La fractura de cadera es una patología muy extendida entre la población, sobre todo en adultos mayores. Se calcula que alrededor del 3% de las personas mayores de 80 años en España han sufrido una fractura de cadera: un porcentaje muy alto si lo comparamos con otros traumatismos. El grupo de mayor riesgo frente a esta fractura es el de mujeres mayores que ya se encuentran en la menopausia, y esto está directamente relacionado con la aparición de la osteoporosis o pérdida de densidad ósea.
Fractura de cadera, ¿por qué se produce?
Las causas de la fractura de cadera son variadas, pero hay algunas que cobran una mayor importancia, ya que se repiten en muchos de los casos. La fractura de cadera se suele producir después de un traumatismo producido por un golpe o una caída que afecta a la porción más cercana al tronco del hueso del fémur, aunque también puede suceder de manera espontánea y que la caída sea la consecuencia de la fractura. Puede producirse tanto por dentro de la articulación como por fuera, con los huesos ilíacos.
La resistencia del hueso es uno de los factores clave para que se produzca una fractura de cadera. Esta resistencia está determinada por la masa ósea que presenta el hueso y por su mineralización, es decir, por la cantidad y calidad del hueso. Aquí es donde entra en juego la temida osteoporosis.
¿Qué es la osteoporosis y cómo podemos prevenirla?
Hacia los treinta años es cuando se calcula que más reservas óseas acumula una persona adulta. A partir de entonces la calidad y cantidad de masa ósea comienza a decaer, haciendo así a los huesos más vulnerables ante posibles golpes o caídas. Esto tiene relación con la osteoporosis: una enfermedad que se relaciona con adultos en la tercera edad en la que los huesos se van descalcificando, siendo de esta manera más frágiles y fáciles de romper.
Es muy importante, por tanto, que acumulemos unas buenas reservas de calcio en nuestros huesos a través de la alimentación: la ingesta diaria de calcio recomendada es de 800 miligramos, y para conseguirla podemos acudir a la leche y derivados lácteos, alimentos vegetales ricos en calcio como las espinacas o las berzas, pescados como las sardinas (por sus espinas blandas), legumbres como los garbanzos y frutos secos como las avellanas y las almendras. También es una buena idea recurrir a alimentos funcionales enriquecidos con calcio (algunas leches y también soja, e incluso las nuevas hamburguesas enriquecidas con calcio diseñadas por un grupo de investigadoras españolas) o suplementos dietéticos de considerarse necesario.
También la vitamina D es muy importante en nuestra dieta, ya que nos ayuda a absorber el calcio que hemos ingerido a través de alimentos y suplementos. Algunas fuentes de vitamina D en nuestra dieta pueden ser la leche de soja, el huevo y el hígado de vaca y algunos pescados como el arenque, el congrio o el salmón ahumado. Para conseguir esta vitamina no debemos olvidar la importancia de tomar el sol al menos 15 minutos al día, y siempre tomando todas las precauciones necesarias para proteger nuestra piel de forma efectiva.
Los grupos de riesgo en las fracturas de cadera
Como hemos visto, los adultos mayores son el grupo de riesgo principal en las fracturas de cadera, ya que sus huesos pueden ser más frágiles debido a la osteoporosis. Las mujeres sufren tres veces más fracturas de cadera que los hombres y, además, tienen más peligro de padecerlas si en su familia ha habido antecedentes de fractura de cadera.
Pero no se trata solo de una cuestión de debilidad en los huesos: las caídas en las personas de edad avanzada suelen ser muy frecuentes y están desencadenadas por otros factores también relacionados con la edad. El hecho de tener una visión mermada, una menor movilidad de las articulaciones, reflejos lentos, alteraciones al caminar, falta de equilibrio… Todos estos factores pueden ser desencadenantes de una caída, más aún cuando se dan varios en la misma persona.
Otra de las causas de caídas más habituales son las barreras arquitectónicas a las que deben enfrentarse los adultos mayores en su día a día: escaleras demasiado empinadas y en muchas ocasiones sin pasamanos donde agarrarse, desniveles en las calles o pasos demasiado estrechos, poca iluminación en la calle o en la casa… Todo esto aumenta el riesgo de que se produzca una caída.
Además, los adultos mayores no necesitan de un golpe muy fuerte para que se produzca la fractura: cualquier traumatismo, por pequeño que sea, puede llevar a una fractura de cadera, que es una lesión grave. Además, como hemos comentado, en ocasiones no hay ni siquiera golpe: la fractura se produce sola.
Tratamiento y recuperación de la fractura de cadera
El tratamiento frente a la fractura de cadera es quirúrgico y debe ser valorado por un traumatólogo: en la operación lo más habitual es colocar una prótesis en la cadera que permita dar estabilidad a la articulación (se trata de un conjunto de huesos muy importante, ya que sobre ellos va apoyado el peso de la parte superior del cuerpo).
La rehabilitación es un proceso largo que debe ser adecuadamente diseñado y supervisado de manera personal para cada paciente. Es muy importante en este punto el estado del paciente previo a la fractura, ya que determinará en buena medida el grado de movilidad tras la operación: si previamente a la caída el paciente ya presentaba dificultad para moverse, la recuperación será más lenta, pero para aquellos que hubiesen sido autónomos el proceso será más sencillo.
A la hora de prevenir las caídas en adultos mayores, una actividad física practicada de forma regular es crucial: conservar nuestra fuerza muscular, el grado de movilidad de nuestras articulaciones, unos buenos reflejos y una buena coordinación motora pueden llegar a evitar una mala caída que nos haga pasar por quirófano.
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