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Adolescentes: ¡rebeldes con causa!

Pensar en un adolescente preocupa y mucho, pero ante todo hay que tener tranquilidad. Es una etapa de la vida que hay que pasar, aunque requiera de grandes dosis de paciencia y en determinadas ocasiones la colaboración de un equipo de especialistas que ayuden a encauzar y gestionar las emociones de los que pasan de ser niños a ser adultos.

Los estudios indican que entre el 5 y el 15 por ciento de los adolescentes atraviesan por grandes conflictos con sus padres, pero en la gran mayoría de los casos para sobrellevarlos basta con gestionar o, al menos, intentar gestionar la rebeldía y los cambios físicos y hormonales.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) dice que la adolescencia es el periodo comprendido entre los 10 y 19 años. En esos años ocurren muchos cambios, propiciados sobre todo por los cambios hormonales que se traducen en fluctuaciones del estado de ánimo impredecibles. Por eso, el apoyo psicológico nos puede ayudar a entender mejor porqué se producen estas alteraciones en la conducta y nos pueden dar pautas para manejarlas.

Durante la adolescencia, el cerebro de los niños sufre un cambio muy drástico, donde tiene que empezar a controlar sus emociones, a saber expresarlas y a manejarlas. No vale todo, hay que seguir unas pautas específicas para que esta etapa de transición sea lo más armoniosa posible.

Sensibilidad

Hay que tener en cuenta que durante esos años los adolescentes son más sensibles a las emociones y su autoestima se resiente, en parte por los cambios físicos que van experimentando y porque se comparan con sus amigos, quieren parecerse a los más “populares” y les afecta todo lo que tiene que ver con su apariencia, que en ocasiones no es la deseada (más granos en la cara, empiezan a tener vello…). Tienen que aprender a adaptarse a esa transformación que está sufriendo su cuerpo.

La forma de relacionarse con los demás también sufre modificaciones. La familia ya no es lo importante y lo imprescindible ahora es su grupo de amigos. Por eso, pueden surgir nuevos conflictos. Contar con ayuda y apoyo psicológico es clave para manejar estas situaciones, ya que las continuas discusiones con los adolescentes pueden afectar las relaciones futuras entre padres e hijos.

Conocer e interesarse por sus amigos es una forma de acercarse a él. Para los padres es necesario saber con quién se relaciona su hijo y para los hijos es una forma de saber que pueden ir a casa con sus amigos.

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La sinceridad es clave en toda relación, por eso es bueno fomentarla. Para crear ese clima, podemos acudir a un equipo de especialistas que nos de las pautas necesarias para relacionarnos con nuestros hijos adolescentes sin que nos perciban como controladores o atosigadores. Si nosotros hablamos de  los planes que hacemos con nuestros amigos, dónde hemos cenado o qué película hemos ido a ver, ellos verán normal contar lo que hacen cuando salen con sus amigos. Esto nos dará tranquilidad y nos ayudará a conocer si tienen algún problema.