Las necesidades de nuestros mayores, unidas a la falta de tiempo que impera hoy en día, pueden hacer que precisemos de los servicios de un profesional para que nos eche una mano, especialmente cuando falla la autonomía de la persona que tenemos a nuestro cargo en aspectos básicos como el aseo, el baño o la alimentación.
Cuando esto ocurre, ¿cómo elegimos al cuidador o la cuidadora adecuados? Encontrarlos depende de varios factores y requiere un mínimo de planificación. A continuación te contamos los requisitos a tener en cuenta.
Lo primero: definir las necesidades
Antes de buscar un auxiliar de ayuda a domicilio es recomendable hacer un repaso por las necesidades de la persona a quien deberá cuidar, teniendo en cuenta las capacidades que todavía mantiene, su grado de dependencia o aspectos tan personales como su carácter o sus valores y preferencias.
También es determinante si de momento el cuidador solo tendrá que hacer compañía y ocuparse de tareas básicas como limpiar o cocinar, si necesitamos a alguien fuerte físicamente que pueda mover y levantar al paciente, o si nos hace falta alguien especializado en tratar personas con demencia, que pueda comprender y resolver los problemas que conlleva.
Aunque las cuestiones relacionadas con la salud suelen atenderse aparte, cuando se requiere la administración de insulina o curas continuas, podrían ser necesarios también con los servicios de un enfermero.
Otro aspecto importante es conocer el número de horas en las que precisamos ayuda, así como los días de la semana y si debemos incluir vigilancia nocturna (por ejemplo, en pacientes de Alzheimer), en su totalidad o en parte, para poder ajustarlos con la disponibilidad de los candidatos.
Funciones del cuidador profesional
Teniendo en cuenta las necesidades específicas de cada situación, en general estas son las tareas que realiza un cuidador profesional y con las que podemos contar:
- Apoyo en las tareas domésticas (limpiar, cocinar, planchar etc.)
- Encargarse de la alimentación, en función del grado de dependencia de la persona, haciendo uso de las técnicas adecuadas.
- Tareas de acompañamiento, como apoyo en gestiones diarias y de favorecimiento de relaciones sociales.
- Supervisión de la toma de medicamentos.
- Aseo e higiene de la persona en situación de dependencia.
- Apoyo en la comunicación del mayor con los demás y en posibles situaciones difíciles.
- Aplicación de técnicas para la mejora de la vida cotidiana de la persona dependiente.
Teniendo todo esto en cuenta ya podemos pasar a la siguiente fase, contactar, mediante agencias, particulares, centros o recomendaciones con algunos cuidadores y mantener una entrevista.
Cualidades de un buen cuidador
En la medida de lo posible, la persona que va a ser atendida debe participar y dar su aprobación sobre el cuidador, así no verá tanto su presencia como una imposición (la mayoría de ancianos suelen ser reacios en un principio) y la integración en el hogar tendrá menos complicaciones.
Aun así, hay que tener presente que cumpla las siguientes condiciones a la hora de escoger:
- Formación adecuada para asistir y ayudar. Teniendo en cuenta los requisitos y estándares dispuestos por el Consejo Territorial de Servicios Sociales y del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia.
- Conocimientos profesionales en constante actualización.
- Capacidad de comprender las necesidades del paciente y de cómo responder a las mismas.
- Vocación, empatía, habilidades de comunicación, paciencia y un carácter amable y alegre.
- Un nivel de responsabilidad muy alto
- Respeto por la persona a cuidar y el entorno familiar.
- Que sepa escuchar las vivencias de los mayores y estar alerta a cambios en los relatos y en la conducta.
Un periodo de prueba y adaptación
Por más que nos esforcemos en la selección, es aconsejable comenzar siempre por un periodo de prueba y adaptación para comprobar que la relación funciona y que hemos escogido a la persona adecuada. Lo ideal es que se integre a los cuidados del mayor poco a poco, para que este pueda habituarse al cambio, empezando por unas horas al día y aumentando progresivamente el tiempo hasta cubrir el horario completo.
Además de supervisar el trabajo en general, este periodo es momento de confirmar si existe feeling, y si la persona mayor se siente bien en la compañía del cuidador. Hay aspectos que no aparecen en el currículum pero que podemos observar en el día a día como la madurez, el carácter, la capacidad de asumir responsabilidades o si fomenta la competencia personal de la persona mayor proporcionando la ayuda y los estímulos suficientes.
En este aspecto el cuidador también debe saber distinguir cuándo una conducta es debida a la discapacidad o está relacionada con una falta de motivación, para poder actuar en consecuencia. Para ello también es importante que cuente con todo nuestro apoyo y el del entorno familiar en general, y compartamos toda la información posible para que puede realizar mejor su trabajo.
Por último, también hay que tener en cuenta que algunas veces un solo profesional no puede atender toda la demanda que requiere una persona dependiente. En ese caso es recomendable valorar la opción de su ingreso en una residencia para mayores, donde cuentan con un equipo multidisciplinar de cuidadores, enfermeros, fisioterapéutas y varios especialistas, incluidos psiquiatras y psicólogos.
Si solo requerimos de atención a domicilio, el cuidador contribuye al bienestar físico y psíquico de la persona mayor, fomentando, en la medida de lo posible, su autosuficiencia y también su autoestima. Teniendo en cuenta el envejecimiento de la población actual, que va en aumento, su profesión es de una enorme importancia en la sociedad actual y todavía lo será más en el futuro.
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