Cuidar la alimentación es algo a lo que se apunta cada vez más gente: conocer las propiedades de los alimentos, seguir una dieta sana, informarnos de los últimos avances en nutrición… En este entorno favorable, desde hace ya un tiempo, las publicaciones nos hablan con frecuencia de los superalimentos como productos con un valor nutricional superior, que los hace especialmente beneficiosos para la salud. ¿Realmente son tan maravillosos? Te lo contamos a continuación.
Qué son los superalimentos
Según el Consejo Europeo de Información Alimentaria (EUFIC) no hay una definición oficial para los superalimentos, pero en general utilizamos este término para referirnos a los alimentos que se diferencian por su potencial nutritivo, y su alta concentración en vitaminas, grasas saludables o antioxidantes.
Entre los superalimentos solemos encontrar sobre todo frutas y verduras, pero también algún pescado, algas, semillas, cereales o legumbres. Se caracterizan por provenir de lugares un poco alejados en el mapa y tener nombres exóticos como bayas de goji o semillas de chía, pero también tienen cabida alimentos tan comunes como las sardinas o las nueces.
Se les atribuyen bondades como ser antioxidantes, anticancerígenos, adelgazantes o reducir el riesgo de cardiopatías y otras enfermedades. En su mayoría son alimentos saludables, pero hay que ser prudentes a la hora de confiar en estos superpoderes.
Cuánto hay de verdad y cuánto de mito
Los expertos en nutrición nos advierten que nuestro estado de salud depende de muchos factores aparte de lo que comemos en conjunto, como la actividad física, el entorno, las hormonas o la genética, por lo que no podemos atribuirlo a un solo alimento. Es más recomendable hablar de grupos de alimentos saludables como las frutas y verduras, los cereales integrales o las legumbres, dentro de una dieta variada y equilibrada.
Las propiedades de estos superalimentos normalmente están avaladas por estudios e investigaciones pero aunque sus resultados sean correctos, hay que tener cautela con la interpretación que se suele hacer en los medios de los mismos, ya que no siempre pueden traspasarse a la vida cotidiana.
Los nutrientes están, pero las condiciones de laboratorio en las que se realizan estos estudios sobre determinados alimentos suelen ser muy diferentes a como nosotros los ingerimos en nuestro día a día. Por ejemplo, pueden estar realizados solo con animales, o probarse únicamente de forma aislada, cuando lo habitual es que en nuestra dieta mezclemos muchos tipos de comida.
Superalimentos asequibles y fáciles de encontrar
Teniendo en cuenta lo que hemos comentado, tampoco es necesario gastarse una fortuna en la cesta de la compra o irse muy lejos para encontrar productos con un potencial nutritivo interesante. Sabemos que por sí solos no van a hacer milagros, pero estos cinco ejemplos bien merecen también la etiqueta de super, por lo bueno que aportan.
Aceite de oliva virgen extra
Forma parte de las grasas beneficiosas que son necesarias en nuestra dieta, concretamente de las grasas insaturadas monoinsaturadas, que contribuyen a reducir el colesterol malo y aumentar el bueno, además de cuidar nuestra salud cardiovascular y contener antioxidantes. Recientemente se descubrió que seguir una dieta mediterránea rica en aceite de oliva virgen extra, podía ayudar de forma significativa a reducir el cáncer de mama.
Aguacate
Es la estrella de Instagram, pero no solo por el colorido que añade a los platos, sino también por su delicioso sabor y sus propiedades saludables. También forma parte de la categoría de grasas beneficiosas, por lo que sus bondades son muy similares a los del aceite de oliva, con un buen aporte de Vitamina E, que contribuye a mejorar el aspecto del cabello y de la piel.
Verduras de hoja verde
Mejor si las consumimos en crudo, en ensalada o como base de un refrescante batido, las verduras de hoja verde (acelgas, berros, rúcula, espinacas…) son muy ricas en vitaminas, sobre todo en vitamina K, encargada de la coagulación de la sangre, por lo que contribuyen a prevenir problemas circulatorios, como las varices o las arañas vasculares. Son saciantes y bajas en calorías, así que dentro de una dieta equilibrada nos ayudan a mantenernos en nuestro peso.
Brócoli
Una porción pequeña de brócoli (unos 100 gr.) contiene tanta vitamina C como una naranja, pero no es la única que abunda en este alimento que también es fuente de vitamina A, vitaminas del grupo B, calcio y betacarotenos, contribuyendo por un lado a reforzar nuestro sistema inmunológico y por el otro a prevenir el envejecimiento prematuro gracias a sus propiedades antioxidantes. Pocas calorías, agua y mucha fibra, son otras de sus características que lo hacen ideal para añadirlo a nuestros platos.
Legumbres
Se asocian erróneamente con platos poco saludables, pero las legumbres contienen por lo general poca grasa, así que todo dependerá de los ingredientes que les añadamos al cocinar. Son una fuente de proteínas vegetales de calidad y nos aportan hierro (sobre todo las lentejas y la soja), calcio y magnesio, además como se componen en mayor parte de hidratos de carbono de asimilación lenta, nos proporcionan energía durante más tiempo sin aumentar los niveles de azúcar en sangre como hacen los hidratos de carbono simples.
Como hemos comentado, los beneficios de estos alimentos se dan siempre en el contexto de unos hábitos saludables y una dieta equilibrada. Si tenemos dudas sobre qué alimentos nos resultan más adecuados o precisamos de algún requerimiento nutricional lo mejor es acudir a un nutricionista profesional, titulado y sanitario, que nos ayudará a encontrar las pautas alimenticias que más nos convienen, de forma individualizada.
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