De un tiempo a esta parte parece que todos los males de salud de nuestros días son achacables a un exceso de horas delante de las pantallas de ordenadores, tabletas y teléfonos móviles. Si bien es cierto que el abuso de las nuevas tecnologías está ocasionando diversos trastornos físicos y emocionales en la población y que están favoreciendo situaciones adversas cuando se trata de valorar la salud de las personas, lo cierto es que no siempre todos los riesgos que se les achacan son ciertos o cuentan con aval científico.
Luz azul y salud visual
Es el caso de lo que ocurre con la salud visual. A pesar de que no está contrastado científicamente, se ha popularizado la idea de que las pantallas son responsables de daños visuales irreversibles, de desprendimientos de retina e incluso de ceguera prematura.
Según estas voces de alarma, la luz azul sería responsable de dichos efectos nocivos. No obstante, hasta el momento no hay estudios científicos válidos realizados en humanos que sugieran que esto puede ser así. En opinión de los expertos, la luz azul que emiten las pantallas de los teléfonos móviles y ordenadores también emana de otras fuentes, como las lámparas de luz fluorescente y las luces LED. Por otro lado, la cantidad de luz azul a la que nos exponemos cuando estamos cerca o mirando estos dispositivos es mucho menor que el nivel de luz azul del sol, elemento al que nos exponemos prácticamente a diario.
De esta forma, aunque el abuso del sol sí causa daños oculares muy graves, como quemaduras, queratitis y aparición prematura de cataratas, lo cierto es que la proporción de luz azul que recibimos incluso cuando abusamos de las pantallas no es en absoluto comparable.
Entonces ¿a qué se deben las molestias?
Según explican los especialistas, las molestias que notamos en los ojos después de estar mucho tiempo delante del ordenador o leyendo en el teléfono móvil no se deben tanto a la acción de la pantalla en sí, sino al hecho de que cuando estamos mirando estos dispositivos durante un periodo de tiempo prolongado, tendemos a parpadear con mucha menos frecuencia que cuando estamos llevando a cabo otras tareas.
El parpadeo regular sirve para lubricar el ojo, de forma que si disminuimos su frecuencia estaremos favoreciendo la sequedad ocular responsable de que veamos borroso, de que nos escuezan los ojos y de la sensación de tener arenilla dentro del ojo.
Por otro lado, pasar muchas horas delante de las pantallas ocasiona astenopia o, lo que es lo mismo, fatiga visual. Este fenómeno, que no está relacionado con la vista cansada (presbicia), se debe a la alteración en la capacidad de acomodación que sufren los ojos cuando se ven obligados a enfocar siempre en circunstancias de visión próxima, lo que finalmente acaba mermando nuestra capacidad para enfocar rápidamente los objetos que miramos a diferentes distancias.
Finalmente, el hecho de que cada vez más facetas de la vida dependan de una pantalla o se hagan a través de ella (relaciones personales, trabajo, ocio, consulta, lectura…) repercute en un número menor de horas al aire libre, un factor esencial para preservar la salud visual.
Según se ha observado en estudios científicos, salir a la calle y exponerse a la luz natural hace que el ojo esté entrenado para trabajar en distancias cortas, medias y largas, lo que mejora notablemente la acomodación y frena el avance de la miopía, un problema que está experimentando un gran aumento en los últimos años, especialmente en la población infantil, pero que no tiene relación con la luz azul.
Descanso ocular
Para evitar la fatiga visual, los especialistas recomiendan trabajar con luz natural siempre que sea posible, eliminar los reflejos sobre la pantalla, hacer descansos apartando la vista de la pantalla y mirar hacia puntos situados a diferentes distancias, procurar parpadear con frecuencia y usar lágrimas artificiales para mantener la hidratación de la superficie ocular.
Concretamente, proponen la llamada regla 20-20-20. Es decir, mirar a lo lejos (20 metros) durante 20 segundos, cada 20 minutos.
Si a pesar de todo las molestias continúan es conveniente visitar al oftalmólogo para descartar la existencia de otras patologías visuales.
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