Una vez que termina el atracón, la persona con bulimia se siente culpable y vomita todo lo que ha comido, aunque también puede hacer otras cosas para compensar, como es hacer ejercicio de forma compulsiva, tomar laxantes y diuréticos sin control e, incluso, puede llegar a ponerse enemas.
A veces es complicado detectarla, puesto que la persona que la padece no tiene grandes problemas de peso; es decir, no adelgaza ni engorda de manera significativa, aunque sí que se produce una pequeña fluctuación de peso. Se trata de una enfermedad que es más frecuente en chicas y suele aparecer entre los 18 y 20 años, lo que no significa que pueda darse a edades más tempranas o en personas más mayores.
Hay una serie de síntomas que pueden hacer sonar las señales de alarma:
- Problemas para comer en público
- Soledad debida al aislamiento autoimpuesto, ya que se renuncia a comer con amigos fuera de casa
- Conductas engañosas con los alimentos (no sé a qué se refiere. Mejor eliminarla)
- Temor a ser descubierto y alguien sepa que se da atracones de comida
- Cambios de humor y problemas para gestionar sus emociones
- Abuso de sustancias
- Gran preocupación por el peso y la apariencia
- Ir al baño después de las comidas (normalmente para autoinducirse el vómito)
- Falta de reposo tras las comidas
- Ansiedad
- Depresión
En cuanto al tratamiento, existen varias aproximaciones que se dirigen a corregir los problemas de base y donde es necesario el apoyo de la familia y amigos. Por eso, es imprescindible contar con la ayuda de un especialista en el manejo de estos trastornos.
Lo primero que se tiene que hacer es intentar terminar con los atracones. Esa relación tóxica con la comida debe cortarse de raíz, siguiendo las indicaciones propuestas por un equipo acreditado de especialistas. En este caso, el seguimiento de los pacientes es clave para ver la evolución.
También hay que trabajar en el control de los pensamientos negativos relacionados con el aspecto físico. Reconocer y cambiar cómo se ve uno a sí mismo es clave para conseguir la recuperación.
A estas dos propuestas hay que añadir el manejo de las emociones que están detrás del trastorno alimentario. Aquí, es necesario abordar las relaciones sociales, donde la terapia cognitivo-conductual y la terapia de grupo tienen un papel destacado en la recuperación. Pero es siempre el equipo de especialistas el que irá dando las pautas más adecuadas en cada momento en función de las necesidades del paciente, del momento en que se encuentre y de su evolución.
Actualmente no hay ningún comentario sobre este tema.
¡Sé el primero en hacerlo!