Las zapatillas de running son una de las principales herramientas del corredor y quizás la que más relevancia tiene. Muchos se dejan parte de su presupuesto en hacerse con el último modelo de las principales marcas. Otros conocen su importancia, aunque no tienen claro hasta qué punto necesitamos lo que nos venden.
El que hayan tantas zapatillas donde elegir hace que la elección sea complicada y en ocasiones, no deja de haber cierto temor en comprar unas que puede que no terminen siendo como esperábamos. Para no equivocarse, conviene llevar a cabo una serie de pruebas que nos dirán qué tipo de zapatilla son ideales para mejorar el rendimiento e incluso para prevenir lesiones que aparecen al empezar al correr.
Cómo se hace la prueba de la pisada
Es posible que, al ir a comprar una zapatilla, te hayan ofrecido hacer una prueba de la pisada. Lo cierto es que este es uno de los estudios más básicos que hay sobre el pie. Es realizado por los propios vendedores de los establecimientos con el fin de recomendarnos alguno de los modelos que tienen en venta.
En este tipo de estudio no sabremos cuáles son las necesidades de alguien que quiera correr y necesite una corrección postural o tenga problemas médicos. Para ello, lo ideal es que el corredor acuda a un equipo de sanitarios para que le practiquen un estudio biomecánico de la pisada. Se trata de una serie de pruebas que indican cómo funciona el cuerpo en movimiento y cómo afecta este movimiento a otras partes del cuerpo, especialmente, a la rodilla, cadera y columna.
El corredor en particular, sabrá cómo pisa y cómo puede mejorar su pisada escogiendo las zapatillas de running que necesita. También es de gran utilidad a la hora de prevenir la aparición de lesiones, reducir problemas que podrían agravarse con la carrera y aparecer en forma de esguinces, tendinitis, sobrecargas musculares, basculaciones pélvicas, fascitis…
El estudio biomecánico de la pisada suele constar de dos fases, un análisis en bipedestación y otro en movimiento. Sin embargo, algunos estudios incluyen más fases que arrojan resultados más precisos sobre la mecánica de tu cuerpo.
Fases de un estudio de la pisada
En primer lugar, el sanitario realiza una exploración rápida mientras el paciente está tumbado sobre una camilla. Valora el rango de movimiento de las articulaciones y músculos de la rodilla, el tobillo y la cadera. También chequea si existe dismetría, es decir, diferencia de longitud entre las dos piernas.
La segunda parte de la exploración se realiza sobre una plataforma de presiones. En ella, el paciente permanece de pie para que el sanitario realice un análisis estático de la postura y de la huella del pie. Con ello, se sabe cómo se reparte el peso corporal sobre los pies. La plataforma realiza un escáner y manda al ordenador la lectura, que es posteriormente estudiada por el profesional.
Sobre la misma plataforma, se realiza el análisis dinámico de la postura y de la huella del pie. Para ello, el corredor tendrá que comenzar a caminar como si estuviera sobre una cinta de correr, y luego el especialista le pedirá que trote para saber cómo pisa y cómo reparte el peso de su cuerpo mientras realiza estas actividades.
Los estudios de la pisada más avanzados incluyen otras fases como pueden ser la filmación en vídeo a alta velocidad del corredor para analizar cómo se mueve mientras corre. Con las imágenes que se extraen se pueden ver pequeños detalles del movimiento que son imperceptibles al ojo humano.
Con los resultados de cada prueba se elabora un informe a través del cual el sanitario te dirá cómo es tu pisada, si necesitas algún tipo de corrección y cómo solucionarla: puede ser con trabajo de técnica o incluso con unas plantillas personalizadas.
Cómo elegir una zapatilla en función de la distancia
Con la información que proporciona una prueba de la pisada podrás hacer una compra de zapatillas de running más acertada. Sin embargo, hay otros parámetros que has de tener en cuenta a la hora de decantarse por un par, estos son: tu peso, el ritmo de carrera y la distancia que piensas recorrer.
Además de estas variables a tener en cuenta, es recomendable que si se tiene un buen ritmo de carrera y se va a realizar una carrera de hasta 10 kilómetros, te hagas con unas zapatillas ligeras y con menos amortiguación que las que sueles utilizar en los entrenamientos. De esta manera, las zapatillas te aportarán dinamismo y agilidad.
En cambio, si te estás preparando para una media maratón o una maratón, necesitarás unas zapatillas que te aporten un mayor control y estabilidad en carrera, por lo que la amortiguación y los refuerzos son elementos clave a la hora de escoger entre unas y otras. En este tipo de zapatillas se sacrifica el dinamismo, y la transición es más lenta de lo que se realiza en distancias menores.
Conviene probarse las que sean necesarias y dejarse asesorar por el equipo de vendedores. Sabiendo cómo pisas y teniendo un objetivo marcado, será fácil dar con las suelas que desearás limar en los próximos meses.
Correr descalzo, ¿es una opción?
Es posible que hayas escuchado hablar de una de las modas que ha irrumpido en el mundo del running en los últimos tiempos: el barefoot running.
El barefoot viene del inglés “descalzo” y en el mundo del atletismo se le conoce como la carrera que se realiza sin zapatillas. Tras muchos años de publicitar zapatillas con cámaras de aire y amortiguación, la tendencia que siguen las grandes marcas es la de quitarle todos los elementos a la zapatilla para que los pies hagan su función: la de soportar y amortiguar el peso del propio cuerpo.
En teoría, quitando la amortiguación de los talones, dejaríamos de talonear en carrera y entraríamos el pie desde el mediopié, alterando así la frecuencia de la zancada y su amplitud.
Hay quien afirma que ha dejado de padecer lesiones e incluso sobrecargas musculares desde que se ha pasado al barefoot running. Otros aluden a que, desde que somos pequeños, cubrimos nuestros pies con zapatos con cierto tacón, lo cual genera acortamiento sobre el tendón de Aquiles, gemelos, soleo e isquiotibiales.
Empezar a correr descalzo de un día para otro podría lesionarnos, ya que los ligamentos y músculos ligados a los pies tendrían que aumentar su flexibilidad de inmediato. Por eso todos se ponen de acuerdo en que la progresión de una zapatilla con amortiguación a una minimalista ha de ser gradual y lenta, pudiendo durar meses e incluso años.
Lo cierto es que la tendencia barefoot se ha convertido en una opción más con tantos detractores como partidarios, así como argumentos a favor como en contra de no calzarse zapatillas para correr o de hacerlo vistiendo la versión más minimalista: las sandalias. Sin duda, la experiencia individual de cada corredor es la que mejor puede dictar qué es mejor para cada uno, por eso, antes de seguir modas y tendencias conviene saber cómo funciona nuestro cuerpo y en base a eso tomar las decisiones que más nos beneficien.
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