Ordenadores, tabletas y, sobre todo, los teléfonos móviles están desplazando poco a poco a la televisión en su popular papel de canguro. Con demasiada frecuencia, los padres dejamos a los niños frente a las pantallas para que no molesten y parecemos no advertir los posibles efectos negativos que un tiempo excesivo en ese mundo digital o una falta de control de los contenidos pueden tener en nuestros hijos. “Las nuevas tecnologías no son malas per se; todo depende del uso que se haga de ellas. Los problemas surgen cuando abusamos o las empleamos mal”, señala la psicóloga Silvia Álava.
“El cerebro se desarrolla de manera crucial durante los primeros años. El niño necesita explorar el mundo a su alrededor e interactuar con los que le rodean para poder desplegar sus habilidades cognitivas, lingüísticas, motoras y sociales-emocionales. Desde luego, aprenderá mejor si se relaciona con las personas y no con dispositivos electrónicos”, explica la autora del libro Queremos que crezcan felices, en el que aborda la actual sobreexposición de niños y adolescentes a ordenadores, tabletas y móviles.
Posibles efectos negativos
El uso excesivo de este tipo de aparatos puede tener consecuencias indeseables sobre la conducta, la salud y el rendimiento escolar de los menores. “La naturaleza sedentaria de la mayoría de las actividades digitales puede provocar un aumento de peso en niños y adolescentes, a lo que se suma que estos pueden encontrar en la comida alta en grasas y azúcares una solución rápida para no despegarse de la pantalla”, cuenta Álava. En España, siete de cada diez niños, el 71%, comen al tiempo que ven la televisión o manipulan una pantalla táctil o el móvil, según un estudio de CinfaSalud avalado por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), y dado a conocer a finales de 2016.
Además, pueden sufrir alteraciones del sueño por emplear de forma exagerada los dispositivos electrónicos o por hacerlo antes de irse a dormir. El rendimiento escolar también puede verse afectado cuando el tiempo dedicado al entretenimiento interfiere con la lectura y el estudio. Asimismo, a medida que los menores se comunican cada vez más de forma virtual y menos cara a cara, comienzan a sentirse solos y deprimidos.
“Quienes ven mucha violencia simulada, como por ejemplo en los videojuegos, pueden ser más propensos a desarrollar conductas agresivas y a no mostrar empatía”. También pueden darse consecuencias físicas: dolor en los dedos y muñecas, fatiga ocular en los ojos y dolor de cuello y espalda por la inclinación sobre móviles, tabletas y ordenadores.
Limitar el tiempo de exposición y velar por la calidad de los contenidos
Siguiendo las últimas recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría (AAP), Álava considera que “antes de que cumplan dos años, los niños no se deben exponer a las pantallas. Después, el consumo puede aumentar a media hora al día, hasta llegar a un máximo de una hora diaria a los cinco años. En la adolescencia, la exposición nunca debe superar las dos horas al día”.
El contenido debe ser de alta calidad y, en el caso de los más pequeños, han de verlo en compañía de sus padres para entender lo que se les está mostrando. Existen programas que sí pueden ser beneficiosos para el desarrollo del niño, de modo que son los progenitores los que deben determinar cuáles y durante cuánto tiempo se visionan.
Los niños deberían dedicar su tiempo a “estar al aire libre, leer, a sus aficiones y a usar su imaginación en el juego libre. En definitiva, han de tener tiempo para ser niños”, subraya Álava.
Zonas y horas libres de pantallas
La psicóloga sugiere, también en consonancia con la AAP, que en cada hogar se asignen horarios libres de contenido mediático, como la hora de comer o mientras los menores están haciendo otras actividades (si están dibujando, jugando, etc., apagar la televisión de fondo).
“No deben estar expuestos a la televisión y a las nuevas tecnologías una hora antes de irse a la cama”, afirma tajante Álava. “Y nada de pantallas dentro de la habitación”, añade.
No interferir en los ‘periodos óptimos’ del desarrollo del niño
Los padres deben predicar con el ejemplo. “De nada sirve decirle al niño que no coja el móvil cuando tú no paras de guasapear”, apunta Álava. Padres a los que la autora de Queremos que crezcan felices insta a que no dilaten en el tiempo la adopción de planes para controlar la exposición de sus hijos a las pantallas. Y explica el motivo.
“En el desarrollo del niño, existen lo que se llaman ‘periodos óptimos’, que son claves para que se produzcan determinados aprendizajes o avances. Si debido al abuso de la televisión, los móviles, los ordenadores o las tabletas, el niño no recibe la estimulación adecuada, puede que no adquiera esas destrezas. Y a veces, aunque se tomen medidas y se recuperen de alguna forma, ya nada es lo mismo».
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