosticado el problema, el oftalmólogo nos ofrecerá las distintas alternativas de tratamiento dependiendo de la fase donde se encuentre la enfermedad. Lo más importante es tomar las medidas adecuadas para que la pérdida de visión no vaya a más y poderla controlar.

Para eso, existen varias opciones, entre las que están las conocidas gotas para los ojos que tienen como fin bajar la presión ocular. Si no es suficiente con esta medida, hay medicamentos que se toman por vía oral que sirven también para bajar la presión ocular. Algunos casos de glaucoma necesitarán cirugía y para esos procedimientos existen diversas opciones, como la terapia con láser.

Son muy importantes las revisiones, a partir de los 40 años, porque hay un tipo de glaucoma normotensional, como su propio nombre indica cursa con tensiones oculares normales, que es muy agresivo y sólo se diagnostica en las consultas de oftalmología con pruebas de diagnóstico precoz como pueden ser OCT del nervio óptico, campos visuales y visualización directa del nervio óptico.