La clave para ejercitar la memoria no es sólo el realizar pequeños ejercicios mentales, sino también llevar un hábito de vida saludable que incluya una alimentación sana y ejercicio físico moderado.
Siempre se había pensado que el desarrollo del cerebro se producía en los primeros años de vida y que, durante la edad adulta, ya no existía capacidad para desarrollarse. Sin embargo, parece que esto no es así, el cerebro, incluso en la edad adulta, tiene la capacidad para permitir que las neuronas y las conexiones entre ellas estén en continuo reciclamiento. Es, por este motivo, por lo que los expertos piensan que entrenando la mente y aprendiendo cosas nuevas nos protegemos del deterioro cognitivo asociado con la edad, es decir retrasamos la aparición de los primeros síntomas de pérdida de memoria y la consiguiente alteración en la realización de las actividades habituales, lo que se conoce como demencia incipiente o deterioro cognitivo aislado.
Y esto no quiere decir que enfermedades como la demencia tipo el Alzheimer aparezca menos en personas más inteligentes, ni mucho menos, pero sí que en los pacientes con más reserva cognitiva se retrasará más tiempo los primeros síntomas que provoca esta enfermedad.
Ejercicios de entrenamiento cerebral
Se están poniendo de moda el uso de técnicas de entrenamiento de potenciación de la memoria a los mayores, una especie de gimnasio cerebral con programas de entrenamiento compuesto por ejercicios que trabajan de manera lúdica la atención, la memoria, el lenguaje y la velocidad de procesamiento.
Entre estas terapias, la estimulación cognitiva es la que recibe el mayor apoyo por parte de los autores, especialmente en el envejecimiento normal, el deterioro cognitivo leve y las demencias, llegando a proponerse como la primera intervención a realizar cuando se llega a alguno de estos diagnósticos. Existen diferentes programas de estimulación cognitiva, adaptados a las diferentes características de las poblaciones a las que pretenden atender, aunque se deben plantear una serie de recomendaciones que deben tenerse en cuenta a la hora de aplicarla: su administración debe ser individual o en grupos muy reducidos y homogéneos que permitan utilizar las estrategias de intervención neuropsicológica, independientemente del proceso cognitivo que se pretenda trabajar, y la selección de las tareas a usar debe estar enmarcada en un modelo teórico que las fundamente y les dé sentido, evitando confundir la estimulación cognitiva con la mera repetición de ejercicios.
Estas técnicas se basan fundamentalmente en el ejercicio de recordar un número determinado de objetos del recorrido que hace a diario, trabajando con agendas y enseñándoles a esforzarse en que este ejercicio debe de hacerse de forma sistemática. Otras formas sencillas de ejercicio es resolver crucigramas y sudokus, memorizar la lista del supermercado o los personajes de un libro o de una película.
En los últimos años también se ha propuesto el uso de ordenadores como herramienta adicional en la estimulación cognitiva, ya sea tanto en el envejecimiento sano como en el deterioro cognitivo. Su uso implica algunas ventajas adicionales, como la agilidad en la gestión de los materiales de estimulación, permitiendo una mayor calidad y versatilidad de los mismos, una retroalimentación rápida y correcta, estímulos más atractivos que incrementan la motivación del sujeto, mayor control de variables intervinientes, como el tiempo de exposición de los estímulos o el tiempo de reacción en las respuestas y, por último, el acceso objetivo a los resultados lo que facilita los análisis de la efectividad.
Beneficios de los ejercicios de memoria
Con cualquier método, el objetivo es lograr que los mayores no se olviden fácilmente de las cosas cotidianas y logren mejorar su calidad de vida. Es importante considerar que, a la hora de realizar tareas de estimulación cognitiva, se debe tener siempre en cuenta que la intervención sobre una habilidad no puede concebirse exclusivamente sobre esa habilidad; esto es así dadas las estrechas interrelaciones entre los procesos cognitivos; por ejemplo entre el lenguaje y los mecanismos perceptivos o las habilidades de lectura o escritura, o a varias de ellas a la vez, incluso a todas.
Pero estos programas no abarcan sólo la faceta de entrenamiento cerebral, sino que también incluye un programa de control del estrés; una dieta cerebro-saludable diseñado por nutricionistas y un programa de actividad deportiva cardiocerebral que mejora las capacidades cognitivas, tal como recomienda la Organización Mundial de la Salud.
En resumen, al igual que entrenamos y cuidamos de nuestro cuerpo para mejorar nuestra calidad de vida y prevenir enfermedades, es fundamental trabajar nuestra mente ya que puede que no impida que desarrollemos Alzheimer, pero sí que hará que preservemos un mayor número de habilidades cognitivas.
ANGEL HERRERO MURATEL