Cómo debemos cuidar nuestra boca
Cepillarse los dientes. Es quizá la pauta más importante y por eso conviene hacerla correctamente después de cada comida. De esta forma, los especialistas hablan de tres cepillados diarios, aunque esto puede variar según el número de ingestas. Es fundamental no saltarse jamás el de por la mañana, después de desayunar, ni el de la noche, antes de acostarse.
Durante la noche, producimos menos saliva, que es un excelente protector de encías y dientes y no movemos ni la lengua ni los labios, que por el día contribuyen a una especie de mecanismo de autolimpieza. Si además el usuario duerme con la boca abierta, se produce la combinación perfecta para que la placa bacteriana que prolifera en la cavidad bucal sea más agresiva. De esta forma, el cepillado dental matutino es esencial.
Por su parte, el cepillado nocturno debe servir para eliminar cualquier resto de alimento que haya podido quedar entre los dientes y que no hayamos eliminado con cepillados anteriores. Además, prepara la boca para un gran número de horas en las que la boca va a ser más vulnerable por los factores mencionados.
Hay que llevar a cabo un cepillado concienzudo durante al menos dos minutos con un cepillo de cabezal no demasiado grande para llegar con facilidad a todas las piezas dentales y a cada rincón de la boca, incluyendo la parte trasera. Hay que tener la precaución de limpiar todas las caras de las piezas dentales y cuidar que las cerdas del cepillo sean suaves o de dureza media para no rayar el esmalte ni dañar las encías.
Cepillo manual o eléctrico. Si la técnica de cepillado es buena, es igual usar uno que otro. Es cierto que los movimientos oscilantes y vibratorios de los cabezales eléctricos pueden ayudar a extraer más restos de comida, pero también pueden resultar más agresivos con las encías si no se modula la presión.
¿Cuánta pasta? La pasta dentífrica debe ser fluorada y no es necesario cubrir todo el cabezal del cepillo con ella. El equivalente a un guisante es más que suficiente para obtener un cepillado correcto.
Usar seda dental. La seda dental ayuda a extraer los restos de comida de las zonas de difícil acceso a las que no llegamos con el cepillo, como entre los dientes o la parte trasera de las muelas. Debe acompañar siempre al cepillado, aunque no es un sustituto.
Enjuague bucal. Lo mismo se puede decir del colutorio. Ayuda a completar la higiene dental, ya que su formulación líquida hace que llegue a toda la cavidad oral. No sustituye ni al cepillado ni a la seda dental.
No olvidar la lengua. La higiene dental diaria debe incluir la lengua y la cara interna de las mejillas. Esta limpieza se puede hacer con el propio cepillo o con dispositivos de silicona diseñados a tal efecto.
¿Y el chicle? El chicle sin azúcar, preferiblemente con xilitol por sus ventajas anticariogénicas, es únicamente una opción de emergencia cuando no se dispone de los utensilios para hacerse un cepillado normal.
Ojo con… gominolas, caramelos duros, golosinas y alimentos pegajosos. Suelen ser muy azucarados y además sus restos permanecen más tiempo en la superficie dental si no se limpian inmediatamente después de tomarlos.
Periódicamente, debemos acudir al dentista para que lleve a cabo una limpieza dental en profundidad y para controlar que todo está en orden. En estas revisiones el especialista puede detectar problemas en la cavidad oral que pueden estar pasando desapercibidos, tales como caries, microrroturas dentales, deterioro de empastes antiguos, desgaste por bruxismo, lesiones en las encías e, incluso, tumores en la lengua.
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