Con motivo del Día Mundial de la Salud y en pleno boom tecnológico, no podemos dejar de comentar los cambios que se han producido en el sector médico. Unas modificaciones que han llegado para mejorar la calidad de vida de los pacientes y que incluso han dado un vuelco a la forma en la que nos relacionamos con nuestro médico.
Por desgracia, no todo han sido ventajas, puesto que la popularización de Internet también ha llevado a algunos enfermos a hacer un mal uso de ella, es decir, a utilizarla para sustituir al profesional. Una práctica demasiado común y una peligrosa idea. Hoy te contamos por qué.
Por qué no es recomendable “creer” todo lo que dice la red
Dicho lo cual y si bien una de las ventajas de la red es que nos ha abierto las puertas a un vasto abanico de conocimiento, cuenta también con un gran inconveniente: cualquiera puede participar. Esto implica que tanto aquellos que cuenten con la preparación necesaria como los que carecen de ella tengan la opción de escribir sobre algo concreto con diferente alcance (a menudo llega más lejos el texto escrito por la persona no experta). Y esto podría ser un problema, pues sus afirmaciones no tienen un valor ni remotamente parecido.
Asimismo, y aunque topemos con la fuente apropiada, lo cierto es que existen muchas posibilidades de que malinterpretemos nuestros propios síntomas y los asociemos con una gravísima enfermedad. Algo muy frecuente si somos un poco hipocondríacos y que también puede deberse a, sencillamente, que no hemos buscado bien, o que las entradas con nuestra supuesta dolencia no se encuentren bien posicionadas en los resultados.
Además, en ningún caso obtendremos un diagnóstico lo suficientemente claro ni, mucho menos, personal, que se adapte a nuestra situación.
La automedicación, el peor remedio
Llegados a este punto, cabe hablar de la automedicación, un pasito más en la dirección incorrecta, y una decisión que podemos acabar tomando si creemos a pies juntillas lo que hemos leído online –la red está llena de mitos–. En ningún caso deberíamos proceder de esta manera, ni siquiera ante un aparentemente simple resfriado, cuyas señales creemos saber interpretar.
Por desgracia y según recientes cifras del eurobarómetro, España es el país de la Unión Europea donde más ha aumentado el consumo de antibióticos de motu proprio. Curiosamente, la mitad de la población desconoce para qué sirven exactamente y creen que son efectivos para tratar un resfriado. Unos datos alarmantes que no hacen más que incrementarse cada año y cuyas consecuencias pueden llegar a ser devastadoras.
La búsqueda de información, útil pero con peros
No obstante, lo cierto es que la búsqueda de información nunca está de más, sobre todo porque te servirá de ayuda a la hora de conocer mejor tus sensaciones, explicárselas a tu médico cuando acudas a la consulta o, sencillamente, porque seguro que aprendes haciéndolo –sobre tu afección o sobre la que se le parezca–; y ya se sabe que el saber no ocupa lugar.
Ahora bien, deberás realizarla (la búsqueda) de manera adecuada. Por ejemplo, no será lo mismo acudir a un blog especializado de un profesional o a un artículo académico, que a una página generalista o foro con tintes alarmistas. Desde luego, la validez de los datos que allí figuran no será la misma. Una idea: acude a Google Académico y a Dialnet.
Un abordaje apropiado
Dicho lo cual y ante los primeros síntomas de malestar, deberíamos consultar a un profesional para obtener un diagnóstico personalizado, adaptado a nuestras condiciones físicas, estado de salud general, historial médico, etcétera. Una manera de prevenir los problemas que podían derivarse de un autodiagnóstico y medicación y una forma de contar con la garantía y confianza que ofrece un experto.
Hay que tener presente, además, que un síntoma no siempre es fácil de describir, y nada como otra persona cualificada para explicárselo (frente a un foro o un motor de búsquedas generalistas). También puede ocurrir que tengas “miedo” de acudir a la consulta, sobre todo si crees que los resultados van a salir mal y tratas de evitar las malas noticias. En algunas enfermedades como la agorafobia, por otra parte, resulta todavía más difícil.
En este último caso –y también en otras situaciones en las que, por razones logísticas no podamos desplazarnos físicamente o, sencillamente, nos resulte más cómodo no hacerlo– podemos servirnos de servicios especializados. Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a los servicios digitales que nos permite conectar fácilmente con el médico y realizar las consultas online a través de un sistema de videoconsultas.
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