La diabetes es una enfermedad metabólica que requiere un estricto control de los niveles de glucosa en sangre. De lo contrario, el paciente diabético está expuesto a la aparición de múltiples complicaciones, que van desde la retinopatía diabética hasta neuropatías periféricas pasando por alteraciones de la piel.
Una de las complicaciones más serias de esta patología es el denominado pie diabético, una patología que no solo deteriora la calidad de vida de los pacientes, sino que puede desencadenar la amputación de las extremidades inferiores.
En qué consiste el pie diabético
La diabetes se caracteriza por un nivel excesivamente alto de glucosa en sangre. Cuando esta situación de hiperglucemia es persistente, empiezan a aparecer problemas vasculares caracterizados por un riego sanguíneo deficiente y un deterioro progresivo de la pared de los vasos sanguíneos.
Esta vasculopatía se une a la afectación nerviosa que también va asociada a la diabetes. La neuropatía periférica repercute en una pérdida de sensibilidad que hace que no se perciban los golpes o las rozaduras, lo que hace que el paciente sea más propenso a no darse cuenta de que tiene una herida o una lesión en la piel a la que debe prestar especial atención.
Los pacientes con diabetes pueden desarrollar úlceras después de sufrir un pequeño golpe o hacerse una herida a priori sin importancia o también pueden surgir estas úlceras por roces o ampollas que pasan desapercibidos. Asimismo, la alteración del riego sanguíneo repercute en una mayor sequedad de la piel, un factor que favorece la aparición de grietas o heridas.
Los problemas circulatorios asociados a la diabetes dificultan la cicatrización de las heridas. De esta forma, si las úlceras de los pies no se resuelven satisfactoriamente pueden llegar a provocar la amputación de los dedos o incluso de los pies.
Prevenir el pie diabético
- Mantener los niveles de glucosa en sangre bajo control.
- Mantenerse activo para mejorar la circulación sanguínea. Masajear los pies a diario con el mismo fin.
- Dejar de fumar, ya que el tabaquismo agrava las complicaciones vasculares, sobre todo las que afectan a los vasos sanguíneos de los pies.
- Revisarse los pies cada día y mantener una higiene escrupulosa.
- Lavar los pies diariamente con jabones neutros. Usar agua templada y no estar con los pies en remojo más de cinco o seis minutos. Es mejor no usar esponjas duras ni piedra pómez.
- Secar los pies cuidadosamente con una toalla suave con cuidado de secar bien los espacios interdigitales. Si es necesario, puede ayudarse de un secador de pelo.
- Hidratar los pies con cremas específicas para evitar la aparición de descamaciones y rozaduras con el calzado que puedan acabar en una úlcera.
- Usar calcetines de tejidos naturales que absorban bien la transpiración para evitar tener los pies húmedos, un factor que favorece la maceración. Cuide de que los calcetines o medias no lleven costuras o adornos duros y de que no aprieten demasiado.
- Usar calzado de buena calidad sin partes duras por la cara interior. Es preferible que sean de piel flexible y que no queden demasiado ajustados. Es recomendable optar por zapatos de punteras anchas y redondeadas que no opriman los dedos y en verano es conveniente no usar sandalias que dejen el pie muy descubierto, ya que eso los hace más vulnerables a golpes y heridas.
- Tenga mucho cuidado al cortarse las uñas. Use preferiblemente un cortaúñas para dejarlas rectas. Lime con cuidado los posibles picos para evitar que se le claven y formen heridas.
- No se haga la pedicura en casa y tampoco trate de quitar las durezas y callos con piedra pómez, cuchillas o callicidas. Póngase en manos de un podólogo para evitar lesiones en la piel.
Los especialistas en el manejo de la diabetes insisten en la necesidad de prestar mucha atención al cuidado de los pies, ya que los pacientes pueden desarrollar úlceras con mucha facilidad.
Asimismo, estas úlceras tienen peor pronóstico que en pacientes sanos, lo que incrementa considerablemente el riesgo de amputación. Por ese motivo recomiendan a los diabéticos revisar sus pies con un podólogo de manera periódica para evitar la aparición de rozaduras, heridas o lesiones que puedan llegar a complicarse.
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