Igual que para muchos es un suplicio montar en avión, para otros lo es acudir a la clínica dental. El miedo o fobia al dentista (dentofobia) es un temor persistente, irracional e injustificado a ponerse en manos del odontólogo, si bien en algunos casos tiene explicación por experiencias previas traumáticas. Tal es el nivel de estrés y ansiedad que genera a estas personas la sola idea de pensar que tienen que ir a consulta, que algunas incluso acaban padeciendo problemas odontológicos graves por no haberse tratado antes.
Aunque existen técnicas de relajación para controlar el miedo al dentista, en la mayoría de estos casos no son suficientes, de modo que, para facilitar el bienestar de estas personas, se imponen otras soluciones. La sedación consciente es una opción eficaz y segura para que aquellos con miedo o fobia al dentista recuperen la confianza. Con ella, el paciente es inducido a un estado que le relaja y tranquiliza, pero durante el cual no pierde en ningún momento el conocimiento ni ve alterada su percepción sensorial de un modo comparable al de una anestesia general. Hay dos tipos de sedación consciente, la inhalatoria y la intravenosa.
Sedación consciente inhalatoria
En la sedación consciente inhalatoria, el paciente respira a través de una mascarilla una mezcla de oxígeno y óxido nitroso, popularmente conocida como “gas de la risa”. Al inhalar ese gas, totalmente seguro y administrado por personal cualificado, experimenta una agradable sensación de confort que le permite controlar la ansiedad, mientras se minimizan o suprimen los movimientos indeseados que pueden dificultar el tratamiento dental.
El óxido nitroso actúa como un potente analgésico que relaja el sistema nervioso central, sin ningún efecto secundario para la respiración o las mucosas y sin provocar alteración cardiovascular alguna. Una vez el especialista finaliza su trabajo y concluye la administración de la mezcla gaseosa, el paciente recupera su estado normal en unos pocos minutos, pudiendo incluso conducir.
Sedación consciente intravenosa
La sedación consciente intravenosa se obtiene mediante la inoculación, vía intravenosa, de medicamentos hipnóticos e inductores del sueño. Se utiliza principalmente en tratamientos odontológicos más largos y complejos como las cirugías. Para practicar este tipo de sedación consciente es necesario que el proceso lo dirija un anestesista, que se encargará de regular la dosis en función de las necesidades del paciente, así como de controlar su pulso cardíaco en todo momento.
Tras la intervención, normalmente el paciente tiene un cierto grado de amnesia, rompiéndose así el círculo vicioso fóbico que facilitará que posteriormente pueda acudir a la clínica dental sin ansiedad. Al terminar el tratamiento el paciente puede estar un poco aletargado, aunque no es necesaria ninguna recuperación adicional. Los efectos de la sedación pueden durar entre 2 y 4 horas, por lo que se requiere, no obstante, que acuda a consulta acompañado.
Como vemos, la sedación consciente, ya sea inhalatoria o intravenosa, es un método muy efectivo y seguro para controlar el estrés y la ansiedad que sufren muchas personas a la hora de acudir al dentista. El paciente entra en un estado de bienestar y relajación óptimo para afrontar cualquier tipo de tratamiento dental y, una vez terminado, su recuperación es rápida y sin secuelas.
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