El ritmo del corazón, la frecuencia de la respiración y la tensión arterial son tres de las constantes vitales esenciales para evaluar el estado de salud de una persona.
Sin embargo, por lo general, medir estos y otros signos vitales implica el uso de electrocardiogramas y otras tecnologías algo aparatosas que pueden alterar el resultado real, al poner nerviosa a la persona.
Cada vez más fácil
Desde hace unos años, abundan los aparatos o innovaciones para controlar los signos vitales que son cada vez menos invasivos, sobre todo en el ámbito de las apps. Como MoleScope, para detectar melanomas, o DermoMap, para cuidar la piel.
Tenemos también pulseras inteligentes o sistemas integrados en smartphones y otros wearables, que tienen un pequeño defecto: pueden no resultar del todo precisos, es decir, que un médico no siempre puede dar por válida la información que recibe del paciente si ha sido obtenida a través de estos dispositivos comerciales.
Sin embargo, las cosas pueden cambiar muy pronto gracias a la nanotecnología. Con esta tecnología los medidores ya no serán algo externo, sino que convivirán con nosotros, en el interior de nuestro organismo, sin que seamos conscientes de su presencia.
Uno de los primeros pasos en este sentido lo han dado investigadores del Intituto Tecnológico de Massachusetts, concibiendo un sensor diminuto para medir las constantes vitales. El dispositivo se ingiere como si fuera una píldora y, después, calibra la frecuencia cardíaca y respiratoria desde el interior del organismo.
Desde dentro del cuerpo
Los primeros detalles de este dispositivo han sido descritos en un estudio publicado en la revista PLOS One, cuyos autores son Giovanni Traverso y Albert Swiston. En esencia, el dispositivo realiza sus mediciones a partir de las ondas de sonido producidas por los latidos y la inhalación y exhalación de los pulmones.
Es decir, que el dispositivo cuenta con una especie de micrófono diminuto que queda protegido por una cubierta de silicona. Los registros se envían a través de señales de radio a un receptor externo al cuerpo, pero que no debe estar a más de tres metros de distancia del mismo para que no pierda cobertura.
Por el momento, este sensor no está disponible para seres humanos, porque solo ha sido probado, con éxito, en cerdos. Pero según sus creadores, muy pronto podría estar funcionando en toda clase de personas, ofreciendo así un gran avance en la telemedicina o el seguimiento de enfermos crónicos y la atención urgente de pacientes que han sufrido traumas que dificultan una auscultación indolora.
Además, los investigadores han asegurado que próximamente podrán crear sensores para el diagnóstico de determinadas condiciones cardíacas como arritmias o problemas respiratorios como enfisema pulmonar o asma. Entre sus propósitos también figura que, frente a la detección de un problema de estas características, el propio dispositivo pueda suministrar el tratamiento necesario en la dosis precisa.
Cómo realizar las mediciones
Hasta que lleguen estos dispositivos automáticos, podemos medirnos manualmente las constantes vitales para evaluar nuestra salud.
Los signos vitales reflejan funciones esenciales del cuerpo. Hablamos del ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria, la temperatura y la presión arterial. Los rangos normales de los signos vitales para un adulto sano promedio mientras está en reposo son:
- Presión arterial: 90/60 mm/Hg hasta 129/84 mm/Hg.
- Respiración: 12 a 18 respiraciones por minuto.
- Pulso: 60 a 100 latidos por minuto.
- Temperatura: 97.8°F a 99.1°F (36.5°C a 37.3°C)/promedio de 98.6°F (37ºC).
La presión arterial se mide a través de un esfingomanómetro y un fonendoscopio, o bien con un aparato automático cuyo manguito se pone sobre el brazo y se presiona un botón. Se aconseja tomarse la tensión en casa en diferentes momentos del día (a veces antes del desayuno y otras antes de la cena), siendo lo ideal estar en un ambiente tranquilo, a buena temperatura y con la vejiga vacía.
La respiración o frecuencia respiratoria se puede estimar a través de la observación (se cuenta el número de ciclos por minuto atentos al ritmo, los ruidos, esfuerzo), la palpación (se sitúa la palma de la mano sobre el tórax del paciente sin ejercer presión y se cuentan los ciclos) o el fonendoscopio (se sitúa la membrana sobre la parte derecha del tórax y se cuentan los ciclos respiratorios en un minuto).
El pulso o la frecuencia cardíaca puede medirse a través del pulso periférico (palpar la arteria con los dedos índice y corazón de la mano dominante), el pulso apical (se usa un fonendoscopio sobre el quinto espacio intercostal izquierdo en la línea media clavicular) o el pulso por pulsioxímetro (se coloca el dedo índice en el pulsioxímetro haciendo que la luz roja que irradia coincida con la uña del dedo).
La temperatura puede medirse con gran diversidad de termómetros, entre los que se encuentran principalmente:
- De mercurio: está en desuso porque su contenido es tóxico.
- Digital: es el sustituto del termómetro de mercurio.
- Infrarrojos: mide la temperatura ótica a través del conducto auditivo mediante conos desechables. Es muy apropiado para los niños.
- Electrónico: toma la temperatura a través de una pequeña sonda intercambiable.
Importancia de las constantes vitales
La monitorización de nuestras constantes vitales puede ser una herramienta poderosa de diagnóstico precoz pero, sobre todo, de prevención.
Con todo, esta monitorización no debería convertirse en una cuestión obsesiva, ni tampoco es la panacea para los hipocondríacos, tal y como ha señalado Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). Los datos que ofrecen esta clase de dispositivos serán siempre más rentables para la salud del paciente si son examinados por un profesional.
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