El cloro de las piscinas, el exceso de sol, la sequedad ambiental… Tras el verano, la piel, el órgano más extenso de nuestro cuerpo, suele encarar el otoño con buen color, pero en la mayoría de los casos con falta de hidratación, alguna que otra mancha y un empeoramiento del acné en el caso de las pieles grasas. Para combatir lo que los expertos denominan el efecto rebote estival, uno de los tratamientos más efectivos y demandados es el denominado peeling facial.
El peeling (término que viene del inglés «to peel», que significa pelar) consiste en una exfoliación de las capas más superficiales de la piel con el fin de favorecer su sustitución por otras de mejor calidad y textura. Con esa renovación celular, se pueden tratar o eliminar imperfecciones no deseadas y obtener un tono del tejido más uniforme.
Indicaciones
El peeling está especialmente indicado en casos de:
- Fotoenvejecimiento: se busca una piel más lisa, con disminución de arrugas y líneas de expresión, rejuvenecimiento de la piel y aumento de la renovación celular.
- Acné o cicatrices: se consigue una piel más tersa y suave, al minimizar y desbloquear los poros, y reducir cicatrices y manchas.
- Eliminación de manchas: se logra una piel más luminosa y se unifica el tono cutáneo.
Tipos de ‘peeling’
Se puede hablar de peeling superficial, medio y profundo, según su profundidad, y de peeling mecánico, químico o físico, según la técnica empleada.
– El peeling mecánico se realiza mediante cepillos, rodillos o lijas con micropartículas como cristales o piedra. La dermoabrasión es uno de los peelings mecánicos más comunes.
– El peeling químico se lleva a cabo aplicando productos químicos, habitualmente ácidos.
– El peeling físico consiste en la aplicación de un agente físico con el fin de disminuir la capa más superficial de la piel.
Precauciones
Antes de realizarse el procedimiento, el paciente deberá firmar un consentimiento informado en el que se aclara en qué consiste la técnica, cómo se realiza y se informa de la posibilidad de que aparezcan efectos secundarios no deseados como dolor, infecciones, erupciones o hiper/hipopigmentación de la zona tratada.
Para poder someterse a esta técnica, se recomienda no haber tomado el sol ni rayos UVA artificiales en el mes anterior, ni haberse realizado limpiezas faciales ni tratamientos exfoliantes en las dos semanas anteriores.
El procedimiento se lleva a cabo con anestesia local tópica o por infiltración y, previamente a cualquier tipo de peeling, se debe realizar un desengrasado y una limpieza profunda de la piel.
Durante el tratamiento, que suele durar una media hora, el paciente notará una sensación de picor o quemazón y enrojecimiento. Transcurridos unos minutos, esa sensación de escozor irá desapareciendo a la vez que se aplica una mascarilla hidratante.
Recuperación y resultados
Tras el tratamiento, es muy importante seguir las recomendaciones del especialista, que normalmente incluyen mantener la piel hidratada con una crema reparadora, cicatrizante y calmante, y no salir de casa sin haber aplicado antes protección solar (al menos de índice 30) para evitar hiperpigmentaciones.
Lo que hay que evitar en todo momento es la exposición solar directa. Por todo ello, el otoño y el invierno son las épocas ideales para hacerse un peeling.
Durante los primeros días tras el tratamiento, la piel estará enrojecida, pero poco a poco irá escamándose (a veces de forma imperceptible), dejando paso a una piel nueva, aún con rojeces que irán desapareciendo, pero más suave e hidratada y sin las marcas del daño causado previamente.
La piel pasará a estar libre de manchas y marcas, con una secreción correcta de grasa, más hidratada y con mayor luminosidad. Los efectos del peeling facial son bastante duraderos, aunque se recomiendan sesiones de recuerdo, especialmente si el objetivo ha sido reducir las arrugas.
Raquel